Voluntad general de los españoles
Una de las cuestiones más difíciles de entender en las democracias representativas, la teoría de la representación política, nunca ha podido ser explicada en términos razonables. La soberanía, dice la teoría, reside en el pueblo. Por medio de su poder electoral, éste designa periódicamente a representantes para que gobiernen, legislen y juzguen por él y para él. Hasta aquí se entiende.
El embrollo comienza con la brutal prohibición al “soberano” de dar instrucciones a sus mandatarios, ni siquiera bajo la forma pasiva de hacer vinculantes las promesas que éstos le hicieron para ser elegidos. Continúan el enredo prohibiendo al “mandante soberano” revocar el poder de sus mandatarios en caso de abuso. Y termina con la aberración de considerar voluntad general a la simple voluntad de la mayoría.
La culpa de este galimatías no fue de Rousseau, para quien la voluntad general no podía ser representada, sino del abate Sieyès, que abrió el ciclo de la Revolución Francesa con un golpe de mano contra el mandato imperativo y contra la revocabilidad de la representación, para que la Asamblea pudiera autoproclamarse soberana frente al pueblo que la había elegido. Obligado a legislar, según la regla práctica de la mayoría, y a dar un fundamento a la necesidad de obediencia de las minorías, trasladó al conjunto de representantes la idea de la voluntad general que Rousseau había concebido para el pueblo.
Nuestra Constitución, inspirada en estos malabarismos que contradicen el sentido común y las ideas seculares del mandato y de la representación civil, oscurece aún más el panorama al conceder a los partidos el monopolio de la representación política. El poder electoral queda así definitivamente sometido al de media docena de personas, cuya voluntad particular constituye la voluntad general de los españoles.
Lleva usted toda la razón del mundo. El artículo es muy bueno y todo lo que quiera más. Pero ahora viene el problema. Para quien escribe usted eso? Porque tiene que entender en primer lugar que la sociedad en su mayor parte no está compuesta por ciudadanos sino por telespectadores o televidentes y esto en estos medios de difusión no se va a explicar nunca porque quien tendría que hacerlo nunca lo va a permitir. Y en segundo lugar tiene que entender que estos telespectadores o televidentes son en su inmensa mayoría un conglomerado de encefalogramas planos incapaces de pensar… Leer más »
La mierdocracia española…. y todavía hay ingenuos que le ríen las gracias. ¿Qué será lo que necesiten estos pobres desgraciados para darse cuenta de la farsa que es eso que llaman “democracia”?
Hay buenos y malos gobiernos. Nada más. La denominación que le queramos dar, dictaduras, dictablandas, democracias… es irrelevante. En este caso atravesamos una etapa con el gobierno más pésimo de los últimos siglos. Pero no hay nada eterno señores. Tras este régimen llegará otro. Y peor creo que no podrá ser, salvo un gobierno comunista, claro. Así que… paciencia!
Si señor una verdad como un templo.