GP de Cataluña: Márquez, un rayo entre truenos
El Valentino Rossi más puro y el Dani Pedrosa más agresivo se enfrentaron al coloso Marc Márquez, y ambos se toparon con la cruda e indestructible realidad del que no se amilana ante nada. El GP de Cataluña fue una carrera colosal, mostrando la mejor cara de tres de los cuatro aspirantes al Mundial y dejando claro que, para ganar al genio de Cervera, hacen falta más circunstancias hostiles que las que se vivieron en el trazado de Montmeló, que no fueron pocas. Sí sirvieron, al menos, para recuperar la fe en el motociclismo y devolver la esperanza de que, aunque el triunfador haya sido el mismo, hay otros colosos con el amor propio mancillado y con sed de venganza que plagarán de minas el camino.
Una nube negra como el carbón parecía un mal augurio para el inmaculado líder, que llegaba a la prueba con seis victorias en seis pruebas y cuyo único error había llegado en la jornada precedente, una caída en la frenada del final de recta que le había apartado de salir desde la posición de privilegio por primera vez. Pedrosa era el hombre de la ‘pole’, pero Jorge Lorenzo es el de las salidas. Fulgurante arrancada del ’99’ rebasando por fuera a Dani en la primera inclinada y puño girado a tope inyectando gasolina a la Yamaha. Tras él todos buscaban su sitio, siendo Rossi el que lo hizo con más hambre. Llegó hasta la segunda plaza y asestó el primero de los golpes a su ultrajado compañero. Seguían delante las dos Yamaha, pero en el caso del bicampeón del mundo fue efímero. El Lorenzo que había recuperado toda la moral en Mugello fue menor en Cataluña, dejándose ver en las primeras vueltas, participando de alguna escaramuza para después perderse en lo que para muchos sería un premio, la cuarta plaza, pero que para él es casi un pecado. Poco bagaje para un piloto que alterna sensaciones óptimas, tan habituales en el último lustro, con signos inequívocos de agotamiento, físico y mental, del que sabe que puede pelear batallas pero tiene la guerra perdida. Apenas podía acercarse a la cabeza cuando delante se cometía un error, y eso no ocurre de forma habitual entre estos superdotados de las dos ruedas.
Los giros de la trama acababan de comenzar. Rossi mantenía a raya a las dos HRC debido a que Márquez se había puesto en modo de estudio. Pedrosa iba impacientándose, sabedor quizá de que su compañero estaba tramando algo, y se lanzó a la pelea. Dani le adelantó y se puso segundo, permitiendo que Valentino estableciera una pequeña diferencia, pero provocando a su compañero de garaje. El ’93’ tardó dos curvas en devolvérsela y se fue a por Valentino. Llegó a la rueda de ‘Il Dottore’ y cometió un fallo, teniendo que irse recto para evitar una colisión segura. La cabeza parecía un acordeón. Cada vez que Márquez se acercaba a Rossi ocurría algo que le devolvía a la tercera plaza y con necesidad de remontar. Por si fuera poco, comenzaba a chispear en la parte de arriba del circuito. Era el clímax de la carrera, y de lo que va de temporada. Con permiso de Mugello, se estaban viviendo los mejores momentos del año y puede que de los últimos tiempos.
Llegó la hora de la verdad: Pedrosa y Márquez llegaron a Rossi y le adelantaron con bandera amarilla, cediendo a continuación la posición para evitar una sanción posterior. Después, el ataque de Marc, primero, y de Dani, después, dejaban al italiano compuesto y, salvo desastre, sin opciones de victoria. Sin Rossi en la ecuación, Pedrosa sentía que tantas amenazas externas podían hacer a su bestia negra alada conformarse con el segundo puesto y 20 puntos. Aprovechó el factor mental, se fue con todo en la primera curva de la última vuelta, el mismo punto en el que Márquez había caído el sábado. Funcionó y se puso líder, pero de nuevo le duró lo que tardó Marc en apretar los dientes y lanzarse al interior de la primera curva en la que tuvo ocasión. Faltaba un punto, la curva de ‘La Caixa’. Dani, agresivo pero fiel a su estilo, decidió no intentar adelantar en la frenada sino pegarse lo más posible a Márquez para rebasarle en aceleración. Tanto se pegó que se tocó con la rueda trasera del ’93’. Pedrosa estuvo a punto de mandar las dos monturas de Nakamoto al suelo, pero fue capaz de sostenerse para, al menos, amarrar la tercera plaza del podio. Rossi aprovechó el regalo para auparse a la segunda plaza, pero todos ellos, de nuevo y por séptima vez, detrás de un indestructible Márquez, que se sobrepuso a rivales, lluvia y situaciones límite para seguir haciendo historia.
Es un orgullo escuchar el himno español en el GP de Cataluña. Márquez campeón.