“Narcotráfico, S.A.”
Aunque la mayor parte de las noticias sobre tráfico y aprehensiones de drogas están desde hace mucho tiempo al alcance de las agencias de noticias, y por lo tanto del público en general, los ciudadanos tienden a concebir el mundo del tráfico de estupefacientes como una película de “buenos” y “malos”; contrabandistas, hampones a sueldo, o mafiosos dedicados a la política. No cabe duda de que sí, sí existen estos individuos, pero son sólo peones de un monstruo cuya cabeza está tan alta, tan camuflada y tan bien protegida, que cortarla resulta una misión casi imposible.
El narcotráfico es el segundo negocio del mundo por sus dimensiones, sólo superado por el petróleo. Las piezas que componen el rompecabezas que debemos armar para entender su funcionamiento no es tarea fácil.
El tráfico de drogas, aparte de ser la agencia de subversión y estafa más grande del mundo, es controlada y dirigida por un solo grupo de individuos perversos cuyos nombres y filiaciones las dio a conocer Lyndon LaRouche en su libro best-seller: “Narcotráfico, S.A.”. Como resultado de ello, a LaRouche le han querido “picar el billete” dentro y fuera de Norteamérica. De esos intentos son ejemplo el complot que dirigiera el Negociado Federal de Investigaciones (FBI), según se admite en documentos oficiales dados a conocer posteriormente, y la operación oficial estadounidense de 1983–1988 ejecutada al amparo de la orden presidencial: 12333.
Lyndon LaRouche nació en 1922 en Rochester (EE.UU). Economista, escritor y filósofo. Fundador en 1974 del semanario “Executive Intelligence Review. Sus estudios, investigaciones y conclusiones, sirvieron en parte al periodista de investigación Daniel Estulin para su obra magistral: “Club Bilderberg”. Casi todos sus pronósticos políticos se acaban cumpliendo, por lo que LaRouche es hoy un referente para millones de personas a nivel mundial. De sus últimas conferencias, entrevistas y apariciones en los medios se desprende, la llamada angustiosa que lanza a todos los gobiernos: “El mundo se enfrenta al peligro inminente de una Tercera Guerra Termonuclear impulsada por el Imperio británico, Obama, y Netanyahu…”.
Cientos de investigadores en el mundo dirigidos por LaRouche, indagaron sobre el negocio del narcotráfico hasta llegar a sus orígenes. Se iniciaba una campaña internacional contra el hampa y el tráfico de drogas. La columna vertebral del libro “Narcotráfico, S.A” (en inglés), fue el informe: “A National Strategy to Control Crime” (Una Estrategia Nacional para el Control del Delito) publicado en octubre de 1978. En 1985 apareció la segunda edición (en español). El libro estuvo prohibido en Venezuela por apuntar muy alto, ya que ponía en el punto de mira a la familia Cisneros, a quien se le atribuyen muy buenas relaciones con el ex presidente del gobierno español Felipe González.
El trabajo de investigación de “Executive Intelligence Review” no le salió gratis a LaRouche. En diciembre de 1988 fue declarado culpable de conspiración y encarcelado desde 1989 a 1994, después de un juicio político que el jurista alemán profesor Friedrich A. Freiherr von der Heydte dijo en 1989 que era comparable con el escándalo del caso del capitán Alfred Dreyfus, de Francia: “Todo lo que hemos podido averiguar acerca del juicio contra Lyndon H. LaRouche no ha sido más que otro doloroso recordatorio de que la explotación del sistema judicial para alcanzar fines políticos es, por desgracia, un método usado repetidas veces en nuestros días tanto en Occidente como en Oriente”.
Pero, vamos con LaRouche y su libro “Narcotráfico, S.A. Se estima que en 1978 y a nivel mundial, la heroína manejó 25.000 millones de dólares. Para hacernos una idea, el negocio mundial de oro y diamantes juntos, movió ese mismo año 12.000 millones de dólares, la mitad que la heroína, por lo tanto, podríamos hablar de que el negocio de la droga mueve alrededor del 20% del comercio total mundial, y una buena parte de la banca internacional y de las operaciones financieras conexas, se creó con la sola finalidad de lavar dinero sucio, y esto sólo es posible –dice LaRouche-, si se disfruta de la protección soberana de un imperio y de un buen puñado de gobiernos.
