1.800 millones de euros de la familia Pujol
La comparecencia ante el parlamento catalán de Pujol es lo que cabría esperar, en casi todas las comisiones de investigación, una absoluta pérdida de tiempo. Porque ante las constantes negativas a contestar, y las evasivas el resultado de las pesquisas se queda en nada. Es un mero trámite político que no da resultados. Y además, diría que refuerza la sensación de impunidad de las personas interrogadas.
Ante los evidentes datos y pruebas, que ya son conocidos por Interior, y que han sido explicitados, al menos, en sus rasgos generales por distintos periódicos, no caben las dudas. Naturalmente, el derecho a la defensa es algo lógico, pero ante las pruebas y los datos, las mentiras y las falsedades se deshacen con suma facilidad.
El procedimiento judicial es el que debe acabar con esta táctica de la ocultación, y la negación de lo evidente que está realizando la familia Pujol, pensando que la ciudadanía no se entera de lo que han hecho durante 23 años.
Ya que se han enriquecido a través, presuntamente, según todas las investigaciones, de comisiones ilegales del 3 por ciento. Y este comportamiento delictivo no debe quedar impune, ni prescribir. Porque, si todo queda en nada, la democracia española habrá perdido parte de su credibilidad, y los ciudadanos se sentirán decepcionados e indignados.
Los fondos de los Pujol están en paraísos fiscales de Europa, América y Asia. Es casi increíble pero en Andorra la familia ha controlado al menos 500 millones de euros. Las cifras son gigantescas. Y una parte importante de este dinero robado está a nombre de testaferros.
La acción de la justicia debe ser implacable. Aunque haya que demostrar la culpabilidad, y no la inocencia, me parece que, en el caso Pujol, los datos son apabullantes.
Los documentos probatorios relativos a cuentas y movimientos de capitales no pueden ser negados ni obviados, ya que imponen su fuerza de verdad por sí mismos, sin más.
Lógicamente, Jordi Pujol dice que no es corrupto, porque si lo reconociera su situación pasaría a ser muy diferente. Y si devolviera todo el dinero que ha sustraído ilegalmente, habría posibilidades de rehacer las cosas. Pero pensar esto es considerar que es posible lo imposible.
Lo de la herencia de Pujol produce vergüenza, porque nadie se lo cree. Y que el dinero se multiplique, exponencialmente, hasta llegar a los 1.800 millones de euros, tampoco se lo creen los ciudadanos.
Esperemos que exista la adecuada colaboración, por parte de los bancos que tienen cuentas o fondos de esta familia, en varios continentes y países.
La actitud de los Pujol, a mi juicio, repele a la inteligencia y al sentido común con sus declaraciones. Y supone un desprecio, en toda regla, a la decencia y a la honradez. No hace falta negar los hechos, y la realidad evidente a todos. La sociedad española no se merece que no se llegue hasta el fondo, en este caso de corrupción de los Pujol. De esta forma, se castigarán los comportamientos delictivos, si existen pruebas de los mismos y es, prácticamente seguro, ya que son evidentes, claras e irrefutables.