Ha fallecido el llamado Sentido Común
Hoy, lamentamos y lloramos más que nunca la muerte del llamado Sentido Común; un querido amigo que ha estado entre nosotros durante muchísimos años. Nadie sabe a ciencia cierta edad tenía, puesto que los datos sobre su nacimiento se perdieron entre archivos y legajos de la gigantesca burocracia de diecisiete gobiernos autónomos.
El llamado Sentido Común será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como la que nos habla de “trabajar para ganar el pan con el sudor de tu frente, y así poder tener un techo propio donde cobijarte”; o como por ejemplo, aquella otra que aconseja documentarse, leer todos los días un poco para adquirir conocimientos y estar informado; o quizá la de saber por qué los pájaros despiertan al amanecer para buscar sustento; o porqué la Naturaleza se rebela contra el mal comportamiento del ser humano; o posiblemente también para reconocer la validez de frases tales como: ‘la vida no siempre es justa” y ‘tal vez, haya sido yo el culpable’.
Nuestro querido amigo, Sentido Común, vivió siempre bajo simples pero eficaces lecciones y consignas: “No eduques a tus hijos para que sean ricos, sino para que sean felices”; “no gastes más de lo que ganas”; y, “ama a tu familia y honra a tu Patria”.
Su salud comenzó a deteriorarse rápidamente cuando se aplicaron reglas bien intencionadas pero ineficaces, como por ejemplo, aquellos mensajes del maestro a sus alumnos invitándoles a que lo llamaran Paco y no don Francisco, porque más que un profesor quería ser un amigo; cuando los adolescentes comenzaron a ser invitados a irse a otro colegio por miedo a agresiones físicas después de denunciar a un compañero distribuidor de droga; o cuando una profesora fue llamada al orden y expedientada por reprender a un alumno indisciplinado. Todo esto y mucho más, ha sido el goteo constante que hizo que empeorara la condición de nuestro gran amigo, Sentido Común.
Sentido Común, perdió terreno cuando los padres de los alumnos comenzaron a atacar verbal y físicamente a los maestros -visiblemente desautorizados por su propia política de “colegueo” con sus discípulos-, por intentar hacer el trabajo en el que aquellos padres fracasaron.
La decadencia del llamado Sentido Común se agravó aún más cuando las escuelas debieron requerir un permiso de los padres para administrar una aspirina, aplicar protector solar, o colocar una tirita a un alumno. Aunque eso sí, se les advirtió rigurosamente de que no podían informar a los padres si una alumna estaba embarazada y quería abortar.
Sentido Común perdió el deseo de vivir cuando los Diez Mandamientos de la Ley de Dios se convirtieron en motivo de mofa y befa por un amplio sector del magisterio y la política; algunas iglesias en negocios lucrativos; y los criminales más sanguinarios comenzaron a recibir mejor trato que sus víctimas.
Para nuestro amigo Sentido Común, fue un duro golpe que un ciudadano honrado que cumple fielmente con el orden constitucional establecido, ya no pueda defenderse de un ladrón en su propia casa, pero que aquel ladrón pueda demandarnos por agresión; y que si un policía mata a un criminal, violador o terrorista, incluso armado, sea inmediatamente inhabilitación de manera preventiva por presunta desproporcionalidad en el uso de las armas, cuando no acusado de gatillo fácil.
Y así, miles y miles de casos a lo largo de todos estos años de democracia liberal, que solo ha puesto de manifiesto que no es otra cosa que un sucedáneo de la verdadera libertad.
La muerte de Sentido Común fue precedida por la de sus padres, Verdad y Confianza; la de su esposa, Discreción; la de su hija, Responsabilidad, y la de su hijo, Raciocinio. Solo sobreviven sus tres hermanastros: “Policía asesina”; “conozco mis derechos”; “tú eres un puto fascista”, y, “soy una víctima de la sociedad”.
Los medios informativos del desmadre, el marxismo y la telebasura, como responsables directos e indirectos de la ingeniería social, y de la muerte del llamado Sentido Común, no han ofrecido la noticia sobre la defunción de nuestro amigo, por lo que no hubo mucha gente en el funeral. Muy pocos nos enteramos de que nuestro querido Sentido Común nos dejó para siempre, pero lo más curioso y llamativo de todo fue, que la mayoría de los asistentes al sepelio coincidimos en no seguir los dictados de la “caja tonta”.
Certero y demoledor artículo. Algún día, no muy lejano, los responsables de la muerte de este gran amigo Sentido Común, serán juzgados y condenados, no solo por el Tribunal de España sino también por la Historia. Que no nos quepa ninguna que Dios y el tiempo, colocan a cada uno en su sitio.
Más claro agua, la televisión no ha sido el juez, ha sido el verdugo de esta sociedad empeñada en la autodestrucción.