La campaña de Moragas y la estrategia de Arriola han funcionado a la perfección. A saber: La no presentación de Rajoy para ser investido; alimentar al monstruo comunista; alentar encuestas totalmente engañosas y falsas; permitir que Rivera se identificase plenamente con “Zapatero II” para dejar claro que su programa de centro es un cuento chino; no permitir que ninguna otra opción surja a la derecha del PP; medios de comunicación al servicio solamente de los “cuatro” elegidos; y conseguir hacer tiempo para ir a nuevas elecciones.

A partir de aquí, los medios de comunicación han hecho el resto. Han conseguido que el votante de derechas que se abstuvo el 20-D, se tape la nariz y emita el sufragio a favor de la única opción de derechas que publicitan los medios (PP), para poder hacer frente en las urnas al monstruo podemita crecido por las encuestas.

Un gran número de españoles que le han dado el voto al PP, solo lo han hecho por miedo al comunismo con la vista puesta en Venezuela. Unos podemitas a quienes previamente se les ha dejado moverse a su libre albedrio, han conseguido que miles de ciudadanos con la nariz tapada, se hayan olvidado por un momento –y esto ha sido parte de la estrategia-, de la corrupción; del cáncer autonómico; del complejo y la cobardía de Rajoy para cambiar el rumbo de la nación marcado por Zapatero; del desafío independentista; de la inoperancia de los cuatro años con mayoría absoluta en el parlamento; de la puesta en libertad de decenas de terroristas y asesinos; y de la ambigüedad mostrada frente al desamparo que sufren los católicos españoles, que contrasta con la comodidad con la que el islamismo se ha instalado en nuestro pueblo.

Hasta José María Aznar, que durante los últimos meses ha puesto a Rajoy a caer de un burro y algo más, ha hecho de esta victoria un éxito de su propia cosecha.

La prudencia y la sensatez a la hora de valorar lo sucedido el 26J, deben ser norma de conducta obligada. Obtener una mayoría simple con 137 escaños, encarnando a un constipado común cuando tienes como únicos adversarios a un cáncer, una pulmonía y una meningitis, no creo que sea una victoria para colgarse la “laureada de San Fernando”.

Si Rajoy hubiese tenido opciones a su derecha, con líderes de cierto nivel sin mácula alguna, y se hubiese alzado con la victoria, yo mismo me felicitaría por su merecido trofeo, pero, que nadie se equivoque ni confunda, en las condiciones con que Rajoy se ha alzado con el triunfo, sin rivales con un nivel similar o superior y publicitados en igualdad de condiciones, no creo que podamos hablar de una victoria tan clara y contundente como para lanzar las campanas al vuelo y tirar cohetes.

El comunismo sigue estando ahí. Es verdad que ligeramente noqueado por el resultado. Pero, no nos engañemos, si Rajoy y su equipo no cambian su táctica de combate para vencerlo y extirpar ese tumor maligno, y sigue sin capacidad de movilización para defender las ideas y los valores que dicen representar, la extrema izquierda, perfectamente organizada y subvencionada, apoyada por el silencio cómplice de la izquierda moderada, seguirá ocupando la calle, seguirá auspiciando el islamismo y la entrada de ilegales, y seguirá atacando impunemente todo aquello que obstaculice sus objetivos políticos, por ejemplo, nuestras costumbres y tradiciones, y, principalmente, nuestra civilización cristiana y occidental.