En el nombre del pueblo
A. Robles.- Alternan en nuestro espíritu la capacidad constructiva y la tentación demoledora. Es útil reflexionar sobre esto, sobre todo si quien ejerce la función pública es gente como la que está entregando España. Mi espíritu constructivo me dicta prudencia y contención. El otro me empuja a acordarme del nefasto día en que las madres de esa gente rehusaron tomar la píldora postcoital, cosa que no voy a hacer. La toma de decisiones que afectan a millones de personas, y ya no digamos si afecta al derecho o no a la supervivencia de nuestra civilización, exigiría serenidad, integridad moral y racionalidad; en cambio la traición y la fealdad moral prescinde de ellas.
Destruir una sociedad puede ser tarea de unos pocos; la salvación de esa sociedad debe ser tarea de muchos. Por desgracia, para la gran tarea de demolición que se realiza en nuestro nombre se tiene que adoctrinar antes a la masa. Los encargados de hacerlo son los dirigentes políticos y sindicales, los periodistas a la carta, los artistas subvencionados… títeres del poder económico en la sombra, cuyo servilismo es recompensado con un sinfín de privilegios.
La destrucción de una sociedad se teje esforzadamente, por ejemplo, desposeyendo a las personas del apego a cualquier instancia metafísica. La solución no necesita de los mismos legisladores con distintos collares, sino de personas integrales que se sobrepongan a todos ellos. Ni la izquierda ni la derecha liberal disponen ya del capital humano ni del capital de intenciones para evitar lo que para ellos es inevitable; los primeros porque trabajan para ese fin y los segundos porque carecen de la robustez ideológica y moral para nadar contracorriente.
La perversidad de sistemas supuestamente democráticos como el español es que la utilización fraudulenta de la voluntad ciudadana blinda a los gobernantes de cualquier responsabilidad moral frente a muchas de sus execrables medidas. Teóricamente, la razón de los partidos que nos gobiernan radica en la voluntad de los españoles. Quien ose discutir ese principio corre el riesgo de ser sellado con el anatema de aprendiz de Torquemada.
La causa de nuestros problemas radica en la insolvencia intelectual y moral de la mayoría de los políticos; en la estructura sectaria de los partidos clásicos; en la aritmética electoral que diluye el voto de muchos en las pretensiones cainitas de un puñado de nacionalistas; en la aceptación de lo políticamente correcto como forma de pensamiento supremo, y también en la sujeción de los partidos a instancias supranacionales que, ajenas a nuestra idiosincrasia, nos imponen lo que más conviene a un puñado de eurócratas y financieros extranjeros.
Así pues, se nos permite que hablemos y discutamos y que eso otorgue al sistema un asomo de credibilidad democrática, aunque luego ocurra que ni en los sistemas más totalitarios los intereses de unos pocos prevalecen de forma tan marcada sobre los del resto. Si a los políticos les va bien, el mérito es de ellos. Si nos va mal al resto, la culpa es siempre del otro partido. Pero no nos quejemos. Si preferimos mirar hacia otro lado frente a la crapulosidad de los políticos, que nunca cumplen lo que prometen, entonces lo mejor es seguir tragando y dejar que terminen por expoliar los escasos recursos que nos van quedando. Eso o reclamar otra solución y su costoso esfuerzo.
Mientras, las actitudes banderizas de los ciudadanos en favor de uno o de otro partido, unido a la indolencia del resto, nos arrincona a la mayor pasividad social que recuerda la historia contemporánea española. Las cadenas mentales que arrastran las generaciones de españoles que, sin embargo votan y teóricamente deciden quiénes son los que nos gobiernan, serían fácilmente trasladables a esa población retrofuturista de autómatas que nos dibujó Orwell en su obra más siniestra.
La responsabilidad propia de un país responsable y con sentido de la Historia debería elevar nuestro rol activo, aunque carezca de la espectacularidad de robar, mentir y destruir a la sociedad en nombre del pueblo.
Alerta Digital – © debe hacer algún trabajo periodístico sobre la sumisión policial al PODER político que los utiliza para desahuciar a las familias y ancianos a ostias de sus casas, un medio de comunicación como este con ciento de miles de visitas diarias desde todos los puntos de la geografía nacional, debe servir para denunciar tales injusticias , dado que parece ser que los medios generalistas aparcan a un lado la realidad social del país para dar cobertura ha algún caso de corrupción del PP y poco mas , los cuerpos de seguridad del estado deben servir al pueblo… Leer más »
Ganar unas elecciones solo es cuestión de dineros para pagarse una buena campaña públicitaria.
El pueblo votara al mas guapo ,mas simpatico o que hable mas convincentemente.
Una vez en el poder solo hay que apesebrar al sistema piramidal clentelar y para eso mejor marear al populacho ,para que se deje dócilmente robar la cartera .En eso estan.
Todos sabemos y echamos en falta el líder que necesita ESPAÑA,VUELVA MI GENERAL!!!Y LIBRENOS DE ESTA PESTILENCIA INSOPORTABLE!!!!
Lo siento tu general esta muerto , no va a volver nunca , tenemos que arreglar nuestros problemas y dejar de pensar en el pasado.
Decir “en el nombre del pueblo” es lo mismo que decir “por la gracia de Dios”. En realidad es la imagen moderna especular de justificaciones históricas. Dios nunca otorgó cetro alguno a nadie ni se pronunció. Dios se esconde. Hablan del pueblo porque saben que la opinión pública no existe y que sólo los oficiantes de la política pueden leer los posos del café de las encuestas y darles la organización que jamás un “pueblo” podría darles. Es más, si fuesemos a presentar a todos y cada uno de los ciudadanos un programa político detallado, sería imposible llegar nunca a… Leer más »
En este pais de lerdos, la mejor solucion es hacerse maricon o politico, de ahi a la buena vida, es solo cuestion de contactos…en ambos casos…
Todo se sostiene por algo muy simple: adoctrinamiento televisivo y del sistema público educativo.
Es la TV quien controla y genera los reflejos condicionados y la cosmovisión del mundo del hombre-masa.
La TV, por supuesto, está al servicio del poder que les unta con publicidad institucional y con licencias de emisión.
Como dice el centenario Don Salvador Borrego, para cambiar esto haría falta un lider, como los que ha habido en la historia. Sin lider, que ame a su pueblo no hay nada que hacer, mientras tanto estaremos en manos de trileros y usureros sin escrúpulos, así como, encantadores de serpientes, flautistas de Hamelín.
en resumen : que estamos asubnormalados,agilipoyados,que somos unos flojos