Mientras se insultan y se besan en el Parlamento…
Todos hemos sido testigos del espectáculo dantesco y bochornoso en el Congreso de los Diputados durante el debate de investidura de Pedro Sánchez para la presidencia del gobierno. Desde la tribuna de oradores se lanzaban los insultos los diferentes representantes de cada grupo como si el Parlamento, en el que el pueblo se haya representado, fuese una lúgubre taberna barriobajera. Y, para poner el broche a su estreno en el “paraíso de los inmortales”, dos marxistas podemitas del mismo sexo mezclaban la saliva de sus bocas en público apasionadamente,
Ahora bien, que nadie se equivoque ni confunda, ese beso, además de estar perfectamente ensayado y premeditado, es un rasgo de cinismo como consecuencia de una crisis moral extrema, y un desprecio a las costumbres, a nuestra cultura, a las normas sociales, a las leyes y al Estado de Derecho. Estar en un lugar donde se elaboran las leyes como es el Parlamento español, precisamente para despreciar esas leyes, solo tiene un trasfondo ácrata que persigue volver a la ley de la jungla o ley del más fuerte. No fue un beso entre homosexuales, es algo mucho más grave; es un insulto a nuestra civilización occidental; un ataque a la moral, a la religión, a la decencia, a la disciplina, y a la lealtad de la palabra dada ¡Ese es el cambio que proclaman!
Pero vayamos al meollo de la cuestión. Esta abultadísima nómina que se autodenomina “clase política”, amparada, respaldada y auspiciada por un poder mediático que sigue recibiendo subvenciones, continúa su batalla de pactos para intentar formar gobierno engañando a sus votantes, como una especie de antídoto necesario para ejecutar “el cambio”.
Todo esto puede ser discutible y hasta criticable, pero, díganme, ¿muestra algún representante político de estos que quieren “el cambio”, con claridad meridiana, el bisturí para extirpar de raíz los tumores malignos que nos devoran, al objeto de derrotar al cáncer que nos está matando como sociedad, como pueblo y como nación? Definitivamente ¡NO!
Desde antes del 20-D, aparte de aparecer continuamente en la televisión y mostrarse machaconamente como defensores de la democracia, origen principal de un gigantesco engaño al pueblo español, al que se le ofreció en bloque la Monarquía, el sistema de partidos, el sistema electoral de listas cerradas, la ausencia de toda forma de separación de poderes y cargar sobre los ciudadanos el inmenso derroche de diecisiete Gobiernos dotados de todos los elementos de un Estado real, y el sostenimiento de los partidos, sindicatos y patronal; dígame, ¿nos han hablado de algo más? Por ejemplo:
¿Nos han hablado de la necesidad de acabar con el sistema electoral de listas cerradas mediante las que se vota a aquellos que el partido propone, y no a personas conocidas y dignas de nuestra confianza como vecinos y paisanos?
¿Nos han hablado de acabar con las subvenciones a los partidos políticos con dinero público, o con las subvenciones a los sindicatos y organizaciones empresariales también de nuestros impuestos?
¿Nos han hablado de acabar con las prebendas y privilegios para eurodiputados y eurocomisarios, mientras se establece un sueldo mínimo interprofesional que causa hilaridad?
¿Nos han hablado de acabar con el sistema de cotización de los cargos políticos (de 7 a 11 años) para alcanzar una pensión máxima, mientras los trabajadores españoles están obligados a cotizar media vida al Régimen General de la Seguridad Social para soñar con una mísera pensión?
¿Nos han hablado acaso de acabar con las largas vacaciones pagadas por el Estado de las que disfrutan los cargos políticos, y que son la vergüenza nacional?
¿Nos han hablado de acabar con el número descomunal de asesores “enchufados” para suplir la inoperancia e incompetencia de los cargos políticos, cuando el trabajo lo pueden realizar funcionarios de carrera, y que cuesta al erario público miles de millones de euros?
