Pedro Sánchez y Miguel Iceta, uno de los “barones” que apoyan que el líder socialista se presente a la investidura.

Dudar en algún momento de la vida es síntoma de inteligencia. En la duda, como método, se encuentra la búsqueda de las explicaciones. Al lado de los dilemas, habita la pregunta. Sano ejercicio el de interrogarse a uno mismo. Por eso me planteo si Pedro Sánchez se habrá cuestionado alguna vez o habrá tratado de averiguar la causa por la que el PSOE pasó de los 110 escaños de Rubalcaba en 2011 a sus 90 diputados en 2015.

¿Alguna reflexión, alguna autocrítica, alguna conclusión? Si entonces encontró respuesta, también ahora podría tratar de hallar la razón por la que el 26 de junio su cosecha en votos y parlamentarios fue todavía menor que en diciembre: cinco escaños menos en seis meses. Si lograra contestarse con honestidad, dejaría que su país, España, fuese gobernado por el partido que más apoyos obtuvo y cesar en esa actitud infantil de aferrarse a una legitimidad democrática de la que ahora mismo carece. La obstinación solo es buena para causas nobles, y se llama perseverancia. Cuando uno se empeña en el error, la obstinación se convierte en contumacia.

La tensión aumenta

A menos de 24 horas para el inicio del trascendental Comité Federal del PSOE la confusión en el primer partido de la oposición es total respecto a la posibilidad de que Pedro Sánchez vuelva a intentar su investidura como presidente del Gobierno. Y aunque la sombra de la «fractura» del PSOE, de la que habló ayer por vez primera el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, no sea todavía una realidad, la tensión aumenta.

A primera hora de la mañana, el portavoz del Comité Electoral, Óscar López, descartaba la investidura de Sánchez por imposible en términos de aritmética parlamentaria -Albert Rivera ya ha dicho que no apoyará una operación en la que esté Podemos- y emplazaba a Mariano Rajoy a moverse de una vez para buscar su investidura sin contar con el PSOE; y el portavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando, se expresó en similares términos.

Pero el secretario general del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca, ha salido de la reunión con Sánchez en Ferraz asegurando que el líder socialista tiene la obligación de ser candidato, si suma, y «mantener la palabra dada a los españoles» de desalojar al PP.

«Será que la tramontana también sopla en Burgos, pero yo creo que si Rajoy vuelve a fracasar, Pedro tiene el derecho y el deber de intentarlo por el bien de los españoles», ha replicado Tudanca al presidente de Aragón, Javier Lambán.

Lamban considera «un producto de la tramontana que altera las mentes» la idea impulsada por la presidenta de Baleares Francina Armengol, de que Sánchez intente un «gobierno alternativo» con Podemos y Ciudadanos, si Rajoy no lo consigue.

Después de Tudanca han estado la presidenta de la gestora del PSdeG, Pilar Cancela, y el secretario general de los socialistas murcianos, Rafael González Tovar. Este último se ha distanciado de Tudanca al afirmar que el lugar del PSOE es «la oposición» aunque defiende un no definitivo a Rajoy, sin posibilidad de abstención.

Ahora mismo se está produciendo una de las reuniones más esperadas, la de Pedro Sánchez con el presidente castellano-manchego, Emiliano García Page, que anoche advirtió a Ferraz del riesgo de «fractura» si insiste en la investidura de Sánchez.

García Page defiende que el lugar del PSOE es la oposición y no cierra totalmente la puerta a una abstención in extremis en la investidura de Rajoy, en segunda o tercera votación, para desbloquear la situación política. Esta tarde Sánchez se ve con la presidenta de Andalucía, Susana Díaz (la última, a las 19.30) y los presidentes de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, y Asturias, Javier Fernández.

Este último ya ha advertido al líder socialista que si se atreve a proponer un referéndum entre la militancia sobre la abstención en la investidura de Rajoy, porque intuya que los barones críticos le van a torcer el brazo, él se opondrá rotundamente.