Lección magistral para profesores, políticos, jueces y fiscales
Hace unos días, cuando me disponía a echar un vistazo a uno de esos videos que circulan por la Red sobre Monedero y Pablo Iglesias criminalizando, injuriando, difamando y calumniando a la Policía española, leí la noticia que ofrecía AD sobre la imputación de dieciséis guardias civiles por la muerte de quince subsaharianos cuando pretendían asaltar la frontera del Tarajal en Ceuta.
De pronto, me vino a la mente lo que tantas veces he repetido por activa y por pasiva, para linchar, ningunear, desconsiderar y criminalizar a la Policía y a la Guardia Civil en España, no hace falta que lo hagan los “caudillos de la Complutense”, lo viene haciendo el partido popular con su silencio por su complejo y cobardía, además de los nacionalistas y la izquierda en general desde 1978. Un panorama perfecto para que la Justicia española lo tenga siempre muy fácil contra los que no se pueden defender, y todo ello, sin que unos y otros, políticos y jueces, pisen la arena y vivan en primera persona lo que acontece en esos puntos calientes que son las fronteras de Ceuta y de Melilla.
La opinión que a los ciudadanos españoles les merecen los jueces y fiscales, y en general los Tribunales de Justicia, es a todas luces nefasta y deplorable. Los españoles perciben que la Justicia está politizada, y de que existe cierta lenidad para con los delincuentes –incluso los muy peligrosos-, dada la facilidad con la que son puestos en libertad independientemente de que sean o no multirreincidentes o con un amplio historial delictivo. El honrado contribuyente que brega todos los días para ganar el pan con el sudor de su frente y no dispone de seguridad privada ni escolta, puede que no sea un experto en derecho penal, pero sufre en su carne los delitos propios de la delincuencia común, y percibe que el trabajo de los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado –muchas veces con la entrega de la propia vida-, no sirve absolutamente para nada. Todo ese esfuerzo que culmina en ocasiones con ese supremo sacrificio, no es valorado en absoluto o por lo menos en su justa medida, por quienes están instalados cómodamente en un despacho climatizado, en un escaño, o en un estrado para escuchar a las partes e impartir justicia, y esto se debe, a que desconocen e ignoran la triste realidad de la calle.
Con motivo del asesinato del policía nacional Francisco Javier Ortega (DEP) el pasado 2 de enero de 2015, por parte de un inmigrante ilegal con un amplio historial delictivo, hice pública una sugerencia que podría resultar efectiva: “Una Ley en virtud de la cual, todos aquellos españoles que superasen la oposición para acceder a la carrera judicial, fuesen adscritos de inmediato y durante DOCE MESES, a una Comisaría de Policía o Cuartel de la Guardia Civil en las zonas más conflictivas de España. Comisión de servicio obligatoria durante un año, para que los futuros jueces viviesen en primera persona las intervenciones policiales con toda su crudeza y en tiempo real”.
Fue a raíz de aquella petición, cuando un comisario de policía con el que me une una estrecha amistad, me remitió un artículo titulado: “Un profesor aprende en la calle“, publicado por la revista “FBI Law Enforcement Bulletin” de marzo de 1974, donde un profesor universitario norteamericano narra su propia experiencia tras haber solicitado de manera voluntaria su ingreso en la Policía Local, al objeto de conocer en primera persona en qué consistía el trabajo policial, y si la imagen que el público tenía de la Policía coincidía o no con la realidad. El profesor en cuestión era el doctor Georges L. Kirkham, de la Escuela de Criminología de la Universidad del Estado de Florida en Tallahassee, Florida.
