Tres meses después de las elecciones generales no se atisba una salida a la crisis política
GB.- Se cumplen tres meses desde las elecciones generales del pasado 20 de diciembre. Noventa días con un Ejecutivo en funciones y sin que se atisbe por ahora la posibilidad de un acuerdo que permita investir a un nuevo presidente del Gobierno. La irrupción de dos nuevas fuerzas políticas confirmó el fin del bipartidismo al que ya apuntaban las elecciones municipales y autonómicas celebradas en mayo del 2015. Pero la complejidad del nuevo escenario ha ido mucho más allá, hasta el punto de poner a prueba el armazón mismo del sistema, mostrando lagunas constitucionales que habían permanecido ocultas gracias a la tranquila alternancia entre izquierda y derecha que se había ido sucediendo desde la transición, y evidenciando la ausencia de una cultura de gobiernos de coalición que en Europa son casi una norma.
Todo lo que hasta ahora se consideraba inmutable está puesto en cuestión, porque partidos e instituciones trabajan en un escenario inédito. Desde la insólita negativa del líder más votado a aceptar el encargo del rey de tratar de formar Gobierno, pasando por la primera derrota de un candidato a la investidura, hasta las dudas en torno a si el Ejecutivo en funciones debe estar sometido o no al control de un Parlamento distinto al que le otorgó la confianza. Un complejo laberinto político al que, de momento, nadie le encuentra una salida.
Los partidos disponen todavía de un mes y medio para tratar de escapar de esta aparente situación de bloqueo. Si no lo logran antes del 3 de mayo, los españoles tendrán que hablar de nuevo en las urnas, sin que nada garantice que esos nuevos comicios arrojen un resultado muy distinto al actual que despeje el camino a la formación de Gobierno.
Partido Popular
Rajoy apuesta su futuro a la repetición de las elecciones. Mariano Rajoy tenía diseñado un plan que pasaba por su cómoda reelección como jefe del Ejecutivo una vez que España enderezara su rumbo económico gracias a los duros ajustes del primer tramo de la legislatura. La incapacidad para frenar el goteo de casos de corrupción en el PP y la irrupción de dos nuevas fuerzas, primero Podemos y luego Ciudadanos, esta última disputándole directamente el electorado de centroderecha, dieron al traste con esos planes. Forzado a hacer una limpieza en la dirección del partido que se quedó en un mero lavado de cara, Rajoy estaba convencido de que, como mal menor, alcanzaría la mayoría absoluta junto a Ciudadanos. El 20D comprendió, sin embargo, que todo sería mucho más complejo. Sorprendiendo a su propio partido, declinó la invitación del rey a tratar de formar Gobierno, convencido de que solo hubiera servido para salir vapuleado del Congreso y facilitar la elección posterior del socialista Pedro Sánchez. Su estrategia, sin embargo, ha fracturado al PP y ha puesto en entredicho su liderazgo. Desconcertado por el hecho de que Ciudadanos haya decidido pactar con el PSOE y disputarle directamente la hegemonía del centroderecha, Rajoy ha terminado apostándolo todo a una repetición de las elecciones y a que el fracaso de Pedro Sánchez y el miedo a la inestabilidad hagan crecer al PP lo suficiente como para hacer inevitable que lidere un Gobierno de gran coalición. Si no lo consigue, su larga carrera política habrá tocado a su fin y el PP estará abocado a una renovación de discurso y liderazgo.
PSOE
Sánchez sabe que solo podrá sobrevivir si es presidente. O César o nada. Después de cosechar el 20D el peor resultado de la historia del PSOE, Pedro Sánchez tuvo claro que su supervivencia política pasaba por conseguir ser presidente del Gobierno. De ahí que desde el primer momento cerrara todas las puertas a la gran coalición y a cualquier solución política que no pase porque él sea el jefe del Ejecutivo. Con esa premisa, Sánchez ha hecho un recorrido político sinuoso.
En un primer momento, consideró posible un pacto con Podemos y apostó por esa vía pese a ser consciente de la temeridad que implicaba el que la estabilidad de ese acuerdo quedara en manos de los partidos independentistas catalanes. Para soslayar la férrea negativa de los barones socialistas a abrir esa puerta, recurrió a la audacia de someter cualquier posible pacto al criterio de la militancia. Pero, tras comprobar asombrado que Podemos le conducía a un callejón sin salida con unas exigencias inasumibles, el líder socialista dio un giro y se volcó en forjar un pacto con Ciudadanos que le permitiera eludir el fracaso que habría supuesto no cosechar un solo apoyo político en la investidura.
Con ese movimiento político, Sánchez ha frenado por ahora el acoso en su propio partido, pero necesita imperiosamente sumar nuevos apoyos. Ahora, su arriesgada apuesta a dos bandas es lograr que Podemos se abstenga para permitir su investidura o, alternativamente, que lo haga el partido naranja para dejarle gobernar con Podemos. Si no abre una de esas dos puertas, tendrá que luchar para ser el candidato del PSOE en unos nuevos comicios.
