¿Nueva Gamazada en Navarra?
Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), el establishment navarro sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, económica, universitaria y mass media de Navarra”, lobbys de presión que estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a ultranza de la “unidad identitaria de Navarra” y que tendría su plasmación práctica en la perpetuación “sine die” del sistema feudal político-económico imperante en Navarra desde la Guerra Civil del 1939.
Así, cerca de 100 familias o clanes familiares dominarían todos los centros de poder económico, político, universitario y mediático de la Comunidad Foral, aunque tan sólo serian satélites orbitando en la esfera de gravedad del Opus Dei, élite Alfa que habría fagocitado todas las sub-élites del establishment navarro convirtiendo a la Comunidad Foral en un coto feudal en pleno siglo XXI, es decir, una distopía de naturaleza real (no ficticia). El término distopía fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill en contraposición al término eutopía o utopía, empleado por Tomas Moro para designar a un lugar o sociedad ideal.
Así, distopía sería “ una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”. Las distopías se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos enmarcados en sistemas seudo-democráticos donde la élite gobernante (establishment) se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual , no dudando en restringir los derechos básicos de la ciudadanía y estigmatizar a todos los sectores refractarios a la doctrina oficial del establishment navarrista con el anatema recurrente de su presunta filiación proetarra , de lo que sería paradigma el controvertido informe de la Guardia Civil sobre el Profesorado del Modelo D, (modelo educativo que utiliza el euskera como lengua vehicular).
Navarra, cuestión de Estado
En el plano político, Navarra sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron “manu militari” a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico y la unidad indisoluble de España, pasando Navarra desde entonces a ser considerada “cuestión de Estado” por lo que cualquier cambio institucional que se pueda producir en el viejo Reyno foral deberá contar con el visto bueno del establishment del Estado español.
Así, la noche del 5 de Julio del 2007, tras el acuerdo provisional alcanzado entre PSN, Nabai e IU y que contaba con la aprobación casi unánime del Comité Regional del PSN (104 votos favorables y uno en contra) y las bendiciones del propio Zapatero, la sociedad navarra se durmió en la creencia de que amanecería con un “Gobierno de Progreso “que finiquitara el atavismo navarrista de los sucesivos gobiernos de UPN”.
Sin embargo, tras la llamada urgente de Jaime Ignacio del Burgo al Secretario de Organización del PSOE José Blanco en la que le recordó el acuerdo tácito alcanzado tras el Tejerazo, el PSOE nacional desautorizó dicho Pacto (Agostazo) y ordenó a los socialistas navarros que se abstuvieran en la votación para permitir que el candidato navarrista de UPN, Miguel Sanz fuera investido Presidente de Navarra, decisión que cristalizó posteriormente en la ruptura UPN-PP.
Posteriormente, el PSN adoptó en el Parlamento Navarro de la estrategia de “acoso y derribo” del Gobierno minoritario de Barcina y la difusión de la tesis de la implementación de un hipotético “Gobierno de Progreso” PSN-Nafarroa Bai-IU que daría prioridad a la regeneración de la clase política y a la revitalización del llamado “Estado social y democrático de Derecho” tras las celebración de nuevas elecciones forales.
Así, ante la implosión del “affaire Goicoechea”, el PSN por medio de Jiménez planteó a Barcina la disyuntiva de dimitir y convocar elecciones o ser defenestrada mediante la presentación por los socialistas de una moción de censura contra ella, pero la larga sombra del Tejerazo de 1987 volvió a cernirse sobre el viejo Reyno y el PP valiéndose del endemismo recurrente de la existencia de ETA y su filiación ideológica con Bildu, hizo imposible el intento de instaurar en la Comunidad Foral un acuerdo de Gobierno Progresista (PSN-IU-EB-Nabai-GeroaBai) con el apoyo tácito de Bildu, (Marzazo), imposibilidad refrendada por el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, al declarar que “Navarra es estratégica para España porque ETA siempre ha tenido como objetivo la anexión a la CAV, por lo que todo lo que sea poner en cuestión o en riesgo la singularidad de Navarra, es de alguna manera, contribuir al objetivo que perseguía ETA”.