Este profesor quiso llevar a cabo su “experiencia personal” convirtiéndose en un agente más de la Policía Local. De esta manera, podría vivir desde dentro y a pie de calle, como se desarrollaba ese tipo de trabajo y que visión tenían los ciudadanos de esa Policía, que siempre era objeto de críticas por parte de los distintos sectores sociales. Pretendía ser un agente más, con jornada completa, y por un periodo de seis meses. Vestiría de uniforme patrullando las calles y enfrentándose a todo tipo de problemas sociales: violencia, drogas, prostitución, pobreza, inestabilidad social y un alto índice de criminalidad. Pero antes, tendría que pasar todas y cada una de las pruebas de aptitud para ser policía. Aparte de su especial situación de “policía profesor”, no se le otorgaría ninguna prebenda ni privilegio, él sería en todo igual a los demás, desde el arma, el uniforme y la insignia, hasta la entrada en el turno rotativo de servicios cualquier día de la semana y a cualquier hora del día.
El nuevo policía siempre había pensado que los agentes exageraban mucho cuando hablaban de los insultos de los que eran objeto, así como de las agresiones de las que son víctimas durante el servicio. Como profesor de universidad, estaba acostumbrado a ser tratado con respeto y deferencia por todos. Se imaginaba que encontraría ese mismo respeto en su papel de policía, pero muy pronto se percató de que su arma, su insignia y su uniforme, más que protegerle contra el gamberrismo y la violencia, no hacían sino atraerle como un imán hacía individuos que odiaban el orden y la ley.
Como profesor siempre inculcó a sus alumnos la idea de que era un error imponer la autoridad, decidir por los otros, o apoyarse en órdenes y mandamientos para hacer algo. Pero siendo policía, fue precisamente lo que tuvo que hacer constantemente. Se encontró con individuos que veían en la bondad una debilidad y una invitación a la violencia. Para alguien que había condenado siempre el ejercicio de la autoridad, aceptarse como símbolo de autoridad fue una amarga revelación.
Vestir el uniforme de policía y poner pie a tierra, le hizo descubrir que esto no tenía nada que ver por ejemplo, con el lujo de estar sentado en un despacho climatizado de una prisión, conversando reposadamente con el autor de una violación o de un atraco sobre los problemas de su pasado. Pisando la calle, empezó a ver la verdadera amenaza que suponía un delincuente para la sociedad, y la responsabilidad y el peligro que entrañaba practicar su detención. Por primera vez descubrió lo que era sentir miedo como una realidad cotidiana. Mientras fue profesor se apresuraba sistemáticamente a condenar cualquier actuación policial, pero ahora las cosas habían cambiado; ahora era su vida y su seguridad las que estaban en peligro; su mujer y sus hijos son quienes llevarían el luto. No se trataba de “un policía cualquiera”, sino de él mismo. Ahora podía explicarse lo que siente un policía cuando ve por la calle al delincuente que detuvo la tarde anterior, y éste se ríe y se mofa en tu cara como si los delitos que motivaron la detención de “resistencia y atentado contra la Autoridad” hubiese sido una broma de mal gusto, pues el juez, que no estuvo en el lugar de los hechos, lo puso en libertad acusándolo únicamente de “alteración del orden”.
Descubrió que los esfuerzos por defender y velar por la seguridad de honrados ciudadanos, estaban amenazados por decisiones judiciales a todas luces aberrantes. Empezó a cansarse de todos los esfuerzos que tenía que hacer para ceñirse a ciertas restricciones legales, cuando en el mismo momento los delincuentes reincidían con total impunidad. Era triste estar leyéndole sus derechos a un traficante de heroína multirreincidente, y escuchar que el “camello” comenzaba a recitar el artículo de memoria riéndose en tu cara.
Descubrió también la miseria humana y la tragedia que forman parte de la vida cotidiana de un policía. Visiones terribles, sonidos y olores que le habían salido al paso durante el servicio, quedaban rondando por su imaginación después de despojarse del uniforme cada día. Algunas noches era incapaz de conciliar el sueño, esforzándose por olvidar los tugurios infectados de ratas que servían de viviendas a cientos de personas; un niño de diez años que moría en sus brazos después de haber sido atropellado por un turismo con un cocainómano al volante; dos niños jugando en un callejón lleno de orines y mierda, a merced de que cualquier pederasta los embaucase con una golosina; la víctima de un atraco salvajemente violada y asesinada, etc.
