El absurdo de los nacionalismos
Nadie duda hoy que la democracia española atraviesa por una profunda crisis. Entre los muchos factores que han dado origen a la misma, no es ajena la escalada iniciada por los partidos nacionalistas, semilla del independentismo.
Sobre las ideologías, decía el filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset, que “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejia moral”. La hemiplejia como ya sabemos, produce la parálisis de todo un lado del cuerpo. En este caso se trataría de la parálisis de la mitad del concepto de moral, ética y del propio intelecto. Ortega, muy bien podría haber añadido a las dos ideologías citadas, a los nacionalistas.
Sobre este sarpullido, el científico alemán Albert Einstein, manifestó que: “El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad”.
Los nacionalismos, a falta de bases más sólidas, elevan a la categoría de iconos sagrados —para utilizarlos como características diferenciales excluyentes—, cosas tan simples y comunes como un baile, un tipo de vino, un embutido o simplemente el nombre que se le da al hecho de salir a tomar unas copas.
Es esta una arrogancia propia de quienes se encierran en sí mismos, que termina empobreciendo, degradando y por último, desfigurando la auténtica personalidad de quien adopta esa máscara.
Uno de los objetivos capitales a los que el ser humano no renunciará jamás es a ser libre, porque solo en libertad podrá alcanzar valores supremos como la verdad y el amor, fuentes de la tan anhelada felicidad.
Los nacionalismos, sustituyen los auténticos valores del ser humano, por engañosos espejismos presentados como el camino a seguir para alcanzar una ilusoria liberación, espejismo que una vez desvanecido muestra su verdadera faz, que no es otra que un régimen de vida que arruina al individuo y a la sociedad en la que se integra, convirtiéndolo en esclavo al idolatrar símbolos e ideas insustanciales que la masa mitifica, en beneficio de los espurios intereses de quienes instigan y dirigen escaladas tan suicidas.
Con frecuencia estas aventuras discurren por un camino sin retorno, cuya meta no proporciona otra conquista que el derrumbamiento de las aspiraciones de la persona, al haber sustituido sus valores esenciales por la quimera de una entelequia.
El nacionalismo es una enfermedad colectiva inducida mediante el falseamiento y manipulación de la historia y la realidad social. Una enfermedad infantil, pero peligrosamente contagiosa, cuya manifestación más visible es el fanatismo agresivo sin precedentes de que hace gala. Un fanatismo que únicamente crea problemas y sufrimientos innecesarios porque perturba la convivencia y socava las libertades. Su curación consiste en leer la verdadera historia de las naciones.
Los adalides de estos movimientos, presentan a los mismos como un sentimiento natural del pueblo al que dicen representar, pero del cual se sirven en beneficio de sus propios y no siempre claros intereses. Corrompen la lengua, manipulan las ideas y envenenan la conciencia en las escuelas para provocar lo que ellos llaman un sentimiento, que no es otra cosa que la reacción natural de defensa contra aquellos que les han inculcado que les oprimen y esclavizan. El sentimiento no se induce. Surge espontáneamente de nuestro interior, como el dolor, la ternura o el amor.
Es bueno reconocer y amar nuestras raíces. Para saber de nuestra propia identidad, resulta necesario tener un sentido de pertenencia porque en ella está escrita una parte de nuestro propio yo, de nuestra propia vida. Sin embargo la vida es algo mucho más trascendente y hermoso, como para encontrar su razón de ser en el solo hecho de pertenecer a un minúsculo trozo de tierra. Al fin y al cabo, haber nacido en un determinado lugar, no representa otra cosa que el que nuestra madre se encontraba allí en el momento del alumbramiento.
La vida no tiene por objetivo ser de una determinada parte o ser anti lo que sea. La verdadera razón de nuestra existencia, es la búsqueda de la felicidad y la felicidad no se alcanza por el hecho de ostentar un determinado patronímico. Así que como nadie puede dar aquello de lo que carece, no se puede ser feliz, si no es haciendo felices a los demás.
Cuando dos miradas se cruzan, no se preguntan por el rh de su sangre. Cuando en dos corazones nace un mismo sentimiento, no importa de dónde proceda cada uno de ellos. Cuando dos manos se entrelazan, se hablan entre sí sin que haya ninguna lengua que les separe.
Y es que el amor no se arredra y por muchas e insuperables que parezcan, siempre termina por saltar las barreras artificiales creadas por los prejuicios humanos.
Quizá fuera Pablo Neruda, quien mejor expresara esta idea cuando dijo: “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.
El Sr. Alonso César cuando habla de nacionalismos se refiere a todos, no solamente a los de vascos, catales, gallegos etc, sino a TODOS. Es una pena constatar continuamente cuando de nacionalismo se trata que eso solo afecta alos demás. Además hay que diferenciar nacionalismo de independentismo. Se puede querer ser independiente por diferentes motivos sin necesidad de ser nacionalista. Igual también hay que saber ver quien es separatista i quien separador.
El problema que tenemos en España es que durante 35 años nos hemos olvidado de aquel refrán que dice.”Quién da pán a perro ajeno pierde el pán y pierde el perro”
Enhorabuena César, por hablar de la enfermedad del nacionalismo. Inoculada por los “lideres” como medio para dominar a un pueblo conveniente adoctrinado para ser sometido. Hitler, Stalin, Milosevich, Eta, Pujol-Mas … El lavado de cerebro y el adoctrinamiento son esenciales. Después, cuando ya se creen libres, … el sometimiento
Vicente, te has dejado a Franco en tu lista!
Cuando se comentan las características enfermizas del nacionalismo catalán, vasco, nazi o serbio el adoctrinamiento lanza de forma automática la comparación con un supuesto nacionalismo español. Otro síntoma de la enfermedad.
Ya se sabe que el patriotismo es el último refugio de los canallas, que entre ellos nunca se hacen reproches. Este argumento es válido para todos los nacionalismos.
Finalizo mi artículo “El absurdo de los nacionalismos” diciendo que sobre los mismos, “el amor no se arredra y por muchas e insuperables que parezcan, siempre termina por saltar las barreras artificiales creadas por los prejuicios humanos”. Hoy, todo español bien nacido, desde el País Vasco a Andalucía, desde Extremadura a Valencia, desde Galicia a Murcia o desde Madrid a Cataluña, sea o no aficionado al futbol, siente y llora la muerte de otro español: el ex entrenador del Barcelona Club de Futbol, Tito Vilanova. Mi sentido dolor, se une de todo corazón en este día al de todos sus… Leer más »
LOS NAZIONALISTAS ESTAN COMPLETAMENTE MAJARAS.
¿Por nazionalistas se entiende españolistas?
¿Todos esos comentarios son válidos para el nacionalismo español? o ¿caso de ser español es patriotismo? no le veo la diferencia a mi independentismo respecto a su patriotismo.
Debemos dejar de llamar nacionalismos a los secesionismos multiculturetas de vascos y catalanes, el nacionalismo y el patriotismo no son eso.