La verdad del Padre don Jesús Calvo
“La verdad, lo verdadero, es eternamente nuevo”. Así comenzaba su intervención el Padre don Jesús María Fabio Calvo Pérez, párroco de Villamuñío (León), la primera vez que tuve la oportunidad de escucharlo en el programa “La Ratonera” de AD. Nunca había oído frase tan sencilla pero tan llena de significado.
Hoy, que se nos habla tanto de mentiras y las verdades se omiten por sistema. Hoy, que se nos bombardea sobre maldades y poco se nos informa sobre el bien común sin ánimo de lucro. Hoy, que sabemos tanto de “chorizos” y mangantes, y tan poco de honrados ciudadanos a pesar de ser una mayoría silente. Hoy, que los medios de comunicación envilecen y encanallan a nuestro pueblo con la “telebasura”, es cuando necesitamos más que nunca de maestros como el Padre Calvo.
Nos desayunamos cada día con una inagotable crónica negra y amarga, y sin embargo, nos vamos a la cama sin tan siquiera dar un ligero repaso a la palabra de Dios.
A nuestra clase dirigente, le incomoda la verdad del Padre Calvo; ellos solo quieren que se hagan públicas sus verdades, y en esas, sus verdades, ya caben todas las mentiras. Y nosotros, hipnotizados por la “caja tonta”, no tenemos ni encontramos un momento para repasar el decálogo de Cristo, con la esperanza de que nos pueda hacer rectificar y volver a tomar el camino correcto con voluntad de vencer al mal.
Nos hemos olvidado de transmitir a nuestros hijos educándolos en servir al bien común, ese amor a Dios y al prójimo del que nos habla don Jesús Calvo; a que sean firmes sin debilidad ante la defensa de nuestros valores, pero humildes y también generosos; a que busquen sus sueños con esfuerzo y disciplina, pero con honestidad y con justicia. Y ahora, fruto de esa dejadez, nos encontramos ante un panorama que difícilmente les permitirá soñar con un futuro esperanzador, y en muchos casos, no podremos esperar de ellos lo que muchas veces olvidamos para con nuestros padres, como por ejemplo, agradecerles simplemente la defensa de la vida, el habernos traído a este mundo, y darnos la oportunidad de vivir.
Atacamos con virulencia a la Naturaleza creada también por Dios, sin darnos cuenta de que sin ella tenemos los días contados, y de que ella se revuelve y se defiende contra esos ataques. Si destruimos lo que Dios ha creado, nos destruiremos a nosotros mismos.
Decía el Padre Calvo que no es lo mismo ofrecer flores que frutos, y no le falta razón. A nuestros jóvenes no se les enseña con la verdad y con ideas dirigidas al bien común en nombre del sacrificio y su recompensa, se les enseña a vivir de la imagen y del cuento. No se les enseña a esgrimir realidades sino apariencia. Y no se les enseña a velar por los intereses nacionales sino a defender egoístamente y en exclusiva los de cada uno.
¿Acaso no es cierto que estos sinvergüenzas de los viajes con dinero público y del enriquecimiento ilícito, nos han arrebatado todas las conquistas sociales logradas durante el régimen anterior, y que nos dirigen a una nueva esclavitud?
Claro que es verdad. Como también es verdad que el crecimiento vegetativo de niños españoles por falta de nacimientos es prácticamente cero; que la sociedad española será en unos años una población de ancianos; que la comunidad musulmana con matrimonios múltiples y decenas de hijos engendrados y parasitando en nuestro presupuesto, están cumpliendo fielmente la sentencia de Gadafi de conquistar Europa con los vientres de sus mujeres.
Verdad es reconocer que se han encendido todas las alarmas respecto a las reservas de la Seguridad Social, y que difícilmente podrán garantizar las prestaciones sociales y las pensiones por jubilación en un futuro casi inmediato. Y mientras, la casta y sus socios del pelotazo se han garantizado su futuro y el de sus próximas generaciones, expoliando las reservas nacionales.
Verdad es que desde Europa se nos ignora cuando Inglaterra –un país miembro a la carta-, no sólo se pasa por la entrepierna las resoluciones de la ONU sobre Gibraltar, sino que nuestro gobierno, bajándose los pantalones e ignorando a nuestros pescadores, se arrodilla ante el Imperio y hace de nodriza buscona para un paraíso fiscal contra los intereses de España.
