Releyendo el libro “Un paso al frente”, escrito por un militar al que le van a putear por poner negro sobre blanco algunas cacicadas endémicas de nuestro ejército, de sus mandos, de sus oficiales de alta graduación que se creen reyes de sus propios castillos, me he topado con la frase “La Universidad es como un queso roído por una rata llamada endogamia”. Me ha parecido que ese es uno de los pecados que sufrimos los españoles. Porque la endogamia, el enchufe, el colocar al pariente, al amigo, en un cargo que le viene grande pero es de la casta, nos está empobreciendo. No sólo la universidad rebosa abusivas dosis de endogamia. No. En las cajas, por supuesto que alguna no, se han colocado amiguetes de los políticos a los que había que dar un sueldo y se han nombrado directores, directoras, simplemente porque eran la amante del jefe. Conozco varios.

Antes, en tiempos de Franco, cuando la dictadura, las amantes de nuestros ministros se las colocaba en Televisión Española. Incluso hoy alguna amante real sigue como presentadora…

Pero con la democracia, no sólo esta práctica no ha desaparecido, sino que se ha extendido como una mancha de aceite en todas las instituciones públicas. En Andalucía, por referirme a una comunidad que he conocido a fondo profesionalmente, el enchufe, la endogamia, el colócame a mi sobrina en lo que sea de la Junta, es de todos conocido. Y como en casi todas las familias hay alguien que vive de haber sido colocado, o mantenido, el pesoe seguirá gobernando eternamente.

A costa de que esa región sea la que más paro y miseria nos muestre. Porque para que un rico, un político, viva del cuento, tienen que haber cien mileuristas que lo mantengan…

Hace años, muchos años, recuerdo que mi familia me advertía de que el futuro sería para los más preparados. Y que sólo los más preparados alcanzarían puestos relevantes y gobernarían las empresas, las instituciones… Desgraciadamente la experiencia me ha demostrado que, en muchísimas ocasiones, colocan como responsable al que simplemente es cómplice del atraco, del robo, del engaño. Los políticos que hacen las leyes al dictado de los tramposos, hablemos claro, premian la fidelidad. Al que no traga, al que no acepta mirar para otro lado mientras se reparten los dineros de los “eres”, por poner un ejemplo, pues a ese ni agua. Sólo así es posible haber llegado al nivel de corrupción que en estos momentos sufrimos los españoles. Un asco.