Ahí tenemos Gibraltar, ¿qué es Gibraltar a parte de la prueba evidente de que la Unión Europea es una farsa, donde el Imperio, sin el euro como moneda se sirve a la carta? Gibraltar es un trozo de España convertido en colonia del imperio británico que se pasa las resoluciones de la ONU por el forro de sus caprichos, y a la que servimos de nodriza con mano de obra, material y servicios, por la sed de venganza de Felipe González abriendo la verja, y la bajada de pantalones de los gobiernos de la democracia española que le han brindado y le brindan todo tipo de suministros. Una cueva de forajidos y mafiosos, convertida en paraíso fiscal para lavar dinero sucio procedente de negocios muy oscuros de los que no se habla, y que nos quieren hacer creer que sólo se dedican al contrabando de tabaco por ser lo que le afecta directamente a Montoro y su voracidad recaudadora, para mantener a “la casta”, sostener las autonomías y pagar la deuda.
Después de leer el libro de Lyndon LaRouche –muy recomendable-, se puede llegar a la conclusión de que la entrada y propagación del consumo de drogas en España, ha obedecido y obedece a una estrategia perfectamente diseñada y estudiada para destruirnos como nación y como unidad de destino. Tanto es así, que cabría preguntarse, ¿quién introdujo por primera vez la droga en nuestro país? ¿Hubo un interés especial por degradar y anestesiar a los ciudadanos españoles, y matar así su capacidad de reacción frente a la felonía de los traidores a la Patria? ¿Forma parte todo esto de un plan de ingeniería social para acabar con nuestra civilización cristiana y occidental? Creo que ya va siendo hora de que echemos un vistazo y analicemos detenidamente, cómo los tentáculos de “Narcotráfico, S.A.” han alcanzado literalmente todos los rincones de la geografía española sin que se libre ni la más pequeña aldea.
Las películas “La quinta del porro” o “El pico” entre otras, fueron los mensajes de OK; la señal inequívoca de que los peones de “Narcotráfico, S.A”, de la mano de la democracia, habían triunfado con su plan de expansión en España como ya lo habían hecho en muchos países de Europa. En la década de 1980 y tras los terribles efectos del “porro” -políticamente subestimado-, se dio entrada a la heroína, droga que se ha llevado ya por delante a miles de jóvenes españoles, e hizo subir los índices de delincuencia hasta situarlo en un punto desconocido hasta entonces para los que nacimos durante el anterior régimen. Las cárceles españolas que actualmente cuentan con una población reclusa de 76.000 internos, albergaban en 1975 la cifra de 8.400 reclusos en todo el territorio nacional, de ahí, y en apenas cinco años, contaron con cerca de 30.000 internos hacinados y en condiciones infrahumanas, en su mayor parte por delitos relacionados con las drogas.
A partir de aquí, pasaron a formar parte del paisaje urbano y rural -además del tráfico y consumo de hachís, marihuana y heroína-, el LSD, las anfetaminas, el éxtasis, la cocaína, y otras drogas de diseño que, junto a los accidentes de tráfico provocados en gran parte por la ingesta de estas sustancias y alcohol, siguen sembrando de cadáveres todos los cementerios de España. Los resultados están a la vista, y los efectos destructivos y desoladores también. Según la DGT, el 36% de los conductores de vehículos sometidos a controles preventivos de droga en lo que llevamos de 2014 ha dado positivo. Este porcentaje se eleva hasta el 50% en el caso de los controles de sustancias, que se realizan a los conductores implicados en accidentes de tráfico. El panorama silencioso pero estremecedor, es solamente comparable al de una guerra o una pandemia, pero exterminando a la gente sin virus ni armas, muy lentamente, y sin final a la vista.
Como españoles y como padres de familia, a la vista de la decadencia que ha sufrido nuestro pueblo y ante el importante pero imprevisible cambio político que se avecina, es hora de hacer balance sobre este cáncer de la droga, solamente ensombrecido por el terrorismo vasco de la ETA, la burbuja inmobiliaria, el mundial de fútbol, la crisis y las altas cifras de desempleo, la abdicación del rey, y una corrupción política literalmente institucionalizada.
La droga ha entrado y sigue entrando en nuestro territorio por tierra, mar y aire; la mayoría de los españoles no entendemos de estadísticas que con tanta facilidad “la casta” maneja, pero lo que es evidente, es que la drogadicción va en aumento a pesar de la inversión millonaria en programas de desintoxicación y reinserción. Y “la casta” –a tenor de la puesta en libertad de peligrosos narcos-, prefiere que siga la sangría antes que enfrentarse abiertamente y con gallardía, con ese monstruo dominador del mundo que se alimenta con nuestra sangre.
