Quizá me equivoque. Puede ser. Pero casi seguro, visto las posibilidades deque los partidos políticos se pongan de acuerdo para elegir a un presidente del Gobierno, y que éste pueda nombrar ministros y gobernar normalmente, va a ser casi imposible. Por no decir totalmente quimérico.

Aunque se hagan todos los cálculos aritméticos posibles de todos loscolores y formas; suma, resta, multiplicación y división, cálculos logarítmicos naturales, neperianos, cálculos integrales y diferenciales, estudios geométricos descriptivos, las cuentas no salen. Ni aunque se contratara al mismísimo Descartes, o a Pitágoras, a Euclides, a Arquímedes, ni inclusive a Einstein, incluso a todos juntos, encerrándolos en una habitación con siete candados, comiendo sólo pan y agua durante mucho tiempo, y sin móviles, se podría encontrar una solución viable.

Los partidos que nos representan, unos por una cosa, otros por otra, el caso es que no se iban a poner de acuerdo, porque todos quieren mandar y quieren salvar a España del desastre político en que nos desayunamos todos los día.

El programa de cada partido, es el mejor, el único, el verdadero, el que no tiene fallos, el que nos va a salvar de la hecatombe que se nos avecina.

Según tengo entendido, el rey tiene la potestad, después de recabar las veces que hiciera falta, las diferentes opciones presentadas por los diputados que le visitan, de proponer al presidente del Gobierno.

Supongamos, y es lo que casi seguro va a suceder, que el Congreso no loaprueba, entonces la acción se repetiría las veces que hiciera falta, hasta que se pongan de acuerdo, pero… ¿y si no se ponen? ¿Qué podría pasar?

¿Íbamos a estar así hasta que lo cerdos volaran? Se habla de unas segundas elecciones, pero se puede dar el caso peregrino, que se vuelva a repetir lo mismo. Más de lo mismo.

Se me ocurre, que una posible solución, con sus pros y contras, sería que el monarca basándose en sus atribuciones, nombrara a un general o a un almirante de alta graduación, afecto a su persona e ideales, como presidente del Gobierno, y que éste nombrara gobierno. Insisto, afecto a su persona y su causa, y no al estilo del general Primo de Rivera, con Alfonso XIII.

Siempre afecto a su causa y de su máxima confianza, esto es básico y fundamental.

Es probable que los problemas más importantes se solucionaran o estuvieran en vías de hacerlo.

A lo mejor hasta funciona.