Verdad es decir a las claras, que apoyarse en una Constitución que nadie respeta ni obedece, para estimular y fortalecer el patriotismo como pretenden algunos cuando llevamos casi cuatro décadas excluyéndolo en las aulas como virtud, es tan tremendamente absurdo como pretender que la Infanta Cristina ingrese en prisión.
Verdad es decir alto y claro que no existe independencia del Poder Judicial, y que mientras en España se pueda eludir la cárcel depositando una fianza, la Justicia no es igual para todos.
Verdad es que nuestra sociedad se moviliza para impedir las obras de un aparcamiento, y ni se inmuta ante la brutal violación y asesinato de la niña Sandra Palo Bermúdez.
Verdad es que el buenísimo, lo políticamente correcto, y la falta de autoridad de nuestra clase dirigente, han convertido nuestras fronteras en la casa de “tócame Roque”, y a España, en un país de papanatas.
Verdad es que nuestra dependencia europea aceptando el euro como moneda, cerrando nuestra industria pesada, sacrificando nuestras vacas, arrancando nuestras vides y dejándonos a merced del turismo, no solamente nos ha empobrecido, sino que ha convertido España en un festival de camareros.
Verdad es afirmar sin miedo a equivocarse, que estamos gobernados por una banda de corruptos en manos de las mafias que controlan el poder mediático; poder que eleva a cultural lo más grotesco y barriobajero de la naturaleza humana, convirtiendo las televisiones en escuelas de la difamación, el insulto, la blasfemia y la mentira.
Verdad es que el nacionalismo separatista se cisca en el Jefe del Estado y en el Gobierno de la nación; y que diecisiete parlamentos autónomos nos han chupado la sangre, y han convertido España en un “manicomio de autogestión”.
¿Acaso no es también verdad, que tenemos una Monarquía sin corona, una Iglesia sin Dios, un Ejército sin patria y una Magistratura sin justicia? Pues claro que es verdad; la verdad sobre España y los españoles es la verdad del Padre Calvo; la verdad que prevalece por encima de la mentira impuesta por los hipócritas y traidores, pues el examen que todos habremos de pasar al caer la tarde de nuestras vidas, no hace sólo referencia a Dios y al prójimo, -como de ordinario se cree-, sino también a la Patria. Y es evidente que aquí han hablado muy poco de Patria, y mucho, hasta sustituir esta palabra, tan llena de significado, por la de estado y país; el estado podrido y corrupto, y el país de las mentiras.
la verdad es atemporal, ni envejece ni muere.
quien acierta vivir en ella lo sabe y lo goza.
no hay verdades, solo hay una, la que es.
las otras son puntos de vista expresivos de la interioridad é interés personal.
muy lejos de la verdad.
la verdad es lo simple, lo que es, nada más.
Igualmente Román.
EL QUE VIVE Y MUERE
EN LA VERDAD
EN VERDAD NO MUERE
¡JAMAS!
Si eres católico apoyas al padre Calvo,si no lo haces eres otra cosa pero católico no.
Muchos de los que han defendido la verdad en contra de la RAMERA ROMANA que esta viviendo y comiendo en vajillas de oro y vasos y copas de oro tambien se ganan el cielo por imitar a Cristo y cumplir los mandamientos pero tambien una segura sentencia de muerte , ostracismo , calumnias , difamaciones, mentiras. Existen en el extranjero casos de valientes sacerdotes que ofrendaron su vida misma por la defensa de la verdad.. Oscar Arnulfo Romero es uno de ellos y el unico de los diez martires del siglo XX Los jesuitas Españoles Ignacio Ellacuria , Martin Barò… Leer más »
Verdad verdadera
Esta nueva corriente por recobrar el sentido común el reflejo de una historia construyendo encima de sus cimientos que siempre estarán por mucho que los quieran dinamitar, este medio es el único que leo como un verdadero interés general de todos y para la mayoría, y no otros que son de la minoría para la mayoría, son personas como el padre Calvo, ud mismo los que nos incitan a no rendirnos.
Gracias a ti Pat y también a don Armando Robles director de este medio, por permitirnos expresarnos con total libertad. Un saludo cordial.