Podemos
El debate entre pactar con el PSOE o aspirar a liderar la izquierda. Los sucesivos procesos electorales del 2015 demostraron que Podemos llega para quedarse y para ser un actor principal de la política española. Su líder, Pablo Iglesias, consiguió atemperar el programa radical con el que se presentó a las elecciones europeas, consciente de que mantener los postulados utópicos que propiciaron el inesperado éxito en esos comicios abocaba a su partido a ocupar el tradicional espacio marginal de la izquierda radical en España y le cerraba el paso al asalto al poder, su verdadero objetivo. Los extraordinarios resultados cosechados el 20D por Podemos y sus confluencias situaron a Iglesias en la tesitura de escoger entre condicionar un Gobierno del PSOE o disputarle el liderazgo de la izquierda en España. Esa disyuntiva es la que ha marcado la estrategia de Podemos desde el 20D y la que, en buena parte, hace que se cumplan este domingo tres meses sin Gobierno.
Ante la presión de un PSOE que le exigía su apoyo para impedir que la derecha siguiera gobernado, Iglesias optó por un órdago con el que exigió un Gobierno de coalición en el que él mismo se convertiría en vicepresidente casi plenipotenciario. El objetivo era forzar al PSOE a aceptar un acuerdo que, a la larga, le permitiría hacer caer al Gobierno de Sánchez cuando este se viera obligado a ejecutar unos recortes que los de Iglesias no asumirían.
El giro de Sánchez hacia Ciudadanos, las fricciones internas y la decepción de unas confluencias que reclaman una voz propia han complicado esa hoja de ruta hasta el punto de dividir a Podemos entre quienes apuestan por unas nuevas elecciones para disputar la hegemonía de la izquierda y quienes prefieren propiciar un Gobierno débil del PSOE.
Ciudadanos
Acabar con Rajoy para justificar un acuerdo. En apenas un año, Ciudadanos pasó de no existir en las encuestas a contar con 40 diputados. Y, pese a todo, los resultados del 20D fueron algo decepcionantes para las expectativas creadas. Pero Albert Rivera ha sabido sobreponerse y ha jugado sus cartas con inteligencia. Tras renunciar a su promesa de no pactar con PSOE ni PP, se ha mostrado como el único líder que puede dialogar con todas las demás fuerzas y que antepone las políticas a sus ambiciones personales.
Rivera ha rechazado el papel de muleta de Rajoy al que parecía abocado y, tras la negativa de este a presentarse a la investidura, apostó por forjar un pacto con el PSOE pese a saberlo insuficiente para alcanzar el Gobierno. Eso le permitió lucirse en el debate de investidura en el que brilló muy por encima de Pedro Sánchez y reforzar su posición de cara a unas nuevas elecciones.
Y es que Rivera no busca en realidad el pacto tripartito que propugna, en el que sería prescindible, sino un Gobierno a dos con PSOE o PP tras unos nuevos comicios. Por ello, se centra en acabar con Rajoy para justificar un posible acuerdo con un partido marcado por los casos de corrupción.
El problema es que la ecuación sigue pasando por unos partidos catalanista sobrerrepresentados. Si votan contra ambas opciones posibles, Don Mariano o Don Pedro, la única posibilidad es un pacto PSOE, Podemos, IU, PNV y CC con la abstención de Ciudadanos. Bufff….
Lo peor no es que después de tres meses no se atisba una salida a la crisis política. Después de ocho años no se atisba una salida a la crisis económica de la burbuja inmobiliaria y la economía de casino de Aznar. Después de siglos no se atisba una salida a la crisis del retraso en idiomas, en ciencias, en comprensión y en educación en general en España.
Aquí ni come ni deja comer es el socialista Pedro, se voto para que dialoguen y este pedro no dialoga ni con Rajoy ni con Iglesias este ultimo ya veremos, si no puedes formar gobierno no estés engañando al personal ya esta bien.
Ya ha dialogado con todos.
Cuatro perros disputándose el hueso de la otrora Una, Grande y Libre España. Cuatro perros, pero no se equivoquen, ninguno es un mastín. Todos son perritos falderos de sus amos de la la gran logia de oriente. Pese a ser insignificantes y ridículos hasta el aburrimiento, no les den la espalda. En otros tiempos estos hubieran servido de entretemiento para viejas en el cadalso dominguero de la plaza del pueblo. Pero hoy día, con una población necia, infantilizada y estupidizada hasta la nausea, son muy capaces de enterrarnos a todos en las terribles miserias que han tejido durante cuarenta años.… Leer más »
Son más de cuatro perros, muchos más y no se disputan ese hueso, se disputan lo que quedó de ese hueso después de que se les metiera en la cabeza la manía de la pureza de sangre con la consecuente expulsión de árabes y judíos, el fanatismo religioso, la estupidez, etc. etc.
Joer… que cosa más tonta de tío. Tenga un poquito de pundonor y haga una retirada discreta. Que aquí le lee mucha gente y no quiera ni saber las carcajadas que arrancan sus tontadas.
Yo lo digo por usted porque me sabe mal que la gente sea objeto de mofas crueles. Dios dio a cada cual una inteligencia y eso debe ser respetado por muy errática y simplona que esta sea.
Hágame caso que soy gato viejo. Antes de que lo escalden. Y lo harán, no lo dude.
Sin acritud. Un saludo y hasta la vista.