El toro de Osborne, icono de España, repleto de símbolos ‘mariconistas’

Por José L. Román.- Si damos un repaso a la España que nos dejó Franco, y la comparamos con la de nuestros días, cualquier español sensato debería formularse al menos, las siguientes preguntas:

¿Por qué ese esfuerzo de los antifranquistas en destruir nuestro tejido industrial y agroalimentario levantado con el sudor, las lágrimas y la sangre de nuestros padres y abuelos, para meternos sin condiciones en la Unión Europea primero, en la OTAN después, y en la moneda única más tarde?

¿Por qué tanto empeño en aplicarnos el patrón norteamericano anglosajón del materialismo y el consumismo, donde todo gira única y exclusivamente en torno al dinero?

¿Por qué la ONU obliga a España a abandonar Guinea, Ifni y El Sahara, entregándole este último a Marruecos, no hace cumplir sus resoluciones sobre Gibraltar, y ningún gobierno de la democracia española abre la boca?

¿Por qué ese empecinamiento en arrancar nuestras raíces cristianas y destruir nuestras familias, frenando en seco nuestro crecimiento vegetativo?

¿Por qué esa perseverancia en relegar nuestro idioma, segundo más hablado en el mundo, para imponernos el inglés como imprescindible y oficial?

¿Por qué ese esfuerzo descomunal de los demócratas, en destruir y aniquilar las conquistas sociales de los trabajadores españoles heredadas del régimen de Francisco Franco, para poder destruir las empresas familiares, dar entrada a las grandes multinacionales o centros de explotación, para tratar a los obreros como objetos, reducirlos a esclavos y considerarlos pañuelos de usar y tirar?

Y por último, ¿por qué tanto interés en destruirnos como nación? ¿Quién está detrás de esa hoja de ruta seguida por todos los gobiernos del sistema constitucional?

Es evidente que la ignorancia en unos casos, o la desesperación por una situación familiar y social fruto de la corrupción en otros, haya podido llevar a una juventud irresponsable e iletrada, y sin experiencia política, a ofrecer su voto en las últimas elecciones, a formaciones marxistas cuyos líderes son acusados de ser los colaboradores necesarios del régimen criminal que hoy rige Venezuela. Creo que en esto, estaremos casi todos absolutamente de acuerdo.

Pero, no caigamos en el infantilismo fácil de señalar a Podemos como los responsables de ese interés en destruirnos como nación, no. Podemos es únicamente un instrumento recién creado precisamente, para eludir las graves responsabilidades de aquellos, que han estado siempre en la vanguardia de esa piqueta demoledora y ese proceso de destrucción como colaboradores necesarios.

La destrucción de España como nación comenzó antes de la Transición. El proceso se inició en pleno régimen de Franco espoleado por aquellos que lo adulaban y levantaban sus brazos enseñándole los golondrinos, para después de su muerte traicionarle siguiendo los dictados que les marcaban desde Europa y Estados Unidos.

Prueba de ello, es que esa Transición política -que como bien dice el gran historiador Pío Moa hubiese sido imposible sin las condiciones en que Franco dejó nuestra nación-, fue llevada a cabo por franquistas de renombre desde la UCD del señor Suárez, la Alianza Popular de Manuel Fraga, y el anterior rey Juan Carlos I. Ellos, apoyados sin fisuras por determinados medios de comunicación que todos conocemos, dieron vía libre al socialismo y al comunismo como paso previo a un proceso de destrucción perfectamente orquestado y al que hemos hecho referencia, dirigido meticulosamente desde Europa y Norteamérica, por la Internacional Socialista y la Internacional del Dinero.

Llevado a cabo el expolio de lo público; destruido nuestro tejido industrial y las empresas familiares para dar entrada a las multinacionales; reducidos los trabajadores a esclavos con contratos basura y de miseria; arrancadas y cortadas nuestras raíces cristianas; implantado el patrón norteamericano en todos los órdenes; destruida la célula base que es la familia; detenido nuestro crecimiento vegetativo dando entrada a una inmigración incontrolada para hacer volar nuestro sistema de pensiones y de Seguridad Social; eliminadas nuestras costumbres y nuestras tradiciones; impuesto el materialismo y consumismo anglosajón; relegado nuestro idioma para imponer el inglés; una vez los terroristas en las instituciones; el resultado de las últimas elecciones; la declaración de Cataluña como nación, y lo que acontece en Europa, es más que evidente que ese proceso de destrucción de nuestra nación ha culminado.

España, señoras y señores, ha llegado más allá de lo que señaló Alfonso Guerra, “cuando los socialistas pasemos por el poder, a España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Lo que no sabía el de la chaqueta de pana era, que surgirían individuos y formaciones que tras pasar por el gobierno, superarían con creces las intenciones de los socialistas.