La guerra de Putin contra el terrorismo islámico
Vladímir Putin lleva luchando contra el terrorismo desde antes de aparecer en escena y convertirse en presidente de Rusia. De hecho, su férrea determinación de acabar con los desmanes de los islamistas chechenos fue lo que le aupó al poder. Llegó con el mandato de limpiar la conflictiva república caucásica de extremistas y, aunque a un alto precio en vidas humanas, casi lo ha conseguido. Ahora, el actual presidente ruso se ha embarcado en otra cruzada antiterrorista, esta vez en Siria contra Estado Islámico, el Frente Al Nusra (Al Qaida) y contra otros grupos que él considera radicales.
Los intentos de Putin de proteger a sus ciudadanos de los atentados yihadistas han evolucionado con numerosos altibajos. Aunque ya estaba familiarizado con este problema, al haber dirigido el FSB, antiguo KGB, durante todo un año, el exespía tuvo su prueba de fuego tras ser nombrado primer ministro, en agosto de 1999.
Fue designado precisamente para hacer frente al potente ataque armado que aquel mismo mes lanzaron en Daguestán los sanguinarios cabecillas rebeldes, Shamil Basáyev (checheno) y Amir Hattab (saudí) con la intención de ampliar los límites de Chechenia y crear el Gran Califato del Cáucaso. Ambos, muertos hace tiempo a manos de las fuerzas rusas, profesaban el wahabismo, la corriente más rigurosa del Islam.
Segunda guerra chechena
Con Putin al frente del Gobierno, las tropas rusas consiguieron acabar con la sublevación alentada por Basáyev y Hattab en Daguestán y, tras una ola de atentados en varias ciudades rusas durante el mes de septiembre de 1999, se aprestaron a desalojar del poder al régimen checheno de entonces, dirigido por el presidente Aslán Masjádov. Comenzó así la segunda guerra chechena.
Los éxitos cosechados en esta segunda campaña (la primera se extendió entre 1994 y 1996) catapultaron al antiguo agente del KGB a la cúspide del poder. Ganó en las elecciones de marzo de 2000. Sin embargo, según años después aseguraría el también espía Alexánder Litvinenko, en su libro «El FSB dinamita Rusia», los atentados de septiembre de 1999 fueron organizados por los servicios secretos rusos para justificar una guerra más en Chechenia y poner a Putin en el Kremlin. Lo cierto es que Litvinenko fue asesinado en Londres, en noviembre de 2006, con una sustancia radiactiva llamada Polonio-210, y las autoridades británicas sospechan que los autores fueron agentes rusos.
La primera gran crisis con rehenes a la que tuvo que hacer frente Putin como presidente fue la toma del teatro Dubrovka de Moscú, a finales de octubre de 2002, por parte de un comando checheno, en cuyas filas había varias «viudas negras», mujeres suicidas que vengan a terroristas abatidos por las fuerzas de seguridad. El secuestro mantuvo en vilo a toda Rusia durante cuatro días y acabó con la muerte de 130 personas, 10 niños entre ellos. Ninguno de los yihadistas sobrevivió.
Más grave aún y sonada fue la toma de rehenes en la Escuela número 1 de la localidad de Beslán (Osetia del Norte), en septiembre de 2004, con un balance de 334 muertos, 186 menores entre ellos. Sólo un terrorista logró salvar la vida y fue condenado a cadena perpetua. Una de las medidas de respuesta de Putin fue abolir las elecciones a gobernador regional en todo el país. Aquel mismo año tuvieron lugar otros cuatro atentados, dos en Moscú y dos en aviones de pasajeros. Murieron en total 140 personas.
Aunque con menor intensidad, los ataques terroristas continuaron durante los años siguientes hasta que, en abril de 2009, se dio por terminada oficialmente la «operación antiterrorista» en Chechenia, es decir la segunda guerra.
Cáucaso Norte
Pero, a partir de ese momento, la situación en Cáucaso Norte se agravó. En agosto de 2009, los islamistas chechenos explotaron un camión bomba contra una cuartel de la Policía en Nazrán (Ingushetia), acción que causó 25 muertos. Peor todavía fue el año 2010. Hubo atentados con decenas de muertos en Stávropol, Daguestán, Osetia del Norte y en otros lugares del Caúcaso Norte. El más grave, no obstante, se produjo de nuevo en Moscú, en el mes de marzo, en un doble atentado en el metro perpetrado por dos «viudas negras». Perdieron la vida 40 personas. Las medidas de vigilancia se extremaron, pero terminaron relajándose con el tiempo. Hasta que, a finales de enero de 2011, otro atentado sacudió al país. Fue en el aeropuerto moscovita de Domodiédovo. Un terrorista suicida mató a 36 personas.
Las medidas antiterroristas de Putin, aunque vulneraron muchos derechos y libertades, terminaron surtiendo efecto, ya que la violencia se mitigó. No hubo nuevos atentados de importancia hasta octubre y diciembre de 2013 en Volgogrado, en tres ataques con un balance total de casi medio centenar de víctimas mortales. Quedó entonces demostrado que el terrorismo en Rusia no está completamente vencido, pese a que se logró acabar con Dokú Umárov, el jefe de la guerrilla chechena.
Versión local de EI
Hace casi un año, el 4 de diciembre de 2014, los llamados Muyahidines del Emirato del Cáucaso, la sección local de Estado Islámico, llevaron a cabo varios ataques simultáneos en Grozni, capital de Chechenia, causando once muertos. Nueve miembros del comando fueron aniquilados, pero la mayoría logró huir.
Semanas antes, el «califato» difundió un vídeo prometiendo acudir en ayuda de Chechenia y de todo el Cáucaso para lograr su «liberación» del control de Moscú. De ahí que uno de los argumentos que el presidente ruso esgrime para justificar los actuales bombardeos en Siria, cuyo primer efecto es que está dando oxígeno a Bashar al Assad, es acabar con los yihadistas e impedir así que puedan llegar a Rusia. El último zarpazo de terrorismo que ha sufrido el país eslavo fue el derribo del Airbus-321 sobre el Sinaí el 31 de octubre con la muerte de los 224 ocupantes del avión. La acción fue reivindicada por EI y Putin ha prometido venganza.
Dostoevsky creía en la profecía que señalaba a Moscú a ser la tercera Roma. Puede ser que Putin lo crea también. Jung en el 1939 tuvo un sueño de cosacos irrumpiendo en Europa. Dada la senectud de la UE, es deseable que se cumplan las premoniciones antes que se establezca Eurabia permanentemente.