El título de la famosa película sobre el incendio pavoroso del coloso edificio norteamericano, bien podría servir para presentar a la España de hoy. Y no sólo en sentido figurado, sino real, ya que la ficción ha sido superada, en este caso, por la más fidedigna realidad.

Nunca estuvo tan en precario la unidad española, porque, entre otras cosas, los socialistas históricos españoles basaban su federalismo estructural como partido en una consistente unidad interna y, sin lugar a dudas, en un concepto de la unidad de España que no dejaba lugar a especulación alguna.

Hoy han cambiado mucho las cosas para todos, incluidos los socialistas. Hasta el punto de que se está produciendo en el partido un posicionamiento junto a los que odian a España con toda su alma. Recuerdo al que fuera presidente socialista del Congreso de los Diputados Manuel Marín, reivindicando un puesto en el partido nada menos que para Alfonso Guerra, por defender la integridad española negando para Cataluña el concepto de nación en el nuevo Estatuto que se preparaba. A juzgar por lo que publicaba la prensa de aquellos días, los socialistas defensores de la nación española lo estaban pasando mal, bien porque no se les hacía caso, o bien porque se les reprendía con especial énfasis corrector. Rodríguez Ibarra, hasta amenazó a los socialistas catalanes.

También recuerdo la guerra del agua. La España de las autonomías tiraba por los suelos los palos del sombrajo, unos, según qué comunidades, aun siendo del mismo partido se enfrentaban por el líquido elemento. Castilla-La Mancha estaba contra los ministros de su gabinete en Madrid, y Murcia y Valencia pedían entonces a gritos agua para sus huertas, en contra también del PP manchego y de los agricultores de aquella región.

España enfrentada; España arruinada; España rota, y España ardiendo por los cuatro costados. El paraíso natural de la sierra de Cazorla sigue amenazado por las llamas, y miles de hectáreas de monte en Quesada han quedado totalmente calcinadas. Los recortes en infraestructuras para la protección del medio ambiente son la expresión más dolorosa de la sequía y de la dejadez política. Alguien pensaba que con “La UME de Zapatero” se solucionaban todos los problemas, y no es cuestión de euros a veinte duros.

El manicomio de autogestión autonómica, y la falta de autoridad que deviene en inseguridad forestal tanto como en ciudadana, hacen que orden más contraorden desemboque en desorden. Solo hay que tirar de hemeroteca y recordar aquel colmo de los colmos, que tuvo lugar en 2005 cuando en el incendio de Guadalajara donde fallecieron once bomberos, se recurrió a la ayuda francesa antes que contar con la ayuda de Madrid teniéndola al lado, para apagar un incendio donde el factor rapidez era decisivo.

No es de extrañar por tanto, el clima de crispación política y humana que vive la España de hoy, cuando la mano que nos desgobierna es capaz, según González Pons, de buscar dinero prestado en Europa para Grecia, antes que ayudar al millón de hogares españoles que no tienen recursos de ningún tipo.

Son pruebas más que evidentes de que nuestra singular democracia hace que manden, gobiernen y ordenen los resentidos, los acomplejados, los que no tienen la mirada limpia ni el corazón claro. Ellos, que precisamente hacen de la democracia una panacea para impedir que las “agrupaciones nacionales” asomen la cabeza, miraron y miran para otro lado ante el factor nacionalista que hoy, obtiene triunfos que ponen y han puesto de rodillas en todos sus sentidos a toda una nación de verdad.

Sólo hace falta saber si el feliz y acomplejado gobierno de Rajoy está, para gobernar, o simplemente se mueve a rebufo de los dictados de Bruselas con el único fin de limar sus decisiones a fin de amortiguar los golpes.

En síntesis, ¿cual es la cruda realidad? Pues que España, una nación que fue la primera en Europa en conseguir su unidad nacional, después de 500 años, puede también ser la primera en perderla. Sería muy conveniente que todos los militantes del PP -y especialmente los socialistas-, recordaran lo que dijo aquel profesor de su propio partido (Tierno Galván DEP), que invitaba a los jóvenes a la “kolokación”: “El poder es como un explosivo, o se maneja con cuidado, o estalla.