La muerte de Alan, el joven transexual de 17 años que se quitó la vida hace unos días, podría ser una muerte más entre las 3870 personas que se suicidan en España (datos del INE correspondientes a 2013). Pero su caso es algo especial.

El él, confluyen varios factores que podrían analizarse por separado. En primer lugar el fenómeno del acoso escolar que resulta excesivamente penoso para los adolescentes que lo sufren. La angustia y la desazón suele invadir los sentimientos adolescentes en una etapa especialmente difícil y vulnerable en la que la personalidad está en desarrollo y puede marcarlos negativamente. Luego, la integración de los individuos con identidades sexuales no “tradicionales” en el ambiente social juvenil resulta muy difícil, fundamentalmente por ignorancia; se teme lo que desconoce. Así las cosas, la educación sexual debería volver a la escuela y abordarse estos temas de modo general y abierto para buscar la aceptación del diferente que, al fin y al cabo, no lo es tanto. De hecho todos somos parecidos pero también diferentes.

Hace un tiempo comentaba con un amigo la decisión del gobierno australiano de poner sexo “neutro” en el DNI de las personas. Yo pensaba que era muy positivo pero mi interlocutor fue más allá ¿Y porque no eliminamos directamente el sexo de la identificación personal? No hace falta, con la foto, la firma, el número y la huella digital basta. Lo dejo aquí como propuesta.