Mientras unos se esfuerzan por explicar los terribles efectos y secuelas que las drogas ejercen sobre la salud de las personas, y la ruina que supone para las economías familiares, otros, en sus programas electorales abogan y luchan por el reparto gratuito de esas sustancias.
Las palabras de médicos especialistas en toxicología, psicología y psiquiatría sobre las graves consecuencias del consumo de drogas, se oyen pero no se escuchan; la “telebasura” ya se encarga concienzudamente de mitigar esas voces, porque, díganme, ¿no es precisamente en esos programas perfectamente ensayados y dirigidos por las mafias que controlan los medios, donde se presenta a personajillos descerebrados que con risotadas y mofas manifiestan su adicción a la marihuana y a la cocaína?
Si en 2001 ya sabíamos que un ejército de 6000 mafiosos formaban los 209 grupos del crimen organizado en España moviendo nada menos que un billón de las antiguas pesetas, y que los asesinatos por ajustes de cuentas entre “capos”, “cagones” y “camellos” se habían convertido en el pan nuestro de cada día, ¿por qué ha sido políticamente incorrecto preguntar por las razones que nos habían conducido hasta aquí exponiendo las mismas?
Mientras guardias civiles y policías se juegan la vida para detener a peligrosos narcos, éstos son liberados “felizmente” sin castigo ejemplar para los responsables políticos y judiciales. Conocemos procesos judiciales como aquel que en 2009 instruía “casualmente” el ex juez Garzón contra narcos en prisión preventiva, que por dormirse el sumario en los cajones de su mesa, transcurrió el tiempo fijado por la ley para esa privación de libertad (dos años), teniendo que liberar a los procesados.
Los que conforman el “bipartidismo”, han hecho causa común ante la reciente puesta en libertad de 53 peligrosos narcotraficantes que cumplían condena en cárceles españolas, como si existiese un acuerdo tácito entre todos ellos para guardar silencio.
La sociedad española condenada al paro, los desahucios y los contenedores de basura, e inmersa en un estado de podredumbre y corrupción institucionalizada, sigue padeciendo el cáncer de la droga que se nos antoja incurable; los alijos siguen entrando incluso a bordo de buques insignia de la Armada española, o desaparecen sin dejar rastro de dependencias policiales, como los 774 kg sustraídos en Sevilla, Málaga y Cádiz desde 2008.
Las mafias del narcotráfico y una amplia red de colaboradores a sueldo, se enriquecen y llenan a rebosar las arcas de “Narcotráfico, S.A.” con el fruto del trabajo de los españoles, y además, somos también nosotros los que ponemos las víctimas que son nuestros propios hijos y nietos.
La repetición de estos acontecimientos sin que nadie ponga fin a esta sangría, me hace pensar que una élite de malnacidos sin escrúpulos morales, están interesados en que los jóvenes sigan “distraídos” en la realización de sus particulares ”rutas” de alcohol, música estridente y drogas, mientras ellos se enriquece y guardan sus fortunas en paraísos fiscales. Y es que a lo que más temen los que se dedican a degradar al hombre, es a que ese hombre piense, porque si piensa, estorba.
La cita con las urnas está nuevamente a la vuelta de la esquina; nadie puede llamarse a engaño sobre este cáncer silencioso devorador de seres humanos, por lo tanto, yo invito desde aquí a todos aquellos españoles sensatos y coherentes, y en especial a los que hayan sufrido en nombre propio o en su familia los efectos devastadores de la droga, que busquen la opción que con toda claridad y sin ambigüedades declare la guerra sin cuartel a ese “monstruo” y a toda su estructura criminal, proponiendo la cadena perpetua para todo el que caiga en manos de la Policía y la Justicia y sea declarado culpable –no por tráfico o contrabando de drogas como hasta ahora-, sino por crímenes contra la humanidad.
Otro artículo esencial que será, quizá dentro de algunas décadas, historia viva de España. Un documento esencial que dice solo la verdad, la más pura verdad.
Gracias, señor Román.
Que pedazo de artículo. La exposición sobre el tema tan preocupante de la droga que hace su autor es de matrícula de honor. No deja lugar a dudas sobre quienes están detrás de esta lacra. Después de leer esta lección magistral, puedo llegar a entender con mucha más diafanidad, por qué los partidos del sistema hacen oídos sordos a crímenes tan abyectos como el de la niña Sandra Palo, y toda su compresión, benevolencia y lenidad son para los autores del vil asesinato. El “rafita” y el “malaguita” son sus pequeños monstruitos, criados con biberón y vitaminados desde la cuna… Leer más »