Católico, por favor
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa.- Queridos hermanos, para adherirse a Cristo no es necesario demasiado esfuerzo, lo difícil viene cuando no se trata de acomodarse a un cristianismo complaciente al hombre, sino acomodar el dogma y la moral a nuestra vida; cuando se nos pide aceptar de pleno el mensaje de Jesucristo. Ser cristiano no es difícil, bien lo saben los protestantes. Ser católico sí que lo es.
El catolicismo es universalidad que a su vez converge en la unidad de Jesucristo. Él es quien reúne a sus hijos en torno a Su Cuerpo místico. La universalidad lleva a la unidad en Cristo, a la unidad en el Hijo, en el Padre y en el Espíritu Santo. Esta y sólo esta es la unidad donde converge la universalidad de la catolicidad.
¿Hay medios de santificación en el protestantismo? Sí, ciertos medios de santificación que están para caerse, para hacerles caer en la cuenta de que están equivocados. Porque si no creen en el todo Cristo, lo poco que todavía creen de Él se les puede caer de las manos si siguen aferrados a no creer en el Cristo todo, en todo Cristo, negándose a las verdades de fe católica.
Quien niega una verdad de fe no queda impulsado por el Espíritu Santo en su oración como ha de ser, sino mezclado, si tienen buena voluntad, de ráfagas de luz que les llevan a la plena integración en Dios, Uno y Trino, por tanto a la conversión al catolicismo. Pero hoy no se habla de catolicismo.
El catolicismo es el verdadero cristianismo, y esto ha sido siempre así; y los que no aceptan esta verdad abominan de esta palabra, sintiendo verdadero desprecio sólo pensar en pronunciarla. Dirán, no digáis católico, ni catolicismo, decid únicamente cristiano. Pero quienes así actúan sólo manifiestan un falso cristianismo, al no ser verdadero catolicismo.
La catolicidad es aquello por lo que algo o alguien pertenecen al Reino de Dios auténtico, es decir, a lo católico, al Reino universal y eterno, que es exclusivamente el de Cristo. Sólo seremos verdadero cristianos si lo somos católicamente.
Los pecados no forman parte de la catolicidad.
Parte de la catolicidad es el arrepentimiento que los católicos hemos de tener ante Dios, y ante sus ministros, sobre todo a la hora de la confesión fiel, sincera y santa de los pecados.
Los pecados no forman parte de la catolicidad, sino la verdadera fe que tenga cada católico en confesarlos, y su necesidad de una continua conversión; que cuanto más y más santificado sea aquí en la tierra, más estará abismado en su nada, en su inutilidad por sí mismo, aunque no apocado, porque su fuerza es el Señor. Y esto debe ser así para no manifestarse el católico así mismo, sino para manifestar a Cristo el católico en él mismo. Sin hacer nunca alarde de uno mismo, más que de Él y de Su Gloria. Sin profanar, con un falso alarde, mezclando las vanidades humanas con la glorificación del único Dios de Jesucristo.
Los pecados no forman parte de la catolicidad, es una ofensa, sin precedentes en la Historia de la Iglesia, al Santo Nombre de Dios el plantear que pueda darse esta falsedad. No, esta es no es la Iglesia de Cristo, la que asume el pecado y lo ensalza. Esta es la Iglesia que ensalza su nombre sin aclamar el verdadero y sublime Nombre de Dios.
Acoger el pecado como parte de la Iglesia es valerse de las aclamaciones a Dios para presumir de uno mismo, y esto solamente lleva a la propia confusión de las tinieblas.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Queridos hermanos, ahora para reparar tal incongruencia y pecado que estamos viendo en nuestra Santa Madre Iglesia, vamos todos juntos en procesión aclamando con todas nuestras fuerzas para que se nos oiga bien: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Bendito Tú Señor, y nunca nosotros. Bendita Tu Santa Ley divina. Benditos Tus Mandamientos. Bendita la Tradición que nos enseña Tu Verdad, Señor. Bendita nuestra fe católica.