Después de las elecciones autonómicas en Andalucía, cabe destacar como dato más relevante que el “chavismo” no solo ha llegado a las Instituciones españolas, sino que se queda. También podemos concluir a tenor de los resultados, que la victoria de los que han dejado Andalucía como un solar, pone de manifiesto que la corrupción, el latrocinio y el expolio de lo público, no solo no cotiza, sino que tampoco se castiga debidamente en las urnas. Aquí solo se ha castigado con la abstención y votando a Albert Rivera, la corrupción, los incumplimientos, las mentiras y las traiciones del PP.

A esto habría que añadir, que el carcinoma que nos devora y que se llama sistema autonómico, tiene de nuevo carta de legitimidad para seguir esquilmando el bolsillo de los sufridos contribuyentes hasta el expolio total y absoluto.

Hecho este preámbulo, vamos a centrarnos en la llegada del “chavismo” a las Instituciones españolas. Imagínense por un momento, que este partido de nuevo cuño que irrumpe con fuerza y que se ha presentado ante la opinión pública como alternativa a “la casta”, apareciese ante la ciudadanía en estado puro, a pecho descubierto y sin ocultar la histórica realidad sobre la ideología que lo sustenta.

Imagínense, que esa formación que se estrena en el parlamento andaluz, en lugar de dulcificar su mensaje y su programa para hacerlo atractivo de cara a las generales, nos dijese toda la verdad de las reformas que pretende llevar a cabo, en el supuesto de que la mayoría de los españoles le otorgasen la confianza para presidir el gobierno de España.

Imagínense, que ese marxismo asambleario nos informase con todo detalle de la reforma constitucional que pretende, y mostrase abiertamente las cartas que oculta bajo la manga respecto a los terroristas etarras, las Fuerzas Armadas y de Seguridad, la unidad de España, el contencioso sobre Gibraltar, y la situación que se vive en Ceuta y en Melilla.

Imagínense también, que sus líderes nos hablaran con toda franqueza sobre lo que sucede en un país hermano como Venezuela, y la persecución que sufren los opositores al régimen en aquel país.

Imagínense, que nos hablaran alto y claro en sus arengas, de sus amigos iraníes y lo que el fundamentalismo islámico tiene como norma para con los católicos, las mujeres y los homosexuales.

Imagínense, que nos hablaran del régimen cubano y de cómo sus mandatarios tratan a los disidentes. Y por último, que nos explicasen las razones por las que no condenan la tortura y los crímenes horrendos que se cometen en esos países, viéndolos además como algo que sucede normalmente en una democracia verdadera.

No creo que exista ningún otro país en el viejo continente, en el que se haya invertido tanto espacio informativo y tanto tiempo a través de los medios de comunicación, para lanzar a una formación política de cara a unos comicios europeos, sin que todavía tuviese ni un solo escaño en el Congreso ni en el Senado, en ningún parlamento autonómico, ni representación en ningún ayuntamiento.

Por lo tanto, cabría preguntarse, ¿por qué ha sucedido esto? ¿Quién está detrás de esta maniobra política? ¿Por qué Podemos si, y el resto de pequeñas formaciones no? ¿A quién interesa realmente que esta formación marxista tome posiciones en la escena política española? La reunión que en diciembre de 2014 mantuvieron Zapatero, Pablo Iglesias, Errejón y Bono en casa de este último, y teniendo en cuenta la trayectoria política del ex presidente de Castilla la Mancha, es a todas luces muy significativa.

Estoy convencido de que si esa formación marxista se mostrase clara, diáfana y transparente ideológicamente hablando, y el pueblo español no estuviese actualmente encolerizado y tuviese la mente lo suficientemente clara para saber discernir entre lo que se dice y lo que se oculta, entre lo que se predica y lo que se omite, y la verdadera procedencia del dinero que permite a ese nuevo partido disparar con pólvora de rey, el grupo “chavista” no tendría futuro en España en ninguna de sus formas. Y no tendría futuro porque su doctrina obsoleta, caduca y trasnochada, ha sumido en el terror y en la miseria a un país rico como Venezuela, donde se reprime a tiro limpio las manifestaciones estudiantiles; donde la libertad de expresión es una utopía, y porque esa doctrina marxista carga con una mochila que pesa más de cien millones de seres humanos asesinados.

Pero resulta que estamos en España, una nación devorada por un cáncer con diecisiete tumores malignos, donde los medios están controlados por las mafias de la comunicación; donde no existe la igualdad de oportunidades para todas las formaciones políticas; y donde un amplio sector de la plebe ha sido perfectamente adoctrinado durante más de tres décadas hasta ser convertido en masa amorfa, que se llega a creer ciegamente todo lo que diga la “caja tonta”.

