Felipe y Juan Carlos: dos callos en un corral
Igual que en un corral sólo un gallo ejerce de jefe, creo que en las monarquías no pueden coexistir dos reyes al mismo tiempo. Y viene esto a cuenta de la pantomima que Rajoy y Rubalcaba pactaron cuando a Juan Carlos se le obligó a abdicar a favor de su hijo Felipe. La monarquía juancarlista estaba tan deteriorada después de décadas de golferías amorosas y económicas que fue preciso apartar al anciano monarca de la institución. Pero se le concedió, absurdamente, que siguiera ostentando lo de Rey…
Y claro, el Rey ha seguido por donde acostumbraba. Viajando en calidad de Rey a Uruguay, por ejemplo, donde mis colegas periodistas no entendía que a la vez hubiera otro rey en España… Es como si hay un jefe de república que es sustituido pero sigue llamándose jefe de la república y como tal viaja por todo el mundo, a cuenta del Patrimonio, claro, que su dinero, su inmensa fortuna la guarda a buen recaudo en vete a saber qué paraísos fiscales. Todavía esta por aclarar los pormenores de la famosa “herencia” que su querido padre don Alfonso de Borbón le dejó en una cuenta de Suiza. Imaginamos que como gozaba de inmunidad jurídica, y sigue gozando, claro, aquello que publicaron los medios informativos nunca se aclarará.
Porque uno de los pactos para que abdicara en favor de su hijo Felipe era que se le garantizara inmunidad de todas las golferías varias cuyos casos pudieran terminar en algún juzgado. Y claro, la primera en la frente. Las dos demandas de paternidad que le reclamaron una supuesta hija belga y un supuesto hijo catalán, Ingrid Sartiau y Albert Sola Jiménez, duermen en el baúl del olvido del Supremo, que ha tenido a bien archivar las causas sin obligar al Rey Juan Carlos a que se someta a la famosa prueba de ADN que a otros mortales, de sangre roja, que no azul, les obliga.
El Rey Juan Carlos no para de hacer bussines. No para de viajar, más a encuentros en Mónaco, en Londres, que en países sudamericanos. Siempre dando sablazos, claro. Y quizá recuperando comisiones de sus gestiones en favor de ciertos empresarios. Pero ante la opinión pública española, ante la prensa internacional chirría lo de que se pasee por medio mundo como Rey Juan Carlos. Los de Uruguay se preguntaban que era entonces Felipe, si Juan Carlos era el Rey… Menudo quilombo, como dirían los argentinos.
Felipe VI y Juanqui el Campechano son tan insignificantes que esta noticia ya ni aparece entre las más leídas.
Los callos pueden renunciar a ser callos ? pues eso que renuncien.
Dado que casi nadie parece querer emplear la palabra España, podían sustituirla por baraja, dado que tiene cuatro reyes. El único país del mundo donde se produce tal situación. Más gente a la hora de trincar, cuando nadie los ha elegido para tal cometido. Menuda democracia…
Está muy claro, un dios en la tierra, según el 56.3 de la constitución. Es que este artículo tiene la propiedad de convertir en dios a un humano y en seguir manteniéndolo como tal aunque haya sustituto. Ahora, del 56.3, se benefician ambos, padre e hijo, callo y callo en el mismo corral, llamado 56.3.