Un gran operativo policial fue desplegado el pasado fin de semana en las inmediaciones del mercado vienés donde una mujer empleada del servicio de limpieza fue salvajemente asesinada tras ser golpeada en la cabeza con una barra de hierro macizo por parte de un africano.

Los hechos ocurrieron en el distrito de Brunnengasse (Viena), cuando la víctima detectó la presencia sospechosa del africano, de nacionalidad keniana, junto al puesto de venta número 3. Se acercó a él para pedirle que abandonara el recinto. La respuesta del africano no se hizo esperar: la golpeó brutalmente en la cabeza con una barra de hierro de aproximadamente un metro, explicó el portavoz policial Christoph Pölzl. Cuando llegaron las ayudas, la limpiadora yacía inmóvil en el suelo en medio de un aparatoso charco de sangre. Los servicios médicos no pudieron hacer nada para mantenerla con vida.

Un movimiento identitario local pretendía celebrar el sábado una jornada de vigilia en memoria de la víctima. Vehículos blindados y helicópteros de la policía vigilaban el lugar en previsión de incidentes protagonizados por activistas de la izquierda radical que pretendían sabotear el pacífico acto. Por el lado de los identitarios locales, del centenar de personas previstas que acudirían, la cifra quedó reducida a sólo tres, según la policía. Ello no fue óbice para que alrededor de 120 ultraizquierdistas se manifestaran en la misma zona, portando bates de beisbol y hasta material pirotécnico en clara actitud intimidatoria. No hubo choques ni heridos gracias a la policía.

Los activistas de izquierda celebraron el éxito de su manifestación al impedir que se celebrara la “vigilia identitaria y cualquier aparición pública de la extrema derecha en el distrito”, dijo Tom Mueller, portavoz de la plataforma NoFascism.

Un coche policial junto al mercado de Viena donde una de sus empleadas fue brutalmente asesinada.

Este nuevo incidente revela el nivel de depravación al que está llegando la extrema izquierda europea, alineada ya sin tapujos con cualquier extranjero que asesine a un europeo. Sorprende la falta de empatía de los ultraizquierdistas con sus compatriotas. Entre los que se manifestaron para impedir la vigilia identitaria, ni una palabra de afecto, ni un gesto de condolencia hacia la víctima. Su verdugo fue un keniano de 21 años de edad, muy temido por los comerciantes del mercado, que lo describen como un individuo extremadamente violento. Allí vivía como un sin techo y dedicado a la venta de drogas.

Viejo conocido de la policía, en 2013 ya fue condenado por los tribunales austriacos por atacar a un hombre blanco con una barra de hierro. Cumplió sól,o ocho meses de prisión. El viudo de la mujer asesinada por el keniano la pasada semana pretende demandar al Estado.