Vuelve el verdadero bipartidismo: PP-Podemos
Todo apunta que en junio se celebrarán nuevas elecciones y se conformará, esta vez de verdad, el nuevo bipartidismo que dará inicio a la Segunda Transición: la izquierda auténtica, representada por Podemos, frente a la derecha de toda la vida -la vieja del PP y la nueva de Ciudadanos- a la que sumará el PSOE en un desesperado intento por sobrevivir. Desde los tiempos de Felipe González los socialistas fueron dejando por el camino su ideología de izquierda, a medida que se sentían cómodos en la corrupción permanente.
Está cada vez más claro que Pablo Iglesias se va a merendar a un partido socialista en declive. Desde que José Luis Rodríguez Zapatero lo secuestró en el 2000, no ha levantado cabeza. Y con Pedro Sánchez, que cosechó el 20-D la mayor derrota electoral socialista de la democracia, el batacazo es inevitable.
Lo cierto es que el PSOE que hemos conocido no ha sido un partido de izquierda como se esperaba. No. Se ha comportado, desde tiempos de Felipe González, como una formación de centro, que en muchos aspectos ha hecho una política similar a la del partido conservador. Salvo en contadas ocasiones, ambos partidos, socialistas y populares, parecían hermanos.
En estos cuarenta años de democracia no hemos conocido una verdadera izquierda. Una izquierda que representara a los sectores más débiles de la sociedad necesitados de políticas realmente sociales. Qué lejos quedan aquellas inflamadas arengas de Alfonso Guerra en 1982 cuando anunciaba que los socialistas nacionalizarían la Banca, o aquel delegado del Gobierno en Andalucía, Tomás Azorín, que aseguraba a los periodistas que los socialistas meterían a Jordi Pujol en la cárcel. Textual.
Y ya vimos lo que un 23 de febrero de 1983 hizo el Gobierno de Felipe González y Alfonso Guerra: Incautó los bancos y las empresas de Ruiz-Mateos para repartir el botín entre sus amigos. Vendieron Galerías Preciados, la joya del imperio de la abeja, al venezolano Gustavo Cisneros por la miseria de 700 millones de pesetas. Éste se la revendió a El Corte Inglés por 82.000 millones. Nunca se había dado en la historia de la economía mundial un “pelotazo” de tal magnitud: le reportó a Cisneros y a sus amigos un beneficio de 81.300 millones de pesetas. Todas las comisiones se pusieron a buen recaudo en paraísos fiscales.
Como el PSOE ponía y quitaba directores a su antojo, ningún periódico gastó un minuto en investigar la operación. Durante cuarenta años lo correcto fue hacer el llamado periodismo progresista, que consiste en publicar los escándalos de la derecha y silenciar los de los socialistas, a ser posible, claro.
Porque fue precisamente un partido que se definía de izquierdas, con la palabra “obrero” en sus siglas, el que facilitaba pelotazos a los ricos y el que tarifó la corrupción. Con la llegada de los socialistas constructores y promotores inmobiliarios, sabían cuánto había que pagar y a quién.
Eran tiempos de Fali Delgado, que acompañaba al empresario para dar fe de que depositaba la mordida. Alguien realizaba la llamada telefónica al correspondiente alcalde y concejal de urbanismo confirmando la recepción del dinero. Automáticamente se daba vía libre a la licencia de obras… ¡Qué tiempos!
Entre el buenísimo de Rodríguez Zapatero y el gritón y faltón de Pedro Sánchez han conseguido que el PSOE casi pase a la clandestinidad. Por eso el viejo zorro de Felipe González no para de recomendar el pacto con los populares antes de que desaparezcan del todo y se enfrenten a la verdadera izquierda. A la izquierda comunista y guerracivilista que representa Pablo Iglesias y la docena de cortesanos que le acompañan en todas sus actuaciones.
Si los planes de la vice Soraya se cumplen, tendremos un Parlamento con un verdadero bipartidismo: PP-Ciudadanos-PSOE frente a Podemos.