¿Cambiar Europa votando?
José Haro Fernández.- Se ha iniciado la campaña que culminará el próximo día 25 con la celebración de las elecciones europeas. Para prevenir una elevada abstención, se insiste en la idea de que en Europa se deciden gran parte de las cuestiones que afectan a nuestras condiciones de vida y trabajo. Ciertamente el núcleo de nuestra política económica y social viene determinado por decisiones que emanan de Bruselas y Berlín, sobre todo de esta última. Todos los tratados que han ido conformando la UE, desde el Tratado de Maastricht hasta el conocido como Six-Pack (2011), pasando por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y el Nuevo Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza (2010), conforman un conjunto de normas caracterizado por la aplicación de políticas neoliberales encaminadas a la búsqueda de la competitividad por la vía de la desindustrialización y devaluación salarial de los países, especialmente de los deudores del Sur.
Estos acuerdos son de carácter intergubernamental, y su modificación o revocación precisan de la unanimidad de los firmantes, o bien de una mayoría cualificada cuando así lo determinara el Consejo de Europa, quien a su vez ha de acordar esto por unanimidad. Resumiendo: hasta que Alemania y sus socios del norte no cambien radicalmente de criterio y apuesten por políticas de crecimiento y de impulso de la demanda, Europa está condenada a este vía crucis perpetúo conocido por austericidio. Hasta la Francia orgullosa y presuntamente ‘socialista’ ha abrazado con fervor la causa de los recortes y la austeridad, sumándose así a la línea inaugurada en 2010 por los países periféricos.
Los mercados financieros y la banca alemana y centroeuropea, con la colaboración entusiasta de las élites políticas conservadoras y socialdemócratas, han levantado de esta guisa el edificio europeo, afectado por una profunda aluminosis que lo convierte en inhabitable. Por consiguiente, en Europa no sólo se adoptan decisiones relevantes respecto de nuestra vida, sino las más importantes. Cosa distinta es con nuestro voto se elija a quien las toma. Efectivamente, la instancia que resulta del sufragio directo de los europeos, es decir el Parlamento Europeo, no desempeña el rol legislativo que se atribuye a un parlamento, puesto que la capacidad normativa efectiva se residencia en los acuerdos e instancias arriba mencionados.
Aun siendo cierto que el Tratado de Lisboa de 2007 ha incrementado sustancialmente las áreas de políticas europeas que precisan de la aprobación del Parlamento, el cual además ha de dar el visto bueno definitivo en el proceso de elección del presidente de la Comisión, la Eurocámara sigue careciendo de poder para presentar leyes, las cuales han de pasar antes por los parlamentos nacionales una vez elaboradas por la Comisión. En suma, el Parlamento Europeo se limita a regular una serie de directivas del mercado interior y a distribuir un raquítico presupuesto inferior al 1% del PIB europeo. Y, por supuesto, no gestiona el euro en la medida que no administra un presupuesto redistributivo federal europeo que merezca tal nombre, ni nombra y controla a un gobierno que sea en última instancia el garante de una deuda europea mutualizada.
Por tanto, la ciudadanía ha de saber que votando el 25 de mayo, e independientemente del resultado electoral, quien verdaderamente va a seguir mandando en Europa es la troika. Aunque la izquierda ganara por mayoría absoluta. De lo dicho, podría pensarse que considero inútil, para la mayoría social, participar en estos comicios. Por el contrario, creo que hay que involucrarse activamente en los mismos.
Por dos razones. Primero, porque es positivo que los poderes fácticos europeos visualicen que los electores europeos apuestan activamente por otra Europa, absolutamente diferente a ésta de los mercados. Segundo, porque una mayoría progresista en el Parlamento de Estrasburgo haría chirriar los mecanismos antidemocráticos que sostienen el poder de Berlín y sus bancos.
Pero no nos engañemos: la eurozona es un espacio blindado contra cualquier propuesta alternativa que pudiera plantearse desde su seno. Sólo cabe su ruptura para levantar, desde las soberanías recuperadas de sus partes, una Europa solidaria de socios iguales.
Pues yo si voy a votar algún partido patriota, antes de ejecutar el voto en blanco o abstención, que a saber que artimañas utilizan estos mequetrefes del sistema para adulterar los resultados. Prefiero invertir bien mi voto. El que no quiera votar? que luego no tenga derecho a quejarse de como esta España…
La UE-Union Europea,a partir del pufo de las elecciones de Mayo proximo,debe de ser desmantelada para avanzar instaurando a los estados nacionales de siempre y la chusma actual que conforma las instituciones de la Comision,Parlamento,Banco Central Europeo,Tribunal de Justicia.etc,detenida en el acto o puesta en busca y captura inmediata.