Una carta encontrada
En mi cotidiana revisión del montón de papeles viejos que llenan los estantes y el suelo de mi lugar de trabajo y fundamentan el también cotidiano justo reproche de mi mujer, encuentro hoy la copia de una carta escrita un día del mes de julio de 1998, recién llegado yo a este rincón de Tres Cantos que a partir de entonces constituye mi refugio de ensueños y esperanzas. Una vez releída creo merece ser publicada como parte de esas memorias que no termino de escribir, pues en buena medida aclara la razón de mi postura política desde 1977. Dicha carta decía y dice así:
“Excmo. Sr. Don José María Álvarez del Manzano.
Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento.
Madrid.
Mi estimado y antiguo amigo y Alcalde:
No puedo dejar pasar más tiempo en expresarte mi felicitación por el acuerdo adoptado por ese Ayuntamiento en su pleno del pasado 28 de mayo, en virtud del cual se acordó dar el nombre de José Antonio Novais a uno de los viales del recinto de la Ciudad Universitaria.
Es evidente que tan excepcional figura de nuestra política, de la vida universitaria, de la cultura en general, y sobre todo del periodismo, merece el reconocimiento público de quienes gobiernan y representan al pueblo de Madrid, ansioso éste siempre de comprobar cómo sus concejales saben escoger de entre los madrileños aquellos nombres de mayor mérito y de mejor ejemplo, no sólo para ofrendarles una calle, sino -¡yo qué sé!- el título de hijo predilecto, ciudadano de honor o archipámpano del Rastro…
Claro está que algunos malintencionados pueden decir que en el callejero de Madrid faltan, en el ámbito de la política, por ejemplo, nombres como el de don Niceto Alcalá Zamora, que fue varias veces ministro con la monarquía de don Alfonso XIII, y Jefe del Estado Español como Presidente de la II República… O, dentro del campo universitario, los de doña Victoria Kent, don Nicolás Pérez Serrano, don Luis Jiménez Asúa, don Fernando de los Ríos, don Joaquín Garrigues o don Jaime Guasp, por no citar a médicos, matemáticos, veterinarios, farmacéuticos, pedagogos, naturalistas, etc., que se me escapan debido a mi estricta formación jurídica. O a periodistas como José María Sánchez Silva, mundialmente conocido como autor de “Marcelino Pan y Vino”, Rafael Morayta y Francisco Villanueva (que fueron directores de “El Liberal), Manuel Fontdevila (que dirigió “Heraldo de Madrid”), César Jalón “Clarito”, Victoriano García Martí, Diego San José, o Basilio Edo (también destacado jurista), por sólo citar nombres de personas de acreditada ejecutoria democrática, porque comprendo que otros de mayor categoría, como podrían serlos de Eugenio Montes o Rafael Sánchez Mazas, por ejemplo, se atragantarían en las amplias tragaderas de los concejales “pepes”, que solo admiten lo que puede librarles de la tacha de “franquistas” y solo rechazan lo que tiene alguna relación con lo que ellos fueron en otros tiempos…
Muchos más periodistas, universitarios o juristas podrían citarse, pero ninguno de ellos igualaría al escogido por ese Ayuntamiento, pues José Antonio Novais tiene sobre todos el mérito de ser un acreditado tránsfuga, y es natural que tal condición sea premiada y puesta como ejemplo por una Corporación Municipal compuesta en su mayoría por tránsfugas de primera, si bien debe hacerse notar en honor del homenajeado que Novais “se pasó” del franquismo al antifranquismo cuando Franco vivía y mandaba -lo que encerraba algunos riesgos- mientras que los “pepes” tránsfugas habéis dado “el salto” después de morir Franco, cuando ello sólo podía proporcionaros ventajas y provechos…
Te reitero, pues, mi felicitación -que ruego hagas extensiva a todos los componentes del grupo municipal del Partido Perdido- por vuestra entereza al mostrar lo que sois, y con este motivo me es grato quedar a tu disposición como antiguo amigo y vecino tuyo.
Cordialmente, (firma y rúbrica).”
José María Álvarez del Manzano no me contestó. Debió ser porque esta carta no le gustó nada.
Muy bueno, don Antonio. Me alegra encontrarle por aquí.
Su ironía es muy fina. Me ha gustado leer la carta. Tiene usted toda la razón.
Supongo que conoce que en Tres Cantos hay una calle dedicada a la excelsa Dolores Ibarruri, conocida demócrata. Está en un sector construido por VITRA, cooperativa de CCOO en donde antes existía un bosque natural que fue arrasado, sí arrasado, por esta cooperativa y por la PSV, de la UGT. Por lo visto la defensa de “lo verde” sólo es válida cuando no afecta a sus intereses.
Su ironía es muy fina.