Algunas reflexiones imprescindibles
Por el norte de España, hay una taifa que se cree irreductible (eso dicen algunos de sus habitantes y de ello se pavonean) a la manera del comic de Albert Uderzo y René Goscinny (Me refiero al comic “Asterix”) en la que su asamblea legislativa ha aprobado una ley que regula lo concerniente a la guarda y custodia de los menores tras el divorcio, obviamente para quienes allí se decidan romper su matrimonio, o interrumpir la convivencia marital en sus múltiples variantes.
La norma ha sido resultado de una “iniciativa legislativa popular” en la que diversas asociaciones de padres, madres, abuelos… recogieron alrededor de 85.000 firmas de apoyo.
Ahora, al entender del líder máximo y sus incondicionales, aduladores y demás trovadores y bufones; es la hora de tirar cohetes, festejarlo por todo lo alto, de manera entusiasta, de forma exultante, y celebraciones miles… A algunos solamente les ha faltado poner en marcha una cuestación para erigirle al gran timonel un monumento, elevarlo a los altares y condecorarlo con una gran cantidad de medallas.
Y permítaseme la sorna, pues, es la única manera que en estos momentos me sugiere la reacción de determinadas personas, ante mis comentarios en un chat-whatsapp en el que los integrantes no cabían en sí, henchidos de gozo.
Como he tenido la osadía de decir que no es para tanto (aunque, por supuesto, la cosa tiene su mérito, para qué negarlo) y que la norma vasca (“euskaldún” la llama alguna de las opinantes del chat, para “argumentar” con enjundia y profundidad intelectual) está supeditada a la arbitrariedad de jueces, fiscales y las mamás que, al fin y al cabo tienen siempre la última palabra en asuntos concernientes a la guarda y custodia de los hijos menores tras el divorcio (en múltiples ocasiones “acción de repudio” de la mujer hacia su esposo, padre de sus hijos).
Ni que decir tiene que, he sacado a colación que mientras la “ley de violencia de género” de 28 de diciembre de 2004 siga en vigor (LVIOGEN para abreviar) la ley “euskaldún”, como el resto de leyes que se han ido aprobando en las diversas taifas/regiones con capacidad legislativa en este ámbito (que son las menos) serán siempre papel mojado.
Inmediatamente han surgido voces pidiendo el linchamiento del disidente, o sea: el abajo firmante; pero lo más increíble, alucinante, triste, preocupante… es que quienes me han contestado lo han hecho diciendo abiertamente que la perversa LVIOGEN es una norma necesaria, estupenda, y que protege a muchas mujeres en situación de riesgo, víctimas de violencia (causada por sus compañeros, claro, que son “unos bestias”) sea con o sin resultado de muerte. No salgo aún de mi asombro, pues –aparte de utilizar el mismo léxico que las feministas de género, también llamadas feminazis- utilizaban los mismos “argumentos/falacias” de quienes promovieron la ley sexista antihombre, que fue diseñada para impedir la custodia compartida y asegurar un rotundo éxito a las mujeres que se separan/divorcian de sus maridos (cuando no los repudian, así, sin tapujos) en los pleitos por la custodia de los hijos y la liquidación del régimen económico de gananciales…
Algunos han insinuado maliciosamente, haciendo preguntas capciosas, y afirmaciones tan inteligentes como que “nuestra lucha no es contra las mujeres”.
También decían que la ley es susceptible de mejora, que hay que hacerla extensiva al resto de los miembros de la familia, y lindezas por el estilo… y que “así” desarmaríamos y vaciaríamos la norma base de la actual dictadura de género y de la industria mafiosa del maltrato.
Por supuesto, los he retado a que se leyeran la LVIOGEN, dado su profundo desconocimiento sobre ella, y que empezaran por el preámbulo, y comprobarían que la ley no es posible de ser enderezada, que la única solución es derogarla, por difícil que esto sea, y por más que la mayoría de los partidos políticos con representación parlamentaria no estén por la labor, dado que viven y parasitan de ella.
Ni que decir tiene que, cuando he hecho mención a que la ley feminazi ha creado tribunales de excepción, para juzgar exclusivamente a hombres, a los que se condena más severamente que a las mujeres, en caso de cometer el mismo ilícito penal… ya fue el acabose. Empezó la ristra de falacia ad hominem, amenazas, coacciones, y un largo etc. Por ello, me acabé apartando de un diálogo de tan profundo calado.
No sin antes sugerir (lo cual no fue tenido en cuenta, más que por un par de personas) que la única solución que yo veo es agruparse en torno al único partido político que defiende abiertamente, sin tapujos, sin “peros” la generalización de la guarda y custodia compartida, y propone –también sin tapujos ni circunloquios- la derogación de la LVIOGEN.
Así que, pues “eso” es lo que piensan los líderes de las “asociaciones más representativas del estado”, tal cual ellos se hacen llamar (por supuesto, en sus textos está prohibido usar la palabra España, no sea que algunos se ofendan; y ¡faltaría más! en sus sesudos documentos predomina lo políticamente correcto (desde la perspectiva de género) abusándose “ad nauseam” del “os, as” y lindezas por el estilo, no sea que se ofenda el lobby degenerado.