Fuera del redil
El domingo pasado celebramos la asamblea anual de Galicia Bilingüe. Le siguió una comida muy animada y agradable en un sitio precioso, pero aunque prolongamos la sobremesa hasta casi las seis, regresé a casa con la sensación de no haber disfrutado todo lo que me habría gustado de la compañía de unas personas buenas y valiosas a las que admiro y con las que a lo largo de estos años me he ido encariñando.
El lunes, vuelta al instituto a hacer una de las cosas que más me gustan: enseñar, y una de las que menos me gustan: rellenar papeles y hacer informes que nadie lee. La Administación le está tomando el gustillo a cargarnos a los profesores con un montón de papeleo, que me temo acaba archivado sin que nadie se haya tomado la molestia de echarle un vistazo. Será que hay que justificar unos cuantos sueldos y dotar de contenido el cargo de quienes los cobran. Este curso también nos han instado a ampliar la programación de las asignaturas.
Yo estoy dispuesta arrimar el hombro en cualquier tarea que revierta en una mejor calidad de la enseñanza, y la programación es una herramienta indispensable para fijar contenidos y especificar criterios de evaluación que no dejen a los alumnos desamparados ante una nota injusta, pero me parece excesiva la precisión casi quirúrgica que se nos está exigiendo en algunos aspectos y me molesta que, cada vez con más frecuencia, se nos pida que impregnemos nuestras clases con la ideología de moda. Entre otras cosas, nos piden que expliquemos cómo la asignatura de inglés va a contribuir al proyecto de convivencia del instituto y a una educación en valores. ¿Los valores de quien? ¿los de la inspectora? ¿los del Conselleiro? ¿los de Feijóo? ¿los míos? No sé si referirán a los políticamente correctos, es decir, básicamente, a lo que gira en torno a ideología de género, alianza de Civilizaciones y ecología climática.
Las clases de idiomas dan pie a debates y conversaciones en grupo. Yo procuro buscar temas que les interesen a los chicos y aprovecho para hablarles de cuestiones que me parecen positivas, pero siempre evitando meterme en asuntos de partidos políticos y en cualquier tema que pueda ser objeto de un posicionamiento concreto por parte de cada familia. Así que mencionaré en la programación esas cuestiones blancas y creo que positivas sobre las que hablamos en mis clases cuando dedicamos un tiempo a practicar el aspecto oral de la asignatura: los peligros del consumo de drogas, estar alerta ante un caso de anorexia, cómo divertirse sin alcohol, animarlos a proteger a los indefensos, a disfrutar de los abuelos, o cómo actuar ante un caso de maltrato hacia una mascota. Esa será mi aportación, y si no les gusta que le echen alpiste.
Hace unos tres o cuatro años nos pidieron que especificáramos cuántos puntos les íbamos a rebajar a los alumnos por comportamientos sexistas y similares. Les dije que a esos alumnos habría que reconducirlos o reprenderlos, pero que si sabían inglés, por mi parte tendrían la nota sin rebajas. Fui la única que se negó a pasar por el aro. Ahora, la parte que me toca de la programación la redactaré en español. Y si hay lío, que lo haya. No veo ningún motivo para meterme en el redil de este tipo de imposiciones.
Entre los profes hay de todo, es verdad que hay muchos nacionalistas, en una proporción mucho mayor que en otras profesiones, pero también hay un buen puñado de gente “de la otra”. Entre estos últimos son bastantes los que se quejan con la boca pequeña de esta obligaciones absurdas pero son pocos los que se atreven a plantar cara. Hay algo que resulta especialmente llamativo, yo, que hablo siempre en gallego con mis compañeros gallego hablantes, nunca lo uso cuando eso supone plegarse al ritual, sin embargo algunos que son castellano hablantes digamos al 100%, comienzan a chapurrear en gallego cuando intervienen en un claustro o lo mal escriben cuando redactan cualquier informe o aviso, aunque sea uno dirigido a un compañero con el que a diario toman café en español. Incluso está surgiendo un nuevo tipo de idioma, un español trufado de palabras del gallego oficial para la enseñanza. Os pongo un ejemplo “Voy al tercer andar a hacer la guardia de corredor. Los de 1º Bacharelato están solos y ahora que acaba de pasar su avaliación seguro que en vez de estar estudiando están hablando”. Es algo similar a lo que cada vez se ve más en la prensa gallega “La Conselleira de Facenda defendió los orzamentos tras una visita al Concello de A Coruña”.
Uno de los motivos por los que me siento tan a gusto con las personas que conozco de Galicia Bilingüe es que me gusta estar con gente que no se somete a lo políticamente correcto. La defensa de la libertad de elección de lengua lleva implícita una cierta forma de ir por la vida, con espíritu crítico y con una buena dosis de rebeldía ante las imposiciones absurdas. Si hacéis clic bajo la imagen de esta entrada podéis acceder al número 3 de la revista de Galicia Bilingüe “Vosotros”. Ya hemos distribuido la versión en papel así que acabamos de publicar la edición digital. Os recomiendo la revista enterita pero si queréis una prueba de ese espíritu libre del que hacemos gala en GB no dejéis de leer el de Andrés Freire y el de José Manuel.
*Presidenta de Galicia Bilingüe
No vivo en Galicia, pero os envío mi más profundo apoyo en vuestras iniciativas.
Vale la pena. Ánimo y adelante, que sois unos valientes!!