Descubrió que las víctimas son algo más que estadísticas y palotes en un cuadrante para contentar al político de turno. Nunca antes había reparado en algo tan importante. Empezó a estar harto de vivir bajo la espada de Damocles empuñada por la prensa y los grupos de presión, dispuestos a criminalizar a la Policía de manera sistemática. Como profesor, siempre dispuso de tiempo suficiente para tomar decisiones, pero como policía, se veía obligado a tomar decisiones de máxima responsabilidad en décimas de segundo, por ejemplo, si debía disparar o no; mover o no a un herido con intención de salvarle la vida pero con riesgo de provocar su muerte; entrar en un domicilio sin mandamiento judicial porque en su interior se escuchaban gritos de socorro; detener o no a una persona, perseguirla o dejarla escapar, etc.; y siempre, con la certeza de que los que disponen de mucho tiempo para analizar y pensar, estaban dispuestos a juzgarlo y condenarlo por lo que hiciera o lo que no hiciera. Las disputas familiares, las enfermedades mentales, las situaciones explosivas de individuos muy peligrosos, hacían que el trabajo le aterrara cada vez más por la complejidad de unas funciones que, antaño, desde su despacho climatizado y sus creencias, siempre le habían parecido relativamente sencillas.
Se dio cuenta de que la sociedad exige demasiado a sus policías. Se les pide no solo que hagan respetar la ley, sino también que sean psiquiatras, consejeros conyugales, trabajadores sociales e incluso sacerdotes y médicos. Descubrió que un buen policía en la calle reúne, en su trabajo cotidiano, un poco de cada una de esas profesiones y de muchas más. Aconsejar a una familia y ayudar a resolver un problema a las tres de la madrugada de un domingo; hacer frente a un ladrón o a un loco armado con un hacha o una escopeta; mirar cara a cara la pobreza, la enfermedad y la tragedia humana, y recoger día tras día los trozos, muchas veces, de vidas literalmente destrozadas, no es algo baladí.
Extrapolemos pues la experiencia de este profesor a la España de nuestros días, a la sociedad española. Yo les pediría a todos aquellos que sistemáticamente criminalizan a la Policía, y a los que desde sus estrados, tribunas o despachos climatizados hacen juicios de valor y emiten veredictos sin pisar la arena ni poner pie a tierra, que se abstengan de juzgar una actuación policial sin haber recorrido al menos unos kilómetros con los zapatos del policía que intervino en los hechos, y que dieron lugar al debate, a la noticia, o a un procedimiento judicial. Les puedo asegurar que si lo hicieran, adquirirían tal experiencia, que su riguroso y transcendente quehacer ante la responsabilidad de tomar decisiones e impartir justicia, sería sin ninguna duda mucho más meditada y objetiva, menos muda, menos ciega y por supuesto menos sorda.
En el caso de los guardias civil,es un Capitán de la Guardia Civil, CON DOS COJONES, asumió toda la responsabilidad, diciendo que él había dado las órdenes pertinentes.
Al final creo que el asunto se SOBRESEYÓ, pero de cualquier forma es evidente que lo pasarían muy mal, siendo imputados, acusados, etc.
¡VIVA LA GUARDIA CIVIL, Y VIVA ESPAÑA!
(Respecto a los políticos, jueces y fiscales, SON IGUAL DE SINVERGÜENZAS E IMPRESENTABLES CASI TODOS ELLOS).
De todo y de nada, la droga atrapa a buenos y malos, hacer la vista gorda es un flaco favor al servicio, las ciudades son muy diferentes, y la manera de actuar también, realmente haría falta un protocolo, por un momento los hechos de París y haciendo un ejercicio de ficción pongamos el caso de que no es policía gala es policia yanki , ¿ hubiesen salido de ese callejón? No será que Europa tiene un problema empezando con su leyes, jueces y demás entramado hasta llegar a donde ud quiere llegar.
