Firmeza o cobarde aceptación del desafío
No quisiera remontarme a un hecho que tuvo en mi vida una importancia esencial. Se trata de recordar una circunstancia que dio origen a mi inconmovible patriotismo. Es un recuerdo puntual, pero válido en circunstancias como las que atravesamos. Contemplo a mi abuelo –que tenía por cierto, cuatro años menos de los que yo cuento hoy– llorando, abrazado a un aparato Telefunken que difundía a las ondas la noticia increíble para algunos de la Declaración del Estado Catalán. Era el 6 de octubre de 1934.
Ahora contemplando el fervor a la tribu de una considerable minoría de catalanes, palpita mi corazón y siento un escalofrío imparable. Estamos en una circunstancia aún más grave que la que atravesó España en 1934 pero ahora con menos recursos dialécticos, con infiltraciones inverosímiles de otras posiciones históricas y con la valoración exagerada que se hace de grupos minoritarios contrarios a la esencia de España. ¿Es posible que en el tiempo en que vivimos, en el que los grandes espacios tienden a la globalización y en el que se tratan de igualar las enormes diferencias que separan a los pueblos, puedan existir los que, insensatamente, apoyan la ruptura de un baluarte que durante siglos tuvo su independencia y su unidad y se inclinó siempre ante las banderas del honor y de la libertad?
La tercera de García de Cortázar «Reaccionarios en Cadena» con el que tantas veces modestamente he disentido, da fuerza a mi queja, a mi amargura y a mis palabras dolientes. Se trata de un artículo admirable y extraordinario, profundo y ejemplar y merece tener consecuencias en estos espacios pálidos y vacíos donde los españoles se preocupan más de las modas, de los modos y de los caprichos deportivos que de la propia existencia de España. Yo quiero unirme desde aquí a García de Cortázar en la defensa de esas ideas esenciales y así lo proclamo sin limitación alguna.
Vargas Llosa también ha afirmado con rotundidad que el independentismo no es otra cosa que un regreso a la tribu. He escuchado la opinión de muchos venerables supervivientes de otro tiempo. Se horrorizan y hasta llegan a pedir la cercanía de la muerte. Les duele tanto España que si ya que no pueden combatir, pretender trasladar sus últimas quejas al Dios Omnipotente sirviéndose incluso de la cercanía de su última hora.
Nadie niega la personalidad de una tierra a la que yo he amado siempre, que ofrece un haz de virtudes ciudadanas que posiblemente no conozcan otras regiones. Un sentido elegante de la medida, del respeto mutuo, una gran sensibilidad hacia lo bello, un respeto a una tradición y a un profundo sentido estético que también ahora pretenden conculcarse. Poco puedo hacer yo para combatir este desastre, pero quedaría en mi corazón un amargo hueco si no clamara en mi independencia para advertir que nos encontramos en una situación límite y que el gobierno tiene la obligación histórica y moral de poner diques definitivos a esta penosa algarada situacional. He hablado, precisamente hoy, con un grupo de amigos catalanes que están escandalizados. Yo diría que nunca como hoy sienten ardiendo la sangre de sus corazones. Querrían morir por la unidad de España y no son palabras convencionales, ni actitudes de emergencia, ni miedos colectivos, ni refugios dialécticos. La muerte y la gloria campean sobre unas gentes siniestramente doloridas, atacadas en su raíz, vapuleadas en sus creencias, insultadas en sus costumbres, negadoras de la verdadera realidad de esta magnífica tierra que se llama Cataluña.
Yo he amado siempre a esta tierra española, lo hice desde que escuché a José Antonio Primo de Rivera la mejor de las alabanzas en la que ponderaba el equilibrio, el sentido de la historia y la verdadera personalidad de Cataluña. ¿Es posible que ésta voz de arrebato, unida a tantas como las que hoy se producen en el espacio español, no sirva para detener este inmenso desastre? ¡Cataluña es España!
Todos los españoles amamos a Cataluña. Sólo un grupo enaltecido por el egoísmo, por la pasión sectaria y por una animadversión patológica ha decidido traicionar sus raíces, despreciar su historia, desafiar la legalidad y lanzarse hacia la nada. Yo alivio mi conciencia uniéndome, ya muy lejos, a las lágrimas de mi abuelo que posiblemente contemplará consternado el abismo histórico que quieren abrir los que tiene el corazón corrompido, la voluntad maniatada y el alma aprisionada por el egoísmo y la cobardía. No quiero pronunciar el antiguo grito que recuerda mi corazón juvenil: «Ahora o nunca», pero confieso que me siento inclinado a aceptar, ante el radicalismo desafiante, otras soluciones de emergencia.
¡Por España, por su unidad y por su vida!
*Ex ministro
Esas soluciones de emergencia que comenta en última instancia, Don José, son las únicas posibles dada la situación. El problema es que el cobarde, papanatas, cómplice y traidor del gobierno pepero de la nación no está dispuesto a hacer nada que no sea marear la perdiz hasta que se vayan del poder para que no queden ellos como los que han consentido el desmán de la desmembración de España, de tal manera que cuando se produzca sea mayoría en el Congreso el nuevo Frente Popular que se avecina. Lo dicho D. José, sólo caben soluciones de emergencia, y drásticas, muy… Leer más »
Esas soluciones de emergencia que comenta en última instancia, Don José, son las únicas posibles dada la situación. El problema que es que el cobarde, papanatas, cómplice y traidor del gobierno pepero de la nación no está dispuesto a hacer nada que no sea marear la perdiz hasta que se vayan del poder para que no queden ellos como los que han consentido el desmán de la desmembración de España, de tal manera que cuando se produzca sea mayoría en el Congreso el nuevo Frente Popular que se avecina. Lo dicho D. José, sólo caben soluciones de emergencia, y drásticas,… Leer más »
Aunque esté mal decirlo, pues cada situación se debe valorar acorde a las formas que sabemos de ello, ante todo, y siempre, firmeza. Pues en una cuestión que se pueda entender como vital para alguien debe prevalecer dicha cualidad incuestionablemente. Es a bien decir, sin duda, que el hecho de crear una defensa legítima es la dificultad al oponente que intenta desafiar al contrario o rival. Y ahí, aparecen las convicciones del individuo, innatas en él, que es la verdadera fuerza infranqueable que da la la vida a su ser. Sólo con eso, hace que, el agresor contra algo legítimo… Leer más »
C.A.F.E.
Mi más sentido pésame a este señor por tener por yerno al ser abyecto, cobarde, infame y vil que todos sabemos.
Don José, con todo respeto hacia usted… ¿Y todo esto lo sabe su yerno???
Sr. ex ministro, usted no conoce la Cataluña de los últimos años. No es ni por asomo la mitad de lo que dice, ni tampoco lo que dijo el Ausente.
Fernando García de Cortázar: “Reaccionarios en cadena”
“La cadena humana que ha recorrido el paisaje catalán es la última y suprema exhibición de una liturgia de toma de conciencia, mezcla agotadora de irritación y melancolía, que persigue mostrar la ceguera deliberada de quienes no somos nacionalistas”
REACCIONARIOS EN CADENA
Fernando García de Cortázar
Director de la Fundación Dos de Mayo, Nación y Libertad
ABC , 12 de septiembre de 2013
http://www.dosdemayofundacion.com/?id=273&ids=3&mod=mod&accion=deta