Un hombre de 59 años apareció en la medianoche del pasado miércoles al jueves cosido a cuchilladas en su casa, en el barrio bilbaíno de La Peña, aunque llevaba varios días muerto. La principal sospechosa del crimen es la mujer, de origen colombiano, con la que convivía desde hacía un tiempo y que se encontraba ayer desaparecida, aunque por el momento, en una fase tan inicial de la investigación, no puede descartarse ninguna otra hipótesis, segun indicaron fuentes cercanas al caso.

Los investigadores creen que el o la asesina pudo matarle con un cuchillo de cocina, aunque el arma homicida tampoco ha aparecido. El primer ataque debió de lanzarse probablemente cuando el hombre se encontraba dormido. El cuerpo, que mostraba ya los primeros síntomas de descomposición, apareció tendido sobre un charco de sangre junto a la cama y con múltiples lesiones por arma blanca en la zona del pecho. También presentaba algunos cortes en las manos, por lo que pudo intentar defenderse antes de morir.

El homicidio debió de cometerse el pasado lunes, tres días antes del hallazgo del cadáver. Nadie había vuelto a ver a la víctima desde el pasado domingo y en la cocina de la vivienda había restos de comida, probablemente de la cena para dos del pasado domingo. Su cartera fue localizada en las inmediaciones y depositada en el buzón de la vivienda. Una mujer dio la voz de alarma y fueron los Bomberos del parque municipal de Bilbao los que accedieron a la vivienda y localizaron el cuerpo sin vida. Además de la sangre depositada en el suelo de la habitación, había manchas rojas en las paredes.

Orden de alejamiento

Sobre el fallecido se dictó una orden de alejamiento de su pareja el año pasado. El hombre llegó incluso a desarrollar servicios sociales tras ser condenado por el mismo caso de violencia de género. No ha trascendido si la víctima es la misma mujer a la que se busca como sospechosa.

Los vecinos del bloque de la calle Zamakola en el que residía de alquiler desde hacía unos tres años apenas le conocían, «sólo de vista, de hola y adiós». El suceso conmocionó un barrio «donde nunca pasa nada». La noche del miércoles, sobre las once y media o doce, comenzaron a ver un trasiego de equipos de emergencia que les hizo pensar que algo ocurría, aunque no confirmaron sus inquietudes hasta el día siguiente, cuando los investigadores les interrogaron.

Agentes de la Unidad de Investigación Criminal (UIC) de la Ertzaintza mostraron a los residentes una fotografía del fallecido y otra de la mujer con la que convivía y les preguntaron qué sabían de ellos. También contactaron con los propietarios de la vivienda. «El hombre no era de alternar, nunca le había visto por aquí», explicaba el dueño del bar de enfrente. También les pidieron que recordaran si habían escuchado algún ruido extraño la noche del pasado domingo o el lunes, pero nadie había oído nada, ni siquiera el hombre que reside en el piso inmediatamente superior. «Aunque tiren abajo la escalera no me enteraría», confesaba una mujer que vive en el bloque «de toda la vida». «Ni le conocía, le habré visto bajar, pero como viene tanta gente nueva y luego se va…».

Según comentaban los vecinos, el hombre estaba separado y tenía dos hijos fruto de ese matrimonio. Se le solía ver paseando a un perro por el vecindario, aunque la mascota era de su exmujer, y en los últimos días «cojeaba» por alguna lesión en una pierna. Curiosamente, a sus 59 años, había anunciado a sus allegados: «Me jubilo y me voy a Colombia». El levantamiento del cadáver se realizó durante la madrugada. Agentes de la Policía Científica de la Ertzaintza permanecieron en la vivienda donde se produjo el homicidio durante toda la mañana de ayer recogiendo evidencias. Los vecinos vieron cómo sacaban «varias cajas» del domicilio.