Ignorancia y prejuicios
Que un profesor escriba y publique en medios de comunicación no tiene que ser objeto de menosprecio, o de infravaloración. Todo lo contrario, por muchas razones de peso. Y esto sucede con algunas personas que, por desconocimiento, no valoran, suficientemente, el esfuerzo que requiere hacer compatibles ambas actividades.
Y lo que se aporta, con los comentarios y contenidos que se ponen al alcance del público lector, contribuye al enriquecimiento cultural del país, y del mundo, aunque suene pretencioso. También es cierto que la mayoría de la gente reconoce y valora, muy positivamente, la labor de creación de artículos o microensayos, comunicaciones, ponencias, artículos largos y libros.
Publicar en diarios, y en otros medios de comunicación, no es tarea fácil, aunque lo pueda parecer, y, por tanto, los autores que lo logran se merecen un respeto y una consideración por haberlo logrado. No es algo sin importancia, que lo puede hacer cualquiera. Otra cuestión diferente es que lo escrito guste más o menos, etc.
La falta de valoración hacia nuestros semejantes es algo que se percibe en la sociedad, y es algo que debería cambiar. Está recogido en la Constitución y en los Derechos Humanos que, todos tenemos el derecho a desarrollar del modo que deseemos, las capacidades de las que disponemos, por ejemplo, escribiendo.
Y las personas no son menos importantes que las instituciones en las que trabajan. El respeto a la libertad de expresión y a la privacidad de cada sujeto es esencial en cualquier institución, por parte de todos los que la componen. El prestigio y el derecho a la buena imagen, y al honor personal son algo defendido y amparado por el ordenamiento legal, como es de sobra conocido. Pero, a veces, conviene recordarlo, ante la intransigencia, la intolerancia, los chismorreos, los rumores, las malas intenciones, las falsedades, etc.
Sobran prejuicios en una parte de la sociedad, y hacen falta más actitudes de respeto y de benevolencia y comprensión. Tampoco se trata de que haya que endiosar a los creadores o escritores, pero sí reconocer sus méritos y esfuerzos para trasladar lo que escriben a sus lectores.
En la misma enseñanza, una de las actividades principales, es la de formar en la de formar en comprensión lectora y también en mejorar la calidad de la escritura de los alumnos. Que sepan argumentar, razonar, analizar, describir,etc., con coherencia y sentido, de forma escrita y oral.
Por tanto, es bueno que existan profesores que, con gusto, se dediquen a escribir, a la vez que se dedican, con toda su energía y conocimientos, a la docencia. La envidia respecto a la labor de los demás, no debería existir, y el excesivo orgullo, y la prepotencia de algunos tampoco. Porque lo lógico es que las cosas se analicen con rigor, objetividad y datos, y no con posiciones preconcebidas, y estereotipos erróneos y falsos.