Saber o no saber. Fe ciega o cegada
Donaciano Bartolomé.- Democracia, soberanía nacional, riesgos de exclusión, brecha digital, prima de riesgo, lobys, justicia universal, palabras, palabras que a veces no entendemos. De nuevo estamos convocados por ley a votar. Y si durante mucho tiempo queríamos votar y era la máxima aspiración, los datos demuestran que en no pocas ocasiones no existe esa necesidad. Casi se nos exige que votemos, se gasta mucho dinero para decirnos lo que debemos hacer. Un derecho tan anhelado y ahora parece que pasamos de él. La alta abstención, la desgana entre otros síntoma lo ponen de manifiesto. Síntomas preocupantes. Enfermedades graves, situaciones de fondo importantes pueden ser las que provocan tales realidades. ¿Y las causas? ¿Y los causantes? ¿Será por lo que se propone a votar? ¿Por quiénes se presentan para ser elegidos? Será?
Si tenemos un poco de suerte y algún conocimiento descubrimos en las listas a personas que serán conocidas en sus casas y poco más. Otros nombres nos suenan por viejos, porque ni un incendio les apea del sillón. Y sobre todo, de sus privilegios. La mayor parte desconocidos, nombres que no nos dicen nada.
¿Dónde han presentado el currículum? ¿Qué comisiones imparciales han valorado los mismos, su capacidad y mérito? ¿Igualdad de todos ante la ley? Ante la ley electoral desde luego que no. Libertad, libertad, pero que nadie o se presentase por libre. Votar listas de nombres desconocidos, creyendo ciegamente en una sigla de un partido raya en lo inapropiado de personas cultas con una inteligencia media que ha superado una formación inicial obligatoria y básica adquirida en un sistema y ciclos obligatorios. Las cocinas de los partidos a puerta bien cerrada libran sus batallas para colocar a los fieles. ¿Por qué no nos ofrecen el historial, los méritos de todos y cada uno para que sepamos? Si votar fuera elegir en función de la competencia de los mejores entre los mejores ¿por qué no se dan a conocer en la propaganda que nos envían y en los medios de comunicación las razones que concurren en cada uno de los presentados?
Queremos saber tendría que ser nuestro grito para poder ejercer como ciudadanos lo que es nuestro derecho y responsabilidad. Votar, elegir, discernir, participar libre y conscientemente sabiendo lo que hacemos y siendo coherentes de nuestros actos. Si sabiendo, nos equivocamos o seguimos nuestros instintos ciegos, cegados por intereses de ideología o partido, desconociendo lo que votamos, la posibilidad de no acertar es mayor. De nuevo el 25 de mayo, día de la elecciones al Parlamento europeo, aparece en el calendario como fecha cuando menos dudosa cuando debería ser luminosa y festiva en la que las urnas reciben votos de personas que no sabemos, que desconocemos mucho de lo que votamos, en favor de personas propuestas por los aparatos de los partidos que desconocemos. Y a estos les auguramos prebendas de las que no darán cuenta a nadie. Y a eso llaman participación, democracia, libertad de voto.
Salvo en tiempo de propaganda electoral, ¿cuándo vemos a nuestros votados, representantes en las instituciones acercarse a la gente normal, en su trabajo, en su lugar de ocio, en sus domicilio para preocuparse de sus problemas reales? Saber es el principio de la libertad de elección. Los médicos cuelgan sus títulos en el despacho para que el paciente que acude tenga una garantía de que quien le trata es competente. Títulos cuelgan en sus puertas los profesionales libres que desean ser aceptados por quienes demandan sus servicios. Títulos presentan los maestros para acudir a oposiciones libres y convertirse en funcionarios de educación. Títulos originales, formación permanente piden y controlan los cuerpos de inspección para asegurar que no hay intrusos ejerciendo en lo que no saben o para lo que no se han preparado. ¿Dónde están los controladores de los presentados a ser elegidos? ¿Los examina el pueblo con su voto? ¿Los examinan los aparatos de los partidos proponentes? ¿Nos fiamos de quien propone, del propuesto? Uno de los agraciados ya tres veces que ocupa el puesto 16 manifiesta en un periódico: Estoy contento y agradecido al partido por la renovación de la confianza.
Tal vez en la tan pedida reforma constitucional también se contemple el artículo 6 en el que se dice sobre los partidos que su estructura interna y funcionamiento deben ser democráticos. Si lo es, que puede ser, se aprecia poco. Ya también para ir progresando en una cultura general política, que no de partido y menos aún partidista, la formación general de todos en esta noble función que ejercitan algunos en nombre de todos. Cuando la formación política es amplia y buena se puede pasar a la acción política y hasta de partido. Mientras esa formación quede relegada a los campamentos de verano de cada formación para formar a los suyos en lo suyo, difícilmente llegaremos a metas superiores. Seguiremos teniendo cuadros de jóvenes militantes poco creíbles. Me acuerdo de aquella fábula de Félix María Samaniego: Dijo la zorra al busto después de olerlo, tu cabeza es hermosa pero sin seso. Moraleja, como este hay muchos que aunque parecen hombres solo son bustos. Esperemos que no se cumpla en los bustos que nos han seleccionado para que nosotros, con mucha fe de que son buenos, el 25 de mayo votemos.
Dejar de romperos los sesos coño, que en España lo que hay instalada es la casta mafiosa. Y el que no lo quiera ver es imbecil.