Recientemente, yihadistas radicados en Siria afirmaban en un video colgado en Internet y hablando español, que van a recuperar España con la ayuda de Alá: “Estamos en Tierra Santa, la tierra del Islam, y le digo a todo el mundo y aviso también: Estamos viviendo bajo la bandera islámica y vamos a morir por ella hasta que abrimos todas las tierras presas desde Yakarta hasta Andalucía. Y os digo: España es tierra de nuestros abuelos y nos vamos a hacer con ella con el poder de Alá”. Fin de la cita.

Ya el ex mandatario libio Muamar el Gadafi, cuando todavía era amigo de los que después lo mandaron asesinar, dejo un mensaje claro y conciso que no debería haber pasado desapercibido para ninguno de nosotros: “Hay signos de que Alá otorgará una gran victoria al Islam en Europa sin espadas, sin armas, sin conquistas. No necesitamos terroristas, no necesitamos bombarderos suicidas…, lo lograremos con los vientres de nuestras mujeres”.

Las declaraciones de Gadafi se oyeron pero no se escucharon a pesar de la clara evidencia sobre lo que acontece en Europa. Tanto es así, que si no se toman medidas al respecto –y no parece que exista voluntad por parte de los que actualmente nos gobiernan-, el legado cultural que nuestros hijos y nietos van a heredar será totalmente diferente al que nosotros recibimos, pues si no hay una respuesta inmediata de los gobernantes, apoyando a la familia como célula base y dando prioridad a esas familias españolas con ayudas a la natalidad y a la educación de los hijos, nuestra civilización cristiana y occidental tiene los días contados.

Según estudios realizados a lo largo de la Historia y publicados en distintos países europeos, para que una cultura como la nuestra perdure más de un cuarto de siglo, tiene que haber una tasa de natalidad de más de dos hijos por familia europea. Si esta tasa es más baja, esa cultura sufriría una caída en picado. En otras palabras, si una pareja europea tiene un solo hijo, y ese hijo engendra también un solo hijo, tendríamos el doble de padres que de hijos, y eso significaría un solo nieto por cada cuatro abuelos.

En 2007, en Francia, la tasa de natalidad de origen francés fue de 1,8; en Inglaterra de origen inglés de 1,6; en Grecia de origen griego de 1,3; en Alemania de origen alemán de 1,3; en Italia de origen italiano de 1,2; y en España de origen español de 1,1. Conclusión, que en una Unión Europea conformada por 31 países, la tasa de natalidad de origen europeo fue de 1,38 niños por familia, y los estudios históricos nos dicen que esa cifra tan exigua no garantiza nuestra cultura. Dentro de pocos años, Europa tal como la conocemos, dejará de existir.

Sin embargo, la población del viejo Continente en general no está disminuyendo ¿Por qué? Pues debido a la inmigración musulmana. Desde 1990, el 90% del crecimiento vegetativo en Europa se debió a la inmigración musulmana. En Francia, de origen francés, 1,8 hijos por familia, mientras que los musulmanes 8,1 hijos por familia. En el sur de Francia, tradicionalmente la zona del mundo donde había más iglesias, ahora hay más mezquitas que iglesias. De los niños y jóvenes con edades comprendidas entre 0 y 20 años, el 30% son musulmanes. En las grandes ciudades como Niza, Marsella y París, esa tasa llega al 45%. O sea, que con esta tendencia en 2027, uno de cada cinco franceses será musulmán, y en apenas 39 años, Francia será una república islámica.

Pero hay más; en los últimos 30 años, la población musulmana de Gran Bretaña aumentó de 82.000 a 2.1 millones, o sea, treinta veces más. Hay más de 1.000 mezquitas, y muchas de ellas son antiguas iglesias.

En los Países Bajos el 50% de los recién nacidos son musulmanes y, con esta tendencia, en sólo 15 años la mitad de la población será musulmana

Actualmente en Bélgica, el 25% de la población y el 5% de todos los recién nacidos son musulmanes. El gobierno belga ha declarado que un tercio de los niños nacidos en Europa en el año 2025 nacerán en una familia musulmana.

El gobierno alemán, el primero en hablar abiertamente, declaró recientemente: “La disminución de la población alemana ya no puede ser detenida, esta espiral descendente no se puede revertir. Alemania será un estado islámico para el año 2050”.

Actualmente hay 52 millones de musulmanes en Europa. El gobierno alemán ha dicho que se espera que este número puede duplicarse en los próximos veinte años.

En los Estados Unidos, la tasa de natalidad es de 1,6 hijos por pareja de origen estadounidense. Gracias a la llegada de la inmigración procedente de los países iberoamericanos, la tasa sube a 2,11, el mínimo necesario para mantener la cultura existente. En 1970, había 100.000 musulmanes en los Estados Unidos, ahora son más de 9 millones.

La Iglesia Católica ha declarado recientemente que el Islam acaba de superar en número a los creyentes católicos. Las estadísticas muestran que dada la tasa de crecimiento del Islam, ésta será la religión dominante del mundo dentro de cinco o siete años.

O damos voz a todos los que estén dispuestos a invertir esta tendencia, y escuchamos a todos aquellos que piensen que nuestra civilización sin niños está condenada a la servidumbre primero y a la muerte después, o lo que es ahora solo una tendencia en pocos años será una realidad.

En España, muchos son los factores que influyen en el bajo índice de natalidad: Sueldos bajos, precariedad laboral, divorcios, abortos y, sobre todo, una propaganda a través de los medios del sistema contra la familia, y que ha fomentando insistentemente el egoísmo personal que nos ha llevado a una clara y notable deshumanización. Las familias europeas y en nuestro caso españolas, no quieren engendrar hijos entre otras cosas por el egoísmo de vivir más cómodos y sin responsabilidades, y sin embargo, trabajan para pagar impuestos que, además de alimentar a la casta política, sirven para que los hijos de los musulmanes que no dejan de crecer en número, tengan, al amparo de nuestras propias leyes y de forma prioritaria por tratarse de familias numerosísimas, ayudas sociales de toda índole en el ámbito estatal, autonómico o local.

Cuando se abordan estas cuestiones no se trata de racismo ni xenofobia como algunos quieren hacer creer, sino sentido común, pues aunque las urnas no reflejen el descontento de los españoles cuando ven que tienen menos derechos que esos musulmanes con mayor número de hijos, y a pesar del silencio que guardan los medios de comunicación en este sentido, cualquier trabajador español al cabo de la calle, percibe en los colegios, en los hospitales y en cualquier oficina de los diversos organismos públicos, esa clara y notable discriminación.

O elegimos en las urnas a una formación que apueste por la familia tradicional, y fomente seriamente la natalidad con ayudas estatales a los niños españoles, o a la vuelta de unos años se harán realidad las palabras de Muamar el Gadafi. Si Francia está camino de ello, y Alemania e Italia ya tienen un pie en la tumba, tiremos los españoles de refranero al tiempo que nos damos un paseo por la bella Cataluña, para ver por última vez si nadie lo remedia, la plaza de toros Monumental que quieren convertir en mezquita: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.