¿Complot contra Barcina en Navarra?
Tras la escenificación de la ceremonia del desencuentro UPN-PSN plasmado en el “divorcio político” Barcina-Jiménez, asistimos al finiquito de la doctrina navarrista UPN-PSN que habría convertido a la Comunidad Foral durante una década en un coto privado del establishment navarro (Teoría del quesito de Miguel Sanz), quedando además el Gobierno de Barcina huérfana de apoyos en el Parlamento foral.
La reacción del ex-Presidente Sanz no tarda en llegar y en otoño del 2013 (contando de nuevo con la inestimable labor mediadora del empresario hotelero Antonio Catalán convertido de facto en Alto Comisionado del establishment del Estado español para evitar la alianza del PSN con Bildu), se produce una reunión secreta en Corella a la que únicamente acuden el ex-presidente Sanz, el candidato del sector de la boina de UPN Alberto Catalán y el dirigente del PSN Roberto Jiménez con la intención inequívoca de lograr la reimplantación de la Doctrina del quesito que condujo durante el mandato de Sanz a la esquilmación de las arcas forales y a la entrada en números rojos de la Hacienda foral con una deuda estimada de 3.500 millones € para finales del 2014.
En la citada reunión informal, se alcanzó un acuerdo entre los allí presentes que contaría con dos vías de actuación para lograr la defenestración de Barcina como Presidenta del Gobierno Foral. La vía institucional consistiría en la implementación por parte del PSN en el Parlamento Navarro de la estrategia de “acoso y derribo” del Gobierno minoritario de Barcina y la difusión de la tesis de la implementación de un hipotético “Gobierno de Progreso” PSN-Nafarroa Bai-IU que daría prioridad a la regeneración de la clase política y a la revitalización del llamado “Estado social y democrático de Derecho” tras las celebración de nuevas elecciones forales.
Así, ante la implosión del “affaire Goicoechea”, el PSN por medio de Jiménez planteó a Barcina la disyuntiva de dimitir y convocar elecciones o ser defenestrada mediante la presentación por los socialistas de una moción de censura contra ella, moción que precisa de un mínimo de 10 diputados para poder ser presentada (el PSN tan sólo posee 9) y que para ser aprobada deberá conseguir la mayoría absoluta de la Cámara navarra (26 parlamentarios) , lo cual requiere la suma de todos los votos de la oposición ( IU, Aralar-Nabai, GeroaBai y Bildu) y un previo consenso de mínimos, iniciativa que tan sólo era una maniobra de despiste consistente en insuflar en el electorado navarro la ilusión de la irrupción en el escenario político navarro de la posibilidad real de una alternativa a la derecha navarrista, quedando el PSN como adalid del cambio progresista en Navarra.
Mientras, Barcina habría acudido buscando ayuda a Mariano Rajoy y tras recibir sus bendiciones y su apoyo, habría afirmado su nula voluntad de dimitir al tiempo en la certeza de que Navarra es considerada “cuestión de Estado” tras el Tejerazo de 1.981 y que cualquier cambio institucional que se pueda producir en el viejo Reyno foral deberá contar con el visto bueno del establishment del Estado español quien valiéndose del endemismo recurrente de la existencia de ETA y su filiación ideológica con Bildu, hará imposible cualquier intento de instaurar un Gobierno progresista en Navarra, imposibilidad refrendada por el Ministro del Interior, Jorge Fernández Días, al declarar que “Navarra es estratégica para España porque ETA siempre ha tenido como objetivo la anexión a la CAV, por lo que todo lo que sea poner en cuestión o en riesgo la singularidad de Navarra, es de alguna manera, contribuir al objetivo que perseguía ETA”.
Tras el fracaso de la vía institucional para descabalgar a Barcina y la previsible defenestración de Roberto Jiménez en las futuras primarias del PSN, el ex-Presidente Miguel Sanz procederá a la aplicación de la “segunda vía” , consistente en segar la hierba bajo los pies de Barcina. Así, en los sótanos de UPN se estaría produciendo una maniobra soterrada por parte del sector de la boina ribero liderado por el ex-Presidente Sanz para recabar los votos necesarios para convocar un nuevo Congreso Extraordinario de UPN y que tendría al Presidente del Parlamento foral Alberto Catalán como pieza de repuesto de Barcina una vez lograda su defenestración política.
Recordar que según los estatutos de UPN, para convocar una asamblea extraordinaria es necesario que lo soliciten el 25 % de los afiliados con derecho a voto mediante una firma y teniendo en cuenta que UPN contaría con unos 3.000 afiliados, serían necesarios un mínimo de 700 firmas para que prospere la sibilina iniciativa de Sanz y dado que en el anterior Congreso Extraordinario de UPN celebrado en el 2013 la candidatura de Barcina venció por un ajustado margen (51,1 % de los votos), es previsible que el llamado “sector de la boina” liderado por Alberto Catalán logre recuperar el timón de la nave de UPN tras ser derrotada Barcina acusada de “conducir a Navarra al desgobierno”.
En consecuencia, tras la celebración de las futuras elecciones forales, podríamos asistir a la reinstauración de la Teoría del Quesito de Sanz (Gobierno de Coalición UPN-PSN), recibiendo la actual Presidenta Barcina como premio a sus inestimables servicios prestados en “defensa de la inalienable identidad unitaria de Navarra” un escaño en el Congreso de Madrid y quedando de paso la futura Cámara Foral dividida en dos bloques antagónicos e irreconciliables que tendrá como efecto colateral una fractura social de resultados imprevisibles.