Rivera y Rajoy
El líder de Ciudadanos parece considerar que, la mejor estrategia para conseguir votos de los que suelen votar al PP, es lograr el apoyo de los votantes desencantados o descontentos con la labor de gestión política del partido Popular. Especialmente, por causa de la corrupción que ha ocupado los titulares, y las portadas de los periódicos, con casos tremendos que han conmocionado al país.
Y aunque Rivera considera que su partido es el representante del espacio de centro, también el PP estima que lo es. Y ante los ciudadanos, las diferencias se marcan o establecen, no tanto por la supuesta centralidad ideológica, sino por los resultados, y también por la denominada regeneración democrática.
Aunque considero que en política el cambio de decisión de los votantes está, más influido, por grandes cambios y hechos, que por simples ideas.
Además, parece que la dispersión de los votos, que se ha reflejado en las últimas elecciones de diciembre pasado, puede volver a repetirse, si se tienen que celebrar otra vez los comicios el próximo 26 de junio.
Estamos asistiendo a una transición democrática que está iniciando un periodo nuevo en la historia de la democracia española. No me atrevo a llamarla segunda transición, pero, si se sigue un criterio cronológico, podría ser algo acertado usar esta denominación.
La lucha por ocupar el centro en la voluntad de los ciudadanos, por parte de Ciudadanos y el PP, puede durar años y años, y servir al desgaste sobre todo de los populares, pero sin suponer avances significativos para el partido emergente. Quizás, de cara a su electorado posible, sería positivo que se fusionaran. De este modo, las cosas se aclararían más, y la situación política actual también se desbloquearía.
Esta posible alternativa democrática puede parecer descabellada para Rivera, porque no desea afrontar la pérdida de credibilidad, por causa de la enorme corrupción que ha existido en el PP. Pero estimo que es una de las potenciales formas de aspirar a descongestionar la situación política actual. Si esto se produjera habría dos grandes partidos: uno de centro derecha y otro de izquierda, y la ciudadanía votaría por una de las dos formaciones políticas. Todo sería, en principio, menos complejo.
En este sentido, los ejemplos del Reino Unido y, sobre todo, de Estados Unidos son reveladores. La lucha política por el poder de demócratas y republicanos parece que es clara y precisa, y no deja lugar a medias tintas, y a divisiones parlamentarias excesivas para la estabilidad de un gobierno. Aunque también existan problemas por la cuestión de las mayorías, pero, al menos, en la formación de gobierno las cosas se deciden de un modo más sencillo, y sin tantas dificultades. Y de lo que se trata, en estos momentos cruciales para nuestro país, es lograr un nuevo gobierno, y superar esta etapa de estancamiento político. Porque los grandes problemas de España no esperan, y la ciudadanía ya reclama soluciones con urgencia. Un nuevo bipartidismo de derechas e izquierdas, por fusión de partidos, es algo que no parece imposible.
Rivera ha roto un principio que el mismo se pronunciaba una y otra vez, el principio de apoyar la lista más votada, aunque en Cataluña siempre ha estado más próximo al PSOE de ahí su gran resultado, ¿ el voto en Cataluña de donde provenía del PSOE o del PP? Sin duda del primero. Entonces es estrategia o traición a sus votantes de otros territorios, para mí traición. Para el la mayoría es una masa amorfa equivocada un error que lo va a pagar caro. Es la sociedad falta de principios lo que se proyecta en la política y en… Leer más »