Atléti, a la final de Milán: ¡Con dos cojones!
No tiene el mejor equipo, ni las mejores individualidades, ni un futbolista encumbrado en el Olimpo de la genialidad, ni siquiera un presupuesto que pueda acercarse ni de lejos al resto de semifinalistas de Champions, pero este Atléti tiene coraje y corazón, disciplina de equipo, una competitividad de acero y un entrenador al que todos reverencian, virtudes tanto o más importantes que todas las credenciales que pueden ofrecer los clubes europeos más potentes. Éste es el Atléti, señores. En este equipo todos mueren por el compañero. Esa fe ciega conduce al Atlético a su tercera final de Champions, sufrida palmo a palmo, segundo a segundo, y conquistada por la mano de un portero gigantesco, el esloveno Jan Oblak. Detuvo un penalti y un aluvión de remates que hicieron valer el golazo de Griezmann en una contra modélica. El Atlético estará en Milán.
El Bayern cambió su configuración y fabricó un primer tiempo vibrante. Vertical y arrollador, subió la línea de presión hasta ahogar al Atlético, que apenas dio señales de vida más allá de un remate lejano de Gabi, bien atajado por Neuer. Fue la mejor y única jugada de ataque rojiblanco en medio partido.
La presión agresiva por Xabi Alonso para recuperar y las apariciones de Douglas Costa en el enganche, siempre con espacios a su disposición, generaron ataques por oleadas. Müller y Ribéry fijaban a Filipe y Juanfran mientras los laterales bávaros desbordaban por los costados. Las ocasiones no tardaron en llegar, algunas muy claras. Como la que conjuró Oblak tras un gran servicio de Douglas a Müller, que rompió el fuera de juego y dejó el remate a Lewamdowski. El meta cerró como un portero de balonmano y negó el tanto.
De no ser por Oblak el resultado del primer acto habría sido preocupante. En el gol pudo hacer poco. La falta en la frontal desviada por Giménez le sorprendió. Para el penalti del central sobre Javi Martínez tuvo tiempo para prepararse, y lo atajó a lo grande. Sacó el disparo de Müller y el segundo intento, de nuevo de Lewandowski. Milagro del esloveno.
El Cholo intervino en el descanso. Dejó en la ducha a Augusto, superado por el ritmo bávaro, y metió a Carrasco para destensar la vigilancia sobre Griezmann y Torres. Las primeras incursiones del belga atrajeron la atención, y en una contra, cuando parecía más despistada la zaga atlética, con todos resbalándose salvo Gabi, Torres y ‘Grizzi’ construyeron un monumento, una contra perfecta que disparó Koke, sorprendió a Alaba y remachó el francés junto al palo. Golazo.
Pedazo de articulo, me encanta. Aupa atleti!
Pues si con dos cojones, de otra manera imposible, se empeñe quien se empeñe, ¿ se imaginan que hubiese sido una delegada? Hoy estaría toda esa basura televisiva de presentadores, contertuli@s despellejando al ” cholo “