El Sevilla, otra vez finalista de ‘su’ Europa League
En los últimos años, la Europa League debería cambiar el nombre por el de Sevilla League. Por tercer año consecutivo, el equipo hispalense, la obra de Unai Emery, luchará por conquistar un trofeo que le es familiar. Este año, llegando por la senda de la Champions y eliminando en la penúltima ronda a un Shakhtar Donetsk que no lo puso nada fácil.
Pero los sevillistas, animados por el orfeón del Sánchez Pizjuán cantando a pleno pulmón la conocida canción de El Arrebato, lo dieron todo una vez más. Y sobre todo, un delantero con hambre de gol que se merendó a los ucranianos: Kevin Gameiro. El francés abrió el marcador en la primera parte y lo ensanchó después de que Eduardo igualara con un gol que, por unos instantes, enmudeció el Sánchez Pizjuán al filo del descanso.
Gameiro incluso pudo ser objeto de penalti -Kuipers no lo apreció así- minutos antes de que escuchara una atronadora ovación cuando fue sustituido por Iborra. El galo se doctoró la noche en que el equipo de Unai Emery aseguró su presencia en Basilea. Y eso que Mircea Lucescu y los suyos plantaron cara pero pagaron caro el tremendo error de Maksym Malyshev en la acción del 1-0. Regaló el balón a Kevin y el 2-2 de la ida se hizo más grande para el Sevilla.
Con Banega y Vitolo inconmensurables en el centro del campo, el Sevilla aguantó casi todas las embestidas ucranianas. Solo falló en una. La que costó el 1-1 de Eduardo, culminando un servicio de Marlos. No le servía al Shakhtar por el doble valor de los goles en campo contrario, pero puso cierto ‘yuyu’ en el sevillismo, por lo que pudiera pasar.
Los nervios acabaron prácticamente cuando se inició el segundo acto. Fue cuando Krychowiak descubrió la entrada del gran Gameiro y le metió uno de esos pases que valen tres cuartos de gol, con Pyatov sin poder hacer nada. Dos goles dedicados a Krohn-Dehli, convaleciente de su grave lesión, como también lo fue el zapatazo del lateral Mariano Ferreira que significó el 3-1 definitivo.
Gameiro tuvo tiempo antes de irse, además de sufrir el penalti no pitado por Kuipers, de intentar una chilena que hubiera supuesto la guinda a una extraordinaria actuación. No entró el balón pero la fiesta fue aumentando por momentos entre una afición sevillista que ya prepara una de las semanas más intensas de su historia. El miércoles 18, final de la Europa League contra el Liverpool en Basilea. Y el domingo 22, la Copa del Rey en juego en el Vicente Calderón contra el Barça. Pero este jueves tocaba festejar en la Sevilla sevillista un nuevo hito en su competición predilecta.
Viva el Sevilla y viva España, a ver si nos traemos la copa otra vez… Y el domingo no estaría nada mal sorprender al Farsa en el Vicente Calderón…