España aplasta a Irán en su debut en el Mundial de baloncesto (60-90)
España debutó con ganas. Con ganas de comenzar la Copa del Mundo. Con ganas de demostrar su condición de favorito. Y con ganas de acabar cuanto antes y con todos los jugadores que participaron sanos. Que no es poco ante unos rivales que, en ocasiones, midieron mal su ímpetu hasta convertirlo en peligroso.
El día prometía fiesta. Con la ilusión del estreno y sin la tensión de vivir un duelo trascendental, la afición española abarrotó el Palacio de los Deportes de Granada con ganas de juerga. La misma que se vivió durante toda la tarde en los alrededores del recinto deportivo y la necesaria para un partido que, por la diferencia entre los locales e Irán, apuntaba a soporífero por mucho que los de Orenga pusieran todo su empeño en evitarlo. Hasta el rey Juan Carlos se animó a presenciar el choque, como muestra del apoyo de la Casa Real al torneo y a la selección, igual que hizo días antes Felipe VI al acudir al último partido de preparación de ‘La Roja’ ante Argentina en Madrid.
Los persas está más pendiente de los Juegos Olímpicos Asiáticos, en los que será cabeza de ratón, que de un Mundial en el que la composición del grupo en el que ha ido a caer no le da la más mínima opción de pasar de ronda. En este torneo sólo puede encontrar el estímulo de derrotar a Egipto y ser el mejor de los eliminados. Porque es tanta la calidad que le separa de las otras cuatro selecciones que únicamente un jugador como Hamed Haddadi cuenta con el acicate de compararse con los postes rivales y de intentar superarles en algunas jugadas.
Juan Antonio Orenga no arriesgó lo más mínimo. A Felipe Reyes no le dejó ni calentar. El pívot cordobés probó el estado de su gemelo izquierdo con unos pequeños saltos antes de calentamiento y se sentó en el banquillo a ver a sus compañeros. No merecía la pena más esfuerzos inútiles. Habrá una ocasión mejor y más trascendente para alcanzar su internacionalidad 200. Lo mismo pasó con Serge Ibaka, que tampoco jugó por una sobrecarga. Con este panorama, Víctor Claver tuvo que ayudar en las rotaciones interiores con los hermanos Gasol. Sí debutó Álex Abrines, el nuevo ‘chico de oro’. Comenzó el segundo cuarto, y estrenó su cuenta anotadora con el equipo nacional tres minutos después. Otra figura ganada para la causa.
El partido duró, como cantaba Joaquín Sabina, “lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks”, la radiografía de un suspiro. Exactamente, los 59 segundos que le costó a Pau Gasol anotar el primer punto de España en este Mundial. Los iraníes podrán contar que dominaron el partido en dos ocasiones (3-2 y 6-4) y que vieron cómo un ‘allstar’ poseedor de dos anillos les trató con el respeto que se merecían, jugando a su mejor nivel para cerrar el partido (9-21) en los apenas siete minutos que disputó en el primer cuarto. El ‘4’ logró 12 puntos sin fallo alguno en ese tiempo (acabó con unos impresionantes 33) y dio una sensación de dominio absoluto del partido, que no tenía sólo que ver con la superioridad sobre cualquiera de sus pares, sino con un talento del que pocos pueden presumir, y menos en este torneo.
El partido fue cosa de uno, pero hay que agradecer el esfuerzo de Haddadi y de Kamrani por complacer a su pequeña pero ruidosa hinchada. El pequeño base persa mostró velocidad, insistencia y el desparpajo de un juvenil pese a sus 32 años y alcanzó los 18 puntos (16 en la primera mitad).
Con el habitual dominio de Pau y Marc (tan aplastante que parece hasta demasiado fácil), Rudy Fernández y Navarro recordaron, por si se le había olvidado a alguno, que los exteriores son buenos. Muy buenos. Junto a Sergio Rodríguez, Ricky y compañía, no sólo están para desatascar, también están ahí para resolver.
El marcador fue lo de menos, apenas alguno lo miró. Era un partido para medir sensaciones. Y fueron positivas. Poco más se podía pedir.
La lectura del Grupo A tras la primera jornada es muy clara. La diferencia entre los cuatro favoritos con respecto a Irán y Egipto es tan evidente que en los días que restan sólo se definirán las posiciones en las que España, Francia, Brasil y Serbia accederán a los octavos de final. La actuación de los anfitriones y la de los de Djodjevic no puede ser valorada por la escasa entidad sus rivales y por la falta de tensión y mínima exigencia de sus respectivos duelos. Los sudamericanos mostraron contra los galos su poderío interior y el valor de tener a un talento de la talla de Marcelinho Huertas para dirigirlos (63-65).Mientras, el campeón de Europa, tras la derrota, necesita recomponerse cuanto antes en la segunda jornada contra los serbios para evitar el peor de los cruces.
El siguiente en pasar por el rodillo español es Egipto. Por fin ha llegado el Mundial para España, aunque el de verdad comenzará el lunes contra Brasil.