Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
Nos informaba Armando Robles en “La Ratonera”, que la muerte de ancianos en España en 2013, de edades comprendidas entre 70 y 85 años, había experimentado un aumento del 8% respecto al mismo periodo del año anterior. Este dato tan preocupante, está siendo ocultado por el gobierno, los grupos nacionalistas, y también por las formaciones de izquierda que tanto énfasis ponen en denunciar los recortes sanitarios.
Resulta curioso que este aumento galopante de muertes tengan lugar durante un periodo de crisis, en el que los pensionistas españoles con enfermedades que no duelen, como pueden ser la diabetes, la hipertensión o el colesterol alto, prefieren invertir los únicos diez euros que tienen en el bolsillo en algo para comer, antes que pagar unos medicamentos que, por otra parte, les han venido siendo recetados muchas veces sistemáticamente, como obedeciendo a una consigna dada por ciertas multinacionales, que controlan los laboratorios farmacéuticos a nivel mundial.
Por todo ello, quiero compartir con ustedes un pasaje de novela corta, en la que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
“El tío Máximo se encontraba bien de salud, hasta que su mujer, la tía Petra a instancias de su hija, la prima Antonia, le dijo:
-Máximo, vas a cumplir 80 años, y es hora de que te hagas un chequeo médico.
-¿Y para qué, si me encuentro muy bien?
-Porque más vale prevenir que curar, y la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sientes joven-, contestó la tía.
Por eso finalmente, el tío Máximo fue a la consulta del médico.
El médico, con buen criterio, le firmó un “volante” para que se le hiciesen análisis de todo tipo.
A los quince días y ante los resultados, el médico le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó Atorvastatina Grageas para el colesterol, Losartán para el corazón y la hipertensión, Metformina para prevenir la diabetes, Polivitamínico, para aumentar las defensas. Norvastatina para la presión, Desloratadina para la alergia.
Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le indicó Omeprazol y Diurético para los edemas.
El tío Máximo fue a la farmacia y gastó una parte importante de su exigua pensión en la compra de varias cajitas de variados colores. Al mismo tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia, las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón, iban durante o al terminar las comidas, volvió al médico. Una vez en la consulta, el médico le hizo un pequeño esquema con las ingestas, y como lo notó un poco tenso y con alguna contractura, le agregó Alprazolal y Sucedal para dormir.
A continuación el tío Máximo se fue a la farmacia y, cuando entró, el farmacéutico y sus empleados hicieron una doble fila para que él pasara por el medio, mientras ellos le aplaudían. Mi tío, en lugar de estar mejor, se encontraba cada día peor. Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla, comprimido, gragea o cápsula.
A la semana, el laboratorio fabricante de varios de los medicamentos que el tío Máximo tomaba, lo nombró “cliente protector” y le regaló un termómetro, un frasco estéril para análisis de orina y un bolígrafo con el logo de la farmacia.
Tan mala suerte tuvo el tío Máximo, que a los pocos días se resfrió y mi tía lo hizo acostar como siempre, pero esta vez, además de su leche con miel, llamó al médico. Este le dijo que no era nada, pero le recetó Tapsín día y noche y Sanigrip con efedrina, y como le dio taquicardia le agregó Atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 g, cada 12 horas por 10 días.
Le salieron hongos y herpes y le indicaron Fluconol con Zovirax. Para colmo, el tío Máximo se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas. Lo que leía eran cosas terribles. No sólo se podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del estado mental y otro montón de cosas espantosas.
Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no debería hacer caso de todas esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.
-Tranquilo Máximo, -no se excite- le dijo el médico; mientras le hacía una nueva receta con Rivotril con un antidepresivo Sertralina de 100 mg. Y como le dolían las articulaciones le recetó Diclofenac.
En ese tiempo, cada vez que el tío cobraba su pensión, iba a la farmacia donde ya lo habían nombrado cliente VIP. Esto lo iba poniendo cada vez peor, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos.
Llegó un momento en que al pobre del tío Máximo las horas del día no le alcanzaban para tomarse todas sus pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.
Tan mal se había puesto, que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió. Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico. Aún hoy, la tía Petra afirma que menos mal que lo mandó al médico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.
El tío Máximo podría ser un referente para cientos de miles de ancianos españoles. Probablemente, si no hubiera tomado nada y hubiese seguido con su régimen de pollo sin piel, pavo, lentejas, aceite de oliva, frutas, verduras de todos los colores, poca sal y nada de azúcar (stevia o sacarosa, no aspartamo); con su copita de vino tinto natural, y disfrutando de sus paseos matutinos, seguramente seguiría vivito y coleando”.
¿Cualquier parecido con la realidad señor Román? Real como la vida misma. Es usted un libro abierto.
Desde luego, cuando Armando Robles da una noticia con tanto rigor, es porque “la castuza” oculta algo.
Felicidades ALERTA DIGITAL
Aunque diga del contenido del relato que cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia, creo que de todos modos es tan exagerado (y a fin de cuentas tan inexacto) que roza el ridículo. Ni tanto ni tan calvo. Huir del exceso de medicinas es sensato y su prescripción racional es imperiosa, pero el aumento de la esperanza de vida (hasta 2013) de nuestros mayores seguramente se debió en gran parte a esos fármacos protectores a los que usted critica, a lo que siempre hay que insistir en unir a un estilo de vida saludable. Hay que llegar al fondo… Leer más »
En ningún momento se ataca a ningún fármaco y mucho menos se le ridiculiza. En segundo lugar creo que usted se contradice. Por una parte dice que es sensato huir del exceso de medicinas y que su prescripción racional es imperiosa. Y a continuación señala que la esperanza de vida hasta 2013 se debió en gran parte a esos fármacos. Yo no lo entiendo así. Creo que el escrito deja claro que no hay derecho a esos recortes en Sanidad, lo que no obsta, para poner el dedo en la llaga, en que mientras los medicamentos eran gratis para los… Leer más »
FarmaFia,lo natural es lo mas saludable,tengo la suerte de vivir en el campo y todas estas cosas de pastilleo lo veo un instrumento ,es su negocio ,no quieren gente sana ,por eso crean enfermedades, para vender sus potingues