Éste comentario enlaza, posiblemente, así lo entendemos, con las aportaciones de otros usuarios en sus opiniones.( perfil de policía anti-democrática, drogas o sustancias nocivas adictivas y altamente tóxicas, libertinaje, populismo, malentendidos, falsa percepción de la realidad, desinformación, etc. ) Hay un hecho esclarecedor que me abrió los ojos hace muchísimo tiempo, del cual presencié en primera persona por motivos que no tiene por que comentarse. En el cual, nos hallamos en la situación de un sitio conflictivo, hay presencia policial ( la que fuere, sólo yo la se ) en su cometido habitual y totalmente normal, componiéndose dichos efectivos, por… Leer más »
En realidad las comisarias de Policía no suelen ser los sitios más conflictivos EXCEPTO —- para el secretario actuante ( `que más bien es un pluriempleado en un sólo empleo retribuído, entre otros hasta psicólogo algunas veces ´ ) a la hora de intentar plasmar los hechos denunciados por el denunciante – ciudadano/a afectado/a —– en determinadas zonas por sus características propias con determinados asuntos conflictivos, como son —– las comisarías ambulantes o móviles —– de ahí que se designen comisarías móviles para tal efecto. Pero hay sitios más conflictivos para que aprenda un juez o su señoría, serían Fronteras,… Leer más »
Como siempre, tus líneas reflejan la realidad de nuestros días. Para mi, hay dos Españas, o mejor dicho, dos clases de Españoles, los que amamos nuestra bandera y a los nuestros, y los que dicen sentirse anti-españoles, pero se aprovechan de todas las ayudas y la permisividad de los Gobiernos. Una España que desde hace años, y como tu bien dices, se posicionan con su silencio al lado del criminal, una España que defiende antes a los que cruzan la linea de la legalidad que a aquellos que sacrifican su vida por defender la de las demás, si si, he… Leer más »
Excelente artículo. El movimiento se demuestra andando. No se puede tener en las manos el poder de encerrar o liberar a un hombre, cuando no se tiene ni la más mínima experiencia de lo que sucede en la calle.
Totalmente de acuerdo.
Ahora son jueces y fiscales personas con mucha memoria, empollones, pero nada más.
En la mayoría de los países SE ELIGEN ENTRE ABOGADOS CON UN MÍNIMO DE DIEZ O QUINCE AÑOS DE EXPERIENCIA, es decir, personas maduras, curtidas, con experiencia de la vida, etc.
¡Y creo son bastante mejores que los jueces y fiscales españoles!
En España la inmensa mayoria de los jovenes y de los no tan jovenes son consumidores de drogas, de ahi el rechazo hacia la policia y el trabajo policial: les quitan la droga, por lo tanto para ellos los policias son malos. Las legiones de perroflautas de “izquierdas”, los votantes potenciales de “PODEMOS”, varios millones de personas, son todos consumidores de estupefacientes que siempre andan por la calle con droga en los bolsillos, de ahi su aversion hacia los agentes de la autoridad, todo ese rollo macabeo que cuentan sobre que la policia “les reprime sus derechos fundamentales” no son… Leer más »
Considero necesario ampliar lo dicho anteriormente con una pequeña descripcion de como transcurre la vida de esos seres desde que nacen hasta que ya chocheantes plantan sus macro-culos en alguna poltrona del tribunal constitucional o del consejo general del poder judicial, en minusculas todo. Crecen entre algodones, sin jamas fregar un plato o privarse de un capricho. Mimadas hasta la nausea por padres, tios y abuelos se creen con derecho a todo, pues son adoctrinadas en la creencia de ser “princesas”. Crueles y despiadadas no dudan en despedazar psicologicamente a cualquiera que se interponga entre ellas y la realizacion de… Leer más »
UN EXCEDLENTE RETRATO PSICOLÓGICO DE UNA BUENA PARTE DE NUESTRAS JUEZAS Y FISCALES. Ni Velázquez lo hubiera pintado mejor.
