Cristina Kirchner está para que la encierren
Cristina Fernández de Kirchner ha dejado Argentina arrasada después de ocho años en el poder. Su personalidad bipolar ha hundido la economía y dado rienda suelta a la corrupción y expolio de las arcas públicas para amasar enormes fortunas, ella y su corte de amigos. El nuevo presidente Mauricio Macri tiene ante sí la tarea de despolitizar la judicatura para que prosperen los sumarios abiertos y Cristina y sus socios devuelvan todo lo robado. La única manera de llevar a cabo la regeneración política y social que necesita Argentina para levantar el vuelo.
Decir, como se dice en Argentina, que la expresidenta Cristina es bipolar es dulcificar la verdad. Porque ahora, a los que se les consideran locos, no de atar, se le dice “bipolares”. Porque no sabes si ese día se han levantado con el pie izquierdo o con el derecho.
Tras ocho años de una forma de gobernar vergonzosa, Argentina ha caído en picado. Su prestigio está por los suelos, la delincuencia campa a sus anchas y la situación económica es insostenible. Alrededor de la presidenta reinaban una serie de ministros amiguetes, amantes de la señora, que se han dedicado a llevárselo crudo mientras las mafias de la droga se hacían con las calles y la corrupción crecía como la espuma.
Cristina Fernández¸ la viuda de Kirchner, ha hecho posible que comisarías de policías se conviertan en bandas de atracadores y ya no estés seguro cuando un policía se te acerca, no sea que te robe en lugar de auxiliarte, como lo prueban los videos que circulan por Youtube. Ella y sus amiguetes estaban llenando la cueva, la caja fuerte, que esconde en su chalé de Calafate, y las cuentas bancarias.
Argentina ha sufrido a una Cristina, multimillonaria, hermanada con los Castro, con Chaves antes de que le envenenaran y falleciera invadido por el cáncer de colon, y con el payaso de Maduro, otro que ha hundido un país rico como Venezuela con políticas populistas baratas y que ahora amenaza con dar un golpe de Estado para que no le aparten de la Presidencia de la República.
Porque cada vez que Cristina hablaba en parlamentos, con esa verborrea demagógica de contar y contar sin decir nada concreto, nos daba vergüenza ajena. En la hemeroteca se conservan, para vergüenza de quienes la votaron, las payasadas de una bipolar negando la existencia del cepo cambiario nada menos que en la Universidad de Harvard.
Y es que ésta loca quiso emular a Evita Perón y convirtió en payasadas sus actuaciones públicas, sólo aplaudidas por la corte de estómagos agradecidos que eran trasladados, en cientos de viejos y destartalados autobuses escolares amarillos desechados de Estados Unidos. Los llamados “piqueteros”, nada menos que cuatro millones de subsidiados que son utilizados por el peronismo, o Partido Justicialista, o ahora la Cámpora, para llenar la Plaza de Mayo cuando hablaba Cristina, entre otras cosas.
En la Argentina que ha dejado Cristina todo es trucho, falso: el dólar se cambia en las cuevas un cincuenta por ciento más alto que el oficial. La inflación no es del 10 por ciento, sino superior al 25. Los jueces están nombrados por los políticos y cualquier magistrado que iniciaba procedimiento contra los Kirchner por evidente enriquecimiento ilícito eran apartados y el expediente archivado.
Y después de la última espantada de la bipolar Cristina, ausentándose del acto de toma de posesión de su sucesor, Mauricio Macri, al que no quiso entregarle el bastón y la banda y huyó a la tierra de su fallecido esposo, se espera que el nuevo Presidente despolitice la judicatura y de una vez por todas prosperen los sumarios abiertos contra los Kirchner y obliguen a Cristina y sus compinches a devolver todo lo robado, que es muchísimo.
No “para que la encierren”. Debería estar procesada y encerrada por todo el daño que ha hecho en ese Pais.
Igual que tenía que estar Zapatero en España.
Todos los gobiernos populistas en Hispanoamérica terminan como profetizó George Canning; “….vuestra sea la ruína, seguida por el desastre”.