Fue precisamente Alfonso Guerra -antes de los graves escándalos socialistas de corrupción en la etapa de Felipe González-, el que profetizó el futuro mas inmediato de la nación española: “Cuando pasemos los socialistas por el poder, a España no la va a conocer ni la madre que la parió”. No le faltaba razón al de la chaqueta de pana, entre otras muchas cosas, la consigna estaba clara, ignorar la palabra España y avergonzarse de ser español. Los medios informativos, por una parte, y la educación formativa de los centros de enseñanza, por otra, coincidieron en ir apartando de la conciencia individual o social la idea de España.

Tanto es así, que se puso en marcha toda la maquinaria política para sepultar todo aquello que genuinamente fuese español, hasta tal punto, que se han prohibido las corridas de toros en Cataluña y San Sebastián, ante el silencio cobarde y cómplice del “bipartidismo”, so pretexto de evitar la violencia que se ejerce sobre los animales, y mientras, muchos de los que se escandalizan de esa sangre, son los que vitorean, ensalzan, homenajean y enaltecen a los terroristas y a los asesinos y, al mismo tiempo, estarían dispuestos a que en el lugar que ocupa una plaza de toros emblemática como la Monumental de Barcelona, se pueda levantar una de las mezquitas más grandes de Europa, por consiguiente, ni un solo pero a una doctrina que asesina a los infieles, somete a las mujeres desde que nacen hasta que mueren, ahorca a los homosexuales y mutila a los ladrones.

Pero, todos los españoles incluida “la casta”, sabemos que esa reivindicación contra la tortura de los toros bravos no es más que una patraña y una ponzoñosa mentira, un pretexto para enmascarar las verdaderas razones que se esconden tras esa milonga, para acabar definitivamente con la Fiesta Nacional de España, de lo contrario, díganme, ¿Por qué se solicitó también la desaparición de los monumentos al toro, que forman parte del paisaje de nuestra Red Nacional de Carreteras?

Es a todas luces escandaloso e intolerable, que los que se rasgan las vestiduras ante el cierre de empresas y el creciente número de desempleados, no abran la boca ni tengan una sola palabra de crítica, contra los que intentan, por motivos meramente políticos, no sólo acabar con las corridas de toros, sino arruinar y hacer desaparecer miles y miles de puestos de trabajo que se derivan de la cría y la lidia del toro bravo en España, principalmente en Andalucía.

Yo particularmente no soy aficionado al mundo taurino, pero sin embargo, como español y como defensor a ultranza de nuestra cultura y nuestro idioma, me duele y me enerva que cuatro miserables, crecidos por la cobardía de los que nos gobiernan, intenten arrancarnos también algo que simboliza incluso parte de nuestro vocabulario familiar y cotidiano; locuciones que se usan a diario en cualquier rincón de España como por ejemplo: Hacer novillos; coger el toro por los cuernos; darle la puntilla; saltárselo a la torera; ponerse el mundo por montera; mirar al tendido; entrar a matar; cambiar de tercio; echar un capote; ver los toros desde la barrera; ser devuelto a los corrales; blandear de los cuartos traseros; vista y al toro; cobardear en tablas; salir por la puerta grande; rematar la faena; estar para el arrastre; cortarse la coleta, entrar al trapo; escurrir el bulto; estar al quite; lanzarse al ruedo; a toro pasado, etc.

De este progresivo deterioro del sentir nacional en nuestra sociedad, hay datos y hechos escalofriantes que lo prueban: La palabra España ha sido sustituida por estado; la palabra español por ciudadano; el himno nacional es silbado y abucheado vergonzantemente; colocar la bandera nacional en determinados lugares, es motivo de tensión y violencia, cuando no es arrancada, quemada y pisoteada; cualquier fiesta autonómica, tiene mas difusión en los colegios y recibe más apoyo político y mediático, que la Fiesta Nacional de España. Por otro lado, en la educación y formación de los niños, la idea de España carece de toda importancia. En el esquema de una formación integral y positiva, se fomenta y se alienta a que los niños y jóvenes asuman obligaciones para con la Iglesia, oenegés, partidos políticos, sindicatos, etc. Y sin embargo, no se inculca ni se imparte, como en cualquier nación del mundo, ese digno respeto que los ciudadanos deben tener a su Patria.

Dentro de esta estrategia que nos domina, se admite más positivamente, defender Kuwait, intervenir en los Balcanes, en Irak o perseguir a los talibanes, que acabar de una vez por todas con la corrupción política, con el hambre, con los desahucios, con el paro, con la droga, con los asesinos etarras, sus cómplices y encubridores, y los nacionalismos separatistas que padecemos.