España no recupera la magia perdida en Brasil (2-1)
España no consigue encontrar la magia perdida en Brasil. Aún la tiene, como esos mecheros que conservan algo de gas, y cuando tiene un chispazo hace arder lo que se ponga delante. El problema es que ya las chispas no tienen continuidad. El reflejo de ello es su capitán, 158 veces internacional y leyenda de España. En sólo seis minutos Iker Casillas pasó de santo a diablo. La magia la tiene, la siente y la nota, pero a veces ya no la controla.
Tras dejar con la boca abierta a los presentes en el pequeño Pod Dubnom de Zilina con su parada a bocajarro de Mak, minutos después Kucka logró batirle después con un golpe franco lejano, centrado. Quizá la bola hizo un extraño, por la velocidad y potencia, pero iba al centro de la portería y a esa altura… A Iker antes del Mundial sólo se le recordaba un fallo así con ‘La Roja’. Un lunar ante Serbia, que condujo a la repesca, en 14 años. Desde que puso un pie en Brasil, el meta tiene dudas. Como el resto de sus compañeros, mayoría de titulares en Maracana, que volvieron a perder un duelo de fase de clasificación tras tocar fondo hace ocho años en Suecia.
Eslovaquia prescindió de Stoch, el niño prodigio, para reforzar la contención con un tercer central como Gyomber que realmente se colocó como pivote delante de la línea de cuatro. En ella estaba Skrtel, que en el primer minuto ya le pegó tres a Costa, como aviso de lo que le esperaba al punta del Chelsea. Del Bosque insistió con Costa, en su día más entonado con España, pero manteniendo la idea mostrada ante Macedonia con Iniesta en el centro buscando el último pase e intentado finalizar las jugadas con disparos de media distancia. Ambos fueron los dos mejores del equipo y el delantero, muy móvil tirando diagonales, rozó el gol varias veces. La primera antes de las dos acciones mencionadas de Casillas tras una asistencia de Cesc.
España quería equilibrio, pero no lo encontró pese a que Silva jugaba más centrado cerca de Fábregas y Koke. La posesión fue eterna, superó el setenta por ciento, pero no había paciencia para filtrar balones por dentro o para abrir a las bandas pese a que Iniesta regresó a la vieja segunda posición de extremo por el costado izquierdo como había avanzado Del Bosque, aunque ya no juega ahí con Luis Enrique. ‘La Roja’, con un ritmo escaso, no cocinaba el partido, no encontraba resquicios ni por dentro ni por fuera. Cesc, fuera de sitio, no estaba cómodo estático y lejos de aparecer en segunda línea. Muy adelantado para iniciar; demasiado retrasado para llegar. No fue el del Chelsea, no conectó con Costa, como tampoco Koke parece nunca el que luce en el Calderón.
Además, con un rival replegado con diez detrás del balón cada pérdida angustiaba a Del Bosque y Casillas tuvo que poner alguna mano para evitar problemas mayores. La presión adelantada se veía superada con facilidad, Busquets está lejos de su mejor versión y la selección lo nota cuando le toca replegarse. Si a España ya le cuesta superar defensas cerradas y no remonta un partido fuera de casa desde 2009 ante Austria, era complicado que lo lograse a esa velocidad. Sus mejores ocasiones fueron, curiosamente, a balón parado. En saques de esquina, finalizados sin acierto por Albiol, en el área pequeña, Busquets y el propio Costa. En varios casos fue más mérito de Kozacik, que encontró en el camino de
Alcácer: «Queríamos hacer el segundo y nos ha costado la derrota»
Alcácer sigue enrachado
El gol de los eslovacos les hizo crecer mientras a España el tanto les nubló la visión, sin que nadie pareciese capaz de erigirse en la guía que necesitaba el equipo. Regresó España de la caseta a la carrera, con el capitán encabezando el grupo en medio de un silencioso campo. Cesc tuvo el empate en una buena asistencia de Juanfran llegando a la línea de fondo pero Kozacik seguía opositando a que el 9 de septiembre pasara a ser el mejor día de su carrera. Su parada junto al poste a remate Costa, que conectó más con Koke en el segundo acto, la podrá enseñar a las futuras generaciones. Llegó la noticia de que Luxemburgo ganaba y Del Bosque puso más pólvora dejando sólo tres defensas específicos. Pedro y Alcácer por un gris Silva y Albiol, pasando Busquets a ayudar más a Piqué. Poca velocidad para frenar las contras eslovacas, lanzadas por Hamsik buscando los espacios a la espalda de Alba.
Acogotaba España a los locales, balas en los contragolpes pero sin la pausa necesaria para concretarlos. Alcácer dejó solo a Costa ante Kozacik, pero no fue capaz de batir al héroe local. Tuvo que ser él mismo el que lo hiciera. Pidió la bola a Alba, hizo el movimiento, la controló Alcácer, demostrando por qué luce el ‘9’. El empate, y más viendo que el goleador estaba en una posición algo dudosa, parecía un buen botín, pero España lo dejó escapar. En otra internada por la izquierda, donde Hamsik sabía que había una autopista, llegó el mazazo final. Con sólo dos defensas en el césped, ya que Cazorla entró por Juanfran en plena ansiedad por el empate.
Stoch, el niño prodigio eslovaco que tuvo que esperar a cumplir los 16 para que le dejaran debutar como profesional, marcó de cabeza ante un Iker al que la pelota le pasó entre las piernas. Se quitó la camiseta, se volvió loco y gritó más fuerte que nunca un gol. Mucho más que aquel que fue elegido mejor tanto del mundo en 2012. Stoch mostró ante la vigente campeona de Europa la magia que se le intuía de joven. Esa que España con el paso del tiempo sigue perdiendo desde Salvador de Bahía sin que nadie logre remediarlo por el momento.