Si nos atenemos a la información documental contrastada por los pocos medios independientes de Venezuela, que nos hablan sobre el asesoramiento que los líderes de Podemos han ofrecido al régimen chavista desde 1998; los videos difundidos en los que los líderes de Podemos se deshacen en elogios a los dictadores chavistas, y la supuesta procedencia del dinero que sustenta a esta formación asamblearia, todo hace pensar, que la represión que se ejerce contra la población venezolana y las persecuciones y torturas con crímenes horrendos sobre sus ciudadanos, son en parte consecuencia de la puesta en práctica de aquel asesoramiento.

Ante este panorama, díganme, ¿creen ustedes que si los medios de comunicación españoles que le hicieron la campaña a Podemos para las elecciones europeas, hubiesen difundido todas las aventuras y desventuras de sus líderes entonces como pretenden hacerlo ahora, esta formación chavista estaría hoy en Estrasburgo?

¿Alguien con un mínimo de sentido común puede llegar a creer en el éxito de Podemos, si este partido hiciese públicos unos estatutos en los que dijesen que los cambios y la reforma constitucional que prometen en España va a seguir una senda similar a la de Venezuela?

Mucho tendrá que explicar algún día el PP de Rajoy por su responsabilidad, no solo ante el crecimiento de Podemos, sino por la marginación y el ostracismo al que han sometido sistemáticamente a cualquier formación que pudiera poner al descubierto la falsa bandera de Génova, sobre la defensa de la justicia y la libertad de nuestro pueblo.

El plan establecido por los asesores políticos del PP de Rajoy -hoy condenado a un estrepitoso fracaso-, fue perfectamente estudiado y diseñado teniendo muy en cuenta el cúmulo de despropósitos del gobierno a lo largo de la legislatura. A saber:

En primer lugar, acabar con su eterno rival en la alternancia de poder auspiciando a una formación de izquierdas que capitalizase la decepción de la clase trabajadora votante del PSOE, al tiempo que lanzaban una campaña sobre la creación de empleo, el fin de la crisis, y su éxito político por haber evitado el rescate.

Cuando las encuestas hablaran sobre la debacle en el PSOE y en IU por el avance de Podemos, entonces pondrían en marcha la segunda parte del plan: Intentar dinamitar a UPyD desde dentro, y enfrentar a esta formación con la de Albert Rivera cargando contra Rosa Diez para defenestrarla.

Una vez neutralizada la líder de UPyD, y si Podemos se disparaba al alza en las encuestas, sería el momento de la tercera parte del plan: Fuego a discreción contra Podemos por la conducta reprobable de sus líderes –bien conocida por los servicios de información del gobierno-, y catapultar a través de los medios afines a “Ciudadanos”, para contrarrestar a Pablo Iglesias dispersando el voto joven del descontento y el hartazgo.

A renglón seguido, utilizar la información privilegiada del poder, y el control de los medios para difundir el “miedo” al marxismo, para amedrentar así al empresario que no puede huir, al votante silente que conserva su trabajo o su pequeño negocio, y a todo aquel que disponga de un pequeño patrimonio.

Esto es a grandes rasgos mi particular punto de vista sobre lo que actualmente acontece, pero echando la vista atrás en el tiempo, y trayendo a colación la campaña electoral para las elecciones generales de 1982 en las que daban como favorito a Felipe González, el que fuese exministro franquista, fundador de Alianza Popular y presidente de su Galicia natal don Manuel Fraga Iribarne (DEP), dijo textualmente: “Si el socialismo llegase al poder en España no habrá camino de retorno”. Y no lo ha habido. Aquel coautor de la Reforma, del Cambio y de la Constitución, no solo sabía el papel decisivo que jugaban él y su partido, sino que era consciente por su larga trayectoria política hacía donde dirigían a nuestro pueblo. El resultado ya lo conocemos. El partido socialista ha permanecido inamovible en la ubre del Tesoro desde 1982 controlando los hilos de la nación desde el corazón de todas y cada una de las Instituciones, incluso, con el PP en el gobierno.

En 2004, el hartazgo que la gente mostró contra Zapatero llevó a Rajoy a la Moncloa. Tras un cómputo de males sin mezcla de bien alguno, y ante el peligro de ser derrotados de nuevo por el socialismo y lo que esa derrota podría suponer para miles de acomodados en la teta pública, Rajoy recibe la orden de sus asesores –que previamente han pactado con los medios en bancarrota-, catapultar a Podemos para “aniquilar” a los socialistas. Lo que no calculó el de Pontevedra y su equipo de asesores, es la fragilidad de aquel pacto, porque la otra parte, o sea los medios, para asegurarse su futuro darían también jabón por si acaso, a formaciones limpias de corrupción y en las antípodas del marxismo, dispuestas a borrar al PP del mapa político para siempre.