Navarra bajo la tutela del Gobierno central
Con el actual Gobierno navarrista de Yolanda Barcina se habría producido una clara sumisión de UPN a los dictados del Gobierno del PP, pues debido a su minoría parlamentaria en la Cámara navarra habría llegado a un acuerdo tácito con el Gobierno central para frenar las leyes que apruebe el díscolo Parlamento navarro mediante el recurso sistemático ante el Tribunal Constitucional, basándose en el artículo 161.2 de la vigente Constitución que señala que “el Ejecutivo central podrá impugnar ante el Tribunal Constitucional las disposiciones y resoluciones adoptadas por los órganos de las CCAA” (de lo que sería paradigma la reciente sentencia del Tribunal Constitucional sobre el impuesto a la energía eléctrica, contraria a la capacidad tributaria de Navarra según el prisma jurídico navarro), y que ha supuesto “de facto” el vaciar de contenido las competencias legislativas de la Cámara foral y convertir a Navarra en una Comunidad tutelada por el Gobierno central.
Asimismo, estaríamos en la antesala de un severo recorte de la capacidad de la Cámara Foral para legislar impuestos (autogobierno fiscal navarro), que se enmarcaría en el contexto de la instauración de una nueva Doctrina autonómica por parte del establishment dominante del Estado español, doctrina que consistiría en la implementación de un Estado seudofederal basado en el democrático e igualitario café para todos y que contará con las bendiciones del PSOE pero que sería un misil en la línea de flotación de la pervivencia del régimen foral diferenciado navarro y su capacidad auto-gestionaria.
Así, la reciente demanda presentada por el Gobierno central ante el Tribunal Supremo exigiendo la devolución de Navarra al Estado de la recaudación del IVA de VW-Navarra entre los años 2007-2011 (1.500 millones €, equivalente al 40% del presupuesto anual de la Comunidad Foral), supondría “de facto” la declaración de default por la Comunidad Foral y la asunción de competencias básicas como Educación y Sanidad por el Estado central, siendo previsible que dicho contencioso finalice con la retirada del recurso ante el Supremo por el Gobierno central como gesto de buena voluntad del Gobierno de su Borbónica Majestad, aunque permanecería vigente el riesgo de la aplicación de nuevas restricciones al autogobierno de la Comunidad Foral en las próximas negociaciones sobre la renovación del Convenio Económico Navarra-Estado ante la cruzada mediática de UPyD y la Comunidad de Madrid acusando al régimen foral de “insolidaridad fiscal con el resto del Estado”, medidas constrictivas que podrían convertir a la Comunidad Foral en un autogobierno devaluado, enconsertado y sometido a los dictados del Gobierno Central o Tribunal Constitucional de turno, por lo no sería descartable la reedición de la Gamazada ( reacción popular de la ciudadanía navarra contra la intentona del ministro español Gamazo de suprimir el régimen fiscal navarro establecido en la Ley Paccionada de 1.841).
Todo ello hipotecará el devenir político del viejo Reyno lastrado por la esquilmación de las arcas forales durante los sucesivos mandatos de Miguel Sanz y la entrada en números rojos de la Hacienda foral con una deuda estimada de 3.500 millones € para finales del 2014, y dado que la miopía política de los partidos de la oposición navarra les impedirá articular una candidatura unitaria alternativa al atavismo endémico de UPN-PSN y capaz de instaurar un “Gobierno de Progreso en Navarra” tras las próximas elecciones forales del 2015, asistiremos a la división de la sociedad navarra en dos bloques antagónicos e irreconciliables que impedirá reeditar en la próxima década la frase de Shakespeare : “Navarre shall be the wonder of the world “(Navarra será el asombro del mundo)”.