Josep Piqué

El Círculo de Empresarios vuelve a la carga pidiendo una indemnización por despido para los trabajadores, de 18 días por año trabajado. La reforma laboral del PP ya redujo la indemnización de 48 a 21 días, pero, no lo deben considerar suficiente. Insisten y quieren otra vuelta de tuerca. Así se recoge en el capítulo de ‘Ideas para crecer’ incluido en el análisis sobre los Presupuestos del Estado para 2016, que fue presentado por el vicepresidente y presidente del comité de Economía y Presupuestos de este Círculo de Empresarios, el exministro del PP Josep Piqué.

Josep Piqué “el terror de los peluqueros”, como lo llamaba Alfonso Ussía, después de su paso por el gobierno de Aznar, se colocó en Vueling, después en Applus, y hoy figura como consejero delegado de OHL con unos ingresos en el ejercicio 2014, de 800.000 euros, de los cuales, 517.000 corresponden a su sueldo fijo, y los 283.000 restantes a la remuneración variable ligada al cumplimiento por parte de la empresa de determinados objetivos financieros y de negocios.

Tras la burbuja inmobiliaria del gobierno de Aznar, todos hemos sido testigos de la huida pavorosa del gran capital y de políticos corruptos con las alforjas llenas a paraísos fiscales, mientras los pequeños empresarios cerraban sus negocios; los autónomos se quedaban absolutamente sin nada; y los asalariados españoles eran despedidos, desahuciados y reducidos a mendigos claudicantes, para agolparse en los comedores sociales o dedicarse a la búsqueda diaria en los contenedores de basura.
Con este panorama de angustia y desesperación, en mayo de 2014 salió a la palestra la presidente del Círculo de Empresarios doña Mónica De Oriol, con unas declaraciones más propias de un cacique, que de una representante empresarial cuyo ente alardea de cierto clisé democrático. En aquellas declaraciones, doña Mónica habló de rebajar el salario mínimo a los trabajadores con menos formación, pero no de remunerar más a los mejor preparados. Bien sabía esta señora que el salario mínimo en España, es la mitad que, por ejemplo, el de Francia. También propuso lo que ahora propone Josep Piqué, abaratar aún más el despido para los asalariados españoles.

Me parece una tomadura de pelo que se hable de 18 días de indemnización por AÑO trabajado, cuando los contratos de trabajo que se firman actualmente son mayoritariamente por meses, a razón de algunas horas diarias, incluyendo la parte proporcional de las pagas extras y hasta el importe por finalización de contrato en cada percepción salarial semanal o mensual. Hace falta ser miserables para regatear sobre los días de indemnización por despido, cuando con este sistema de contratos, ningún trabajador podrá cumplir 37 años de cotización a la Seguridad Social que le exige el sistema, para garantizarse una paga que le permita vivir tras su jubilación.

Recuerdo que la señora De Oriol dijo que “la “construcción” sacó a la gente del sistema educativo para ganar de 1.000 a 1.500 euros, y que eran los reyes del mambo los viernes y el sábado, porque sus amigos seguían en el cole sin un puñetero duro y ellos invitaban a todas las niñas”.

Qué curioso, en ningún momento trajo a colación la responsabilidad del gobierno por ese abandono escolar, y tampoco del silencio de aquellos empresarios que sin escrúpulos morales contrataban a esos jóvenes, como mano de obra inmediata para sacar adelante los grandes proyectos urbanísticos por toda nuestra geografía. Silencio absoluto también de la representante empresarial, sobre aquella “construcción” que hizo que los empresarios del ramo quintuplicaran sus fortunas durante la burbuja inmobiliaria, y que cientos de miles de millones de euros se hayan esfumado, dejando a millones de familias trabajadoras en la miseria más absoluta.

Se queja también el Circulo de Empresarios, de que muchos desempleados que han agotado la prestación y perciben el subsidio, rechazan las ofertas de trabajo sistemáticamente. Pero, cabría preguntarse, ¿por qué se produce esto? Vamos a ver, si un desempleado español percibe 400 euros de subsidio al agotar la prestación por desempleo, y se le oferta un trabajo con un contrato donde el salario supone poco más de 400 euros, por recolectar fruta, limpiar mierda o retirar escombros, es más que probable que lo rechace ¿Cómo solucionarlo? Muy sencillo, lancen las ofertas de empleo aparejadas a un salario digno que cubra las necesidades básicas de una familia, y entonces, el gobierno si tendrá autoridad moral para retirar de inmediato el subsidio a quienes rechacen ponerse a trabajar de inmediato.

Ahora bien, si lo que se quiere es arremeter contra ese cáncer de JOVENES HOLGAZANES QUE NI ESTUDIAN NI TRABAJAN (NiNi,s), mucho cuidado con meter en el saco de estos “parásitos sociales”, a honrados trabajadores que, por poner un ejemplo, sólo saben desarrollar trabajo físico en multitud de tareas que no son precisamente cómodas ni agradables. Que nadie se equivoque ni confunda; no aprovechen la pésima situación económica que atravesamos, para someter a esos trabajadores pagándoles sueldos de miseria con los que no pueden cubrir ni las necesidades más elementales, mientras los representados por el exministro PIqué ven aumentar sus ingresos fruto de las exportaciones, o por inversiones y obras gigantescas en países emergentes.

Las plusvalías de la empresa no pueden ir solo para el capital. Es cierto que el capital es un factor necesario, pero no el único. Esas plusvalías, con criterios justos, evangélicos y cristianos, y nacionales, deben ser repartidas equitativamente entre todos los factores humanos que son partícipes de ella. Desgraciadamente sabemos que esto no es así; nuestra sociedad en general, y las empresas en particular, están literalmente deshumanizadas; se mira a los obreros como robots teledirigidos y no como personas; los salarios de los productores son exiguos y sus condiciones de trabajo cada vez más precarias; no se premia la honradez, la abnegación y la entrega; sólo los que dirigen el “rebaño” perciben complementos por objetivos alcanzados, para que “sometan sin piedad” a los asalariados que forman parte de la base del organigrama empresarial.

En resumen, usted señor Piqué, lo que pretende, es despedir con el menor coste posible a todos los trabajadores que con cierta antigüedad en las empresas, se acogen todavía a los derechos adquiridos durante el régimen anterior. Pretende sustituirlos, muy democráticamente, por jóvenes trabajadores con “contratos basura”, sin ningún aliciente, nada de estímulo, y con una visión de futuro que nadie querría para sus propios hijos. Usted lo que persigue señor Piqué, al igual que el pasado año la señora De Oriol, es que los obreros españoles trabajen, como si de un rasgo de misericordia se tratase, a cambio de cama y comida, de lo contrario, siempre tendrán un inmigrante de sustitución dispuesto a ser explotado. Ustedes, insaciables codiciosos amparados por el sistema, no quieren trabajadores, quieren esclavos.