Rajoy y el PP
Me hizo gracia ver en el ya famoso balcón de Génova a dirigentes del PP, con Rajoy a la cabeza. También estaban políticos como Mª Dolores de Cospedal, Pío Escudero, Andrea Levy, Javier Arenas, Soraya Sáenz de Santamaría, Fernando Martínez Maíllo, Javier Maroto, Cristina Cifuentes y el gran “pensante” de la campaña, Jorge Moragas. Sólo faltó a la cita el “cocinero” que todo lo guisa y amalgama: Pedro Arriola.
El que pensaba que era líder manifestó públicamente: “Hemos ganado las elecciones”. Señor Rajoy ganar unas elecciones es, aparte de conseguir mayoría absoluta, poder pactar con algún que otro partido para poder gobernar. Tenía que haber dicho “Hemos “perdido” las elecciones pero con la mayoría de los votos a nuestro favor”. Eso sería lo político correcto. Pero usted de eso no entiende o no quiere entender.
Ni corto ni perezoso añadió “Intentaré formar gobierno”. No se apure que no va a formar gobierno ni con el diablo y ¡mire que eso es fácil! Nadie le quiere como político, ni cómo líder, ni cómo nada. No me acuerdo, si fue antes o después, cuando dijo otra perla “Hemos hecho lo que creíamos bueno”. Señor Rajoy, Bueno ¿Para quién? ¿Para usted? Porque para España, le aseguro que no lo es.
Señor Rajoy, le voy a hablar claro sin intención de ofenderle ni molestarle, pero llamando al pan, pan y al vino, vino.
Si pretende que haya en España un partido de derechas (que no pasa nada, que en las democracias occidentales existe), no de centro derecha, ni mediopensionista, en mi opinión, quizá equivocada, lo que se tiene que hacer es refundir la actual “derecha” en otro partido verdaderamente de derechas sin ocultar claramente el decir que es de derechas. Otro partido que nada tuviera que ver con el actual. Y siento decirlo, pero todos los que están en la cúpula directiva del PP, el comité ejecutivo, deben irse a su casa o a un museo, empezando lógicamente por usted. Se salvan muy pocas personas.
Las personas de derechas queremos caras nuevas. Y no es de recibo decir que el “equipo” actual tiene “experiencia”. Experiencia ¿de qué? ¿De perder? Porque desde que usted está al frente, el PP ha ido perdiendo elección tras elección, y no será porque no ha sido advertido. Por otra parte y por la misma regla de tres, dentro de cuatro años, volverá a decir lo mismo; “Nuestra experiencia”, y en las siguientes elecciones, lo mismo, y en las que le sigan, etc. y así ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que el infierno se congele? Por esa filosofía siempre tendrá más experiencia que nadie y hasta podrían darle el Nobel de la experiencia.
Tiene que saber cuál es su límite. Renovarse o morir, y usted y su “glorioso equipo” de consejeros, ayudantes y pensantes, tienen que desaparecer para siempre de la escena política. Lo hizo el señor Fraga, y funcionó ¿Por qué no hace usted lo mismo?
Ya le digo, honradamente, que si el PP hubiera presentado a otro candidato a la presidencia del Gobierno que no fuera usted, el porcentaje de votos hubiera sido muchísimo mayor. Seguro. Muchísimos votantes, no le hemos votado, por su presencia, no le queda duda. Al PP sí, a usted no. Usted no es la encarnación del PP. Es un empleado más que le pagan para que haga ¡bien su trabajo! Ni más ni menos. Si no funciona, y usted no lo ha hecho, se le echa, y aquí no ha pasado nada. Todo somos prescindibles, hasta usted.
Los motivos son variados: no defendió en cuatro años el problema catalán y última hora, deprisa y corriendo y por motivos electorales, cuasi obligó al Tribunal Constitucional a dictar las sentencias por todos conocidos ¡A buenas horas mangas verdes! Y eso sin contar las “ayudas” de todos los mandatarios y organizaciones europeas; escudándose tras las faldas de Merkel, unas veces; en otras apoyándose en el presidente Hollande; en Cameron; en los variopintos organismos de la UE; ¡hasta en Obama! Pero ¡si era usted sólo el que lo tenía que hacer! Y encima lo hace “proporcionalmente”. No hay proporcionalidad que valga con la unidad de España. No señor. En ese aspecto se corta por lo sano. Es usted muy débil, indeciso y no sirve para político, y mucho menos para presidir el Gobierno de España. Dígale el señor Arriola, al que se le atribuye la frase, “Váyase señor González”, que le ponga otra coletilla a usted “Váyase señor Rajoy”.
El monotema de la macroeconomía – que aburre hasta las ovejas – pero si sabe mejor que nadie que una persona que no tenga cierto patrimonio, no le dan ningún crédito bancario ¡ni para comprarse una lavadora! Y si se lo dan, tiene que hipotecar a toda su familia, incluso la ya fallecida. Y si no lo sabe, peor todavía, al demostrar que no sabe las necesidades reales de los ciudadanos a los que dice gobernar. Mejor sería decir “desgobernar”. ¿Qué clase de mejora económica es ésta, de la que se siente tan orgulloso?
¿Qué tipo de autoridad tiene usted si no sabe ni pararle los pies al líder de la oposición, que demostró, equivocada o acertadamente, que lo es mucho más que usted en la entrevista que mantuvieron, los dos solos, cara a cara?
Señor Rajoy, se levanta uno y se va, aunque sea a costa de algún coste electoral, que a la larga, le hubiera favorecido, porque ese hecho implica tener autoridad y usted, mal que le pese, no la tiene. No tiene autoridad, y si la tiene ¿Dónde está? ¿La guarda en una caja de caudales? Porque yo no la he visto nunca.
Y si hablamos de su “estado mayor”, ya me dirá que pensamos los que vimos en un programa de televisión de variedades a su vicepresidenta, bailando el can-can, o lo que sea que bailó. Quizá en el Folies Bergère pudiera encontrar otro trabajo que le cuadrara mejor.
Dijo su vicepresidenta que ustedes son como un equipo. Comprensible. No tenía otra forma mejor para defender su inexplicable ausencia en el debate a cuatro. ¿Equipo? ¿De qué? Usted, le gustara o no, tenía que haber estado en ese debate. Era su obligación. Usted era el presidente del Gobierno. Ella no ¿Es que se turnan, como equipo, para hacer los deberes, usted a ella o al revés? ¡Valiente equipo!
Y si seguimos hablando de su “equipo”, es para echarse a llorar. Todos parecen que han sido drogados exponiendo los mismos parabienes y camuflados éxitos, utilizando idénticas expresiones. O quizá comprados, que está de moda.
Vaya a usted a saber.