Enhorabuena.
Fe de erratas: en el primer comentario de este hilo he escrito por error “furcia” cuando queria escribir “zorra” (mujer astuta). La frase que he puesto es “la inmensa mayoria de los jueces y fiscales son furcias enchufadas” cuando deberia haber puesto “la inmensa mayoria de los jueces y fiscales son zorras enchufadas”. Si alguna zorra togada ha leido el comentario donde la llamaba furcia por error le pido que me disculpe, no era mi intencion expandir bulos, no me consta que ninguna jueza o fiscala cobre por mantener relaciones sexuales, de hecho la simple idea de que alguien pague… Leer más »
Como ejemplo se podia poner usted mismo , un pegamujeres.
Ya estamos otra vez con la “falacia ad hominem”, intentando desviar la atencion hacia el mensajero para que la gente no preste atencion al mensaje? que pesaditos, siempre con lo mismo, siempre intentando desacreditarme con insinuaciones maliciosas sin ningun fundamento, como si pudieseis cambiar la realidad con calumnias. Toma, anda, que te lo has ganado: A LA MAFIA FEMINISTA NO LE SALEN LAS CUENTAS En nuestro pais existen numerosos grupos, nacionales y extranjeros, dedicados al crimen organizado en todas sus variantes. De todos es sabido que nuestra sociedad ha degenerado en las ultimas decadas hasta extremos intolerables a causa de… Leer más »
Sr. Fernández:
Me ha encantado su artículo. Es magnífico.
Deseo complementarlo con alguna aportación que estoy preparando, pero no quiero retrasar mi felicitación.
Le sugiero que esta aportación que nos hace no la limite a un sencillo post dentro de un hilo porque pasa desapercibido. Bien valdría que apareciese en la columna en la que escriben otros articulistas
Repito, gracias por su artículo.
Afrikaner
Señor Afrikaner: gracias por sus inmerecidos elogios, soy un simple observador que como Jonas ha pasado por el vientre de la ballena y se limita a combinar el humilde relato de sus experiencias personales con una sencilla recopilacion de datos publicos verificables. Sobre lo de convertir este escrito en un articulo sinceramente le digo que llevo desde 2013 poniendolo en mis comentarios de manera insistente a la espera de que algun periodista valiente con tiempo y energia se ponga a ello y sea ese articulista en lugar de mi, porque yo ya no puedo mas, señor Afrikaner. Llevo 11 años… Leer más »
Lo que Ud. afirma y expone de forma documentada, simplemente quiero enmarcarlo en un contexto más amplio, es decir, poner de relieve que esa misma mafia femenina es una, no más que una, de las múltiples organizaciones pantalla que usa la masonería (herramienta fabricada por los judíos) para destruir la sociedad cristiana occidental, a través de su propósito de hacer creer al hombre que no es más que un pedazo de carne, algo similar a lo que los judíos piensan de los no judíos a los que despectivamente califican de goyim. El objetivo previo a la conquista del poder político… Leer más »
Coincido con su analisis, detras de la mafia feministalinista esta la masoneria. Aunque no lo menciono en mi escrito, entre los miembros de la mafia feministalinista a la que estuve investigando fuera de internet habia varios que realizan rituales sacrilegos en altares de iglesias catolicas que ya no se utilizan, y tambien algunos individuos de origen judio.
Lo de la alusion a Ciudad del Cabo es porque su pseudonimo me habia hecho pensar que era usted sudafricano blanco de origen holandes.
Un saludo.
Hasta el punto tiene Ud. razón que dejo de entrar en este medio digital, hasta que el tal Replicante salga.
Tiene usted razón. La mayoría lo hacen gratis…, y algunas, incluso pagando.
(Conozco algunas a las que no se lo haría ni cobrando un dineral, pues son feas de cojones, además de prepotentes y engreídas).