¿Nos han hablado de acabar con los vehículos oficiales para los cargos políticos, con chóferes y escoltas, mientras a los ciudadanos se les invita a que dejen el utilitario estacionado y tomen el transporte público?
¿Nos han hablado de acabar con las pensiones vitalicias de las que disfrutan los ex presidentes de los distintos gobiernos o de las cámaras y parlamentos, aunque hubiesen ostentado el cargo un solo día?
¿Nos han hablado de suprimir la ley de compatibilidad del cargo político con el desempeño de otro trabajo remunerado, que para mayor escarnio suele ser en empresas que buscan el favor personal del pluriempleado?
¿Nos han hablado de acabar con la discriminación que sufren policías nacionales y guardias civiles sin estímulo ni respaldo gubernamental, y convertidos en la “cenicienta estatal”, mientras se remunera a placer a “policías autonómicas”, guardias pretorianas de presidentes autonómicos –muchos al margen de la ley-, así como de barones y alcaldes que se pitorrean de la Justicia?
Díganme, aparte de insultarse, besarse, cambiar el nombre de las calles y buscar la paridad con paridas mezquinas y absurdas, ¿nos han hablado de acabar con esa burla dantesca que supone la tabla de retribuciones de diputados y senadores, que no tiene en cuenta para nada la formación profesional o académica de los elegidos a la hora de otorgarles salarios y complementos, muy superiores por ejemplo a los que perciben ilustres cirujanos que tras varios años de estudio e investigación, y con una enorme responsabilidad en sus manos, salvan vidas a diario?
¿Nos han hablado de acabar con las subvenciones a los medios de comunicación que se dedican a capricho, a catapultar a los elegidos a la cumbre del poder?
Porque, si siguen sin hablar de nada de esto, ustedes y yo, como ciudadanos llamados a las urnas, seguimos sin recibir un mensaje claro y contundente de regeneración democrática. Los políticos que han conformado las Cámaras Legislativas, así como los que se estrenan en el “paraíso de los inmortales”, no vienen a regenerar el sistema corrupto sino a salvarlo. Por eso se les blinda a base de prensa, radio y televisión. Con lo cual, mis queridos compatriotas, por muchas elecciones que se celebren, cambiaran los collares, pero no los “perros”. Se dirigirán a sus palmeros una y otra vez a través de los medios y las redes sociales para decir que “el pueblo quiere un cambio”. Pero, lo único cierto será, que los españoles seguiremos siendo “gobernados” por cuatro cadenas de televisión y una emisora de radio, y por lo tanto, seguiremos cargando sin pestañear con ese cáncer de autonomías políticas, que acabará comiéndoselo todo.
Y nosotros, continuaremos manteniendo la “parasitocracia” que sostiene a 465.000 cargos políticos; soportaremos la carga de los servicios gratuitos para una inmigración masiva e incontrolada mientras nuestros parados acuden a los comedores sociales, y veremos cómo nuestros jóvenes, cuya formación nos costó a los españoles miles de millones de euros, marchan y ponen sus excelencias al servicio de otros países, donde establecen su residencia, pagan sus impuestos, y forman sus respectivas familias.
¡CUN LAUDEN! Este artículo no deberá pasar desapercibido, es más, debería recorrer las redes sociales, porque abre en canal la farsa de todos estos vividores que sin el partido subvencionado, la política y la democracia que la sostiene, estarían repartiendo pizzas. ¿Acaso no se dan cuenta ustedes mis queridos compatriotas, de que estos sinvergüenzas, parásitos de la política, solo persiguen los chollos que la política les ofrece en nombre de la democracia? ¿Dónde iba a cobrar un Patxi López 12.000 euros al mes fuera de la política? ¡EN NINGUN SITIO! Estaría muriéndose de asco mendigando un puesto de reponedor en… Leer más »
Cierto!
España ha sido secuestrada por la partidocracia y su plancha política, el caldo de cultivo idóneo para la corrupción. Es como la Comunidad de Cataluña, no es que sean terroristas separatas, es que son algo más despreciables, corruptos a la Pujol, Inc.