Año Nuevo diferente
Parece que sobrevuela en el ambiente un cierto temor a posibles atentados yihadistas. No es de extrañar, si se piensa en lo sucedido recientemente en París. El despliegue de las fuerzas de seguridad en las principales capitales europeas es comprensible para aumentar el nivel de seguridad existente. Que Francia se encuentre en estado de excepción es una prueba más de lo difícil que es mantener el orden, y evitar ataques de lobos suicidas o comandos. Parece que la toma de Ramadi ha debilitado al Estado Islámico.
También contribuyen los bombardeos contra posiciones y objetivos del EI. El cerco sobre el Daesh se está estrechando, algo que, posiblemente, reduce su capacidad de acción. Aunque es cierto que las fuerzas policiales y militares de los estados europeos están realizando una tarea extraordinaria para evitar atentados terroristas.
De todos modos, en lo que sí han ganado los yihadistas es en cambiar la forma de vida de los ciudadanos occidentales. En aspectos que pueden parecer menores, pero que son significativos, porque marcan una tendencia. Que no se puedan celebrar, de modo pleno y público, actos festivos y espectáculos, en la mágica noche de fin de año, parece que es el precio que hay que pagar para tener más seguridad.
De todos modos, limitar en Madrid la entrada a la plaza de la Puerta del Sol a 25.000 personas es una buena estrategia para minimizar o reducir, enormemente, los posibles riesgos.
Que la policía belga haya detenido a siete personas en las últimas horas es una muestra más de que los temores respecto a la barbarie terrorista no son injustificados. Es el peligro del fanatismo llevado a sus máximas consecuencias.
Los registros, con detectores de metales, pueden ser suficientes en Roma para evitar que, el concierto de fin de año en la explanada del Circo Máximo que congrega a miles de personas, no se vea alterado por ninguna acción violenta de carácter terrorista.
En Berlín confían más en su nivel de protección, y permiten que cientos de miles de personas celebren la Nochevieja en los dos kilómetros que separan la Puerta de Brandeburgo de la Columna de la Victoria. Se dispondrán también, enormes medidas de control, para garantizar el mayor nivel posible de seguridad. En Moscú, las autoridades han sido más pragmáticas, y han cerrado la Plaza Roja para, de esta forma, evitar cualquier posible incidente.
En Londres aunque consideran que están aplicando medidas cautelares de protección, también extreman la vigilancia en sus calles y plazas. El espectáculo pirotécnico del London Eye será más seguro, porque se necesitará entrada, lo que presupone un estricto y riguroso control de las personas que se suben a esta atracción londinense. A pesar de todo, que la felicidad inunde las mentes de todos.