Por Jesús Cascón.- “Andalucía no puede perder ni un minuto”. Evidentemente, no están las cosas como para dilatar procesos constituyentes. “Es preciso poner los intereses de Andalucía por encima de todo” y, además, “el electorado ha dejado bien claro quién quiere que les gobierne”.

Vamos, que lo ha dejado cristalino. Podríamos seguir soltando frases con la autoría de Susana Díaz, pronunciadas desde que se celebraron las elecciones al parlamento andaluz hasta el día de hoy, y todas llevan el mismo marchamo. Visto lo visto, algunas de estas frases se pronuncian desde la preocupación, toda vez que su investidura como presidenta de la Junta no está nada clara.

Es preciso recordar que la sesión dará el visto bueno a la nueva composición de gobierno si un candidato es elegido en primera vuelta por mayoría absoluta, y sólo por mayoría absoluta. El PSOE ha obtenido 47 escaños y precisa de 55 para que esto ocurra. Como se presupone que no obtendrán todos los apoyos necesarios, las negociaciones se centran para conseguir mayoría simple en la segunda vuelta, que se celebrará dos días después. No olviden que la mayoría simple se obtiene al contabilizar más votos positivos que negativos por lo que, si el PP se abstiene, esos votos determinarán la composición de gobierno ya que el PSOE obtendría 47 votos favorables, mientras que el total de votos con el NO alcanzaría sólo los 29. La otra opción para formar gobierno es que algún grupo parlamentario se ausentase en la segunda votación. La tercera es que consiguiera el apoyo de Ciudadanos, que cuenta con 9 diputados, suficientes para alcanzar la mayoría de sufragios a favor.

Susana Díaz es la responsable de esta situación, y los ciudadanos le han dado a la candidata socialista la papeleta más difícil porque fue ella, y solamente ella, la que decidió convocar elecciones anticipadas. La jugada le salió bien, muy bien, en número de votos cosechados, eso es evidente. Pero el panorama para salir elegida presidenta no es el mismo, ya que ahora no intervienen los ciudadanos, sino los diferentes signos políticos que conforman la decisión que tomaron los ciudadanos, de ahí que afirmemos que no está tan claro lo que han dicho los votantes en las urnas. La gente no ha dicho que Susana Díaz gobierne bajo palio, sino que se busque la vida y pacte con las diferentes fuerzas políticas para formar un gobierno de entendimiento entre varias ideologías aparentemente contrapuestas. Eso es lo que debería estar claro, pero la sevillana no logra verlo ni con lápiz fluorescente.

¿Quieres gobernar? Anota: Griñán y Chaves, fuera del Congreso y el Senado. Es la premisa de Podemos y de Ciudadanos y a la que deberían sumarse ya mismo los populares. La candidata ya ha reiterado que no está capacitada para pedirles sus actas si el juez no les imputa “un delito concreto”. De Izquierda Unida mejor ni hablamos porque no tienen el patio demasiado aclarado como para hacer cábalas, así que sólo nos queda el PP. Sí, ese partido que sigue a la deriva, en plena zozobra, intentando pintar lo blanco negro y proclamando a los cuatro vientos que todo va bien, que hay unidad y que los resultados no fueron buenos pero siguen ahí, en la brecha. Sea como fuere es la principal incógnita a resolver, la de su decisión, el voto de los Populares en la segunda vuelta.

Yo a estas alturas, y como votante del PP, les exijo el NO. Ni la ausencia ni la abstención, sino el voto negativo, y si hay que convocar nuevas elecciones para septiembre, se convocan. Total, este año nos van a salir callos en los codos de tanto meter papeletas en las urnas… El NO de la consecuencia, el NO de la coherencia y el NO de la responsabilidad, la negativa rotunda a que gobierne la Junta una persona que no reacciona ante la corrupción de su partido y la de la institución andaluza, la que no quiere dar su brazo a torcer para que Chaves y Griñán abandonen de una vez la vida pública, y la que ahora insiste en que se debe dar legitimidad a la lista más votada cuando, en su momento, se apuntó con rapidez al carro de la coalición con Diego Valderas para no perder poltrona en San Telmo.

Eso sí, los populares no pueden ni deben imponer condiciones, ya que no están en situación de exigir, sino de callar, de caminar en solitario y de hacer caso exclusivamente a la decisión de sus votantes, de todos los que han depositado su confianza en las urnas a un partido sin norte, pero que entienden que es el único bastión que queda en Andalucía para destronar a esta caterva de gobernantes que se han aprovechado de los ciudadanos durante los últimos treinta años con una impunidad y un descaro sin precedentes. Si el panorama ahora es desalentador para un partido que ha obtenido 47 escaños, calculen el que tuvo el PP hace tres años cuando consiguió 50 y no pudo gobernar. Fue la primera vez que venció en Andalucía, y de poco le sirvió. Ahora le toca a la impaciente Susana aprender una lección de esto de la política. En las elecciones vale todo, pero sobre todo los apoyos que consigas después de ganarlas. Si no hay rodillo, a buscarse la vida.