Ruiz Gallardón conspira de nuevo
Tras el desastre que ha supuesto que el pepé deje de gobernar en autonomías tan emblemáticas como Valencia, Castilla León, Aragón, y otras no tan señeras como la de Extremadura, donde se hizo famoso un personaje como José Antonio Monago por sus viajes a Canarias, pagados por el Senado, para visitar a su amante, empiezan a afilarse los puñales, las espadas. Son cientos, miles, los altos cargos que van a perder su privilegiado status.
Y todos, si todos, Esperanza Aguirre, Carlos Fabra, Teófila Martínez, Luisa Fernanda Rudi, José Ramón Bauzá, José Antonio Monago, Zoido, De la Riva, Ignacio Diego, buscan a quien culpar del desastre electoral. Y como los políticos llevan la conspiración en su ADN, pues ya tenemos a un Alberto Ruiz Gallardón, cobrando una pasta por no hacer nada. Con coche oficial, chófer y despacho donde llamar a uno y a otro y recordarles lo mal que lo hace Rajoy. Que su política de gallego quieto parao van a convertir al partido de la derecha en la ucede de Suárez. Que con Rajoy en el timón van directos al abismo.
Y les informa que está siempre dispuesto a volver a la política activa. Que es muy aburrido eso de cobrar y no tener nada que hacer, salvo conspirar, claro, que es muy divertido y puede que a la cuarta le salga bien. Ya saben, como Soraya, la vice, tiene todo el apoyo del Grupo Prisa, que ya quiso colocarlo de Presidente en lugar de Aznar en 1996. ¿Recuerdan? Fue la primera victoria del Partido Popular, aunque no absoluta, y El País argumentaba que José María no alcanzaría la investidura, como le está sucediendo ahora a Susana Díaz en Andalucía. Y propusieron que fuera Ruiz Gallardón quien debía intentarlo y presidir el Consejo de Ministros.
Pues desde entonces don Alberto, que salvó a Aznar del Caso Naseiro-Palop en el 90, sueña con llegar a la Moncloa. Y con esa corte de empresarios, a los que hizo ricos, muy ricos, Florentinos, Villarmir, etc., dándoles obras desde la alcaldía, desde la presidencia de la comunidad, no paran de enredar y convencer a los del Ibex, a los banqueros, a los propios, que hay que buscar recambio en el partido de la derecha. Y ahí están que se matan Soraya y Gallardón a ver quien se hará con el partido, una vez que Esperanza Aguirre se haya quemado en la hoguera de las municipales, donde ha hecho famosa a una semi desconocida, Carmena, que seguro se sentará en el despacho de la Plaza de Cibeles que con tanto mimo decoró don Alberto.