Habitación 30: quedó el hombre, no volvió el torero
Dolía el alma ver al mozo de espadas de Víctor Barrio atravesar con los objetos personales del torero el hall del hotel en donde descansó por última vez y salir a la furgoneta de la cuadrilla aparcada a la puerta en la noche más oscura de su vida. Venía de la habitación 30, allí encontró la capilla tal y como la había dejado el diestro al partir hacia la plaza. Terrible momento ese de cerrar la puerta del cuarto a donde no sabes si vas a volver, dejando allí al hombre con todos sus miedos y todas sus ilusiones. Saliendo el héroe enfundado en su traje de gloria y oro, de muerte y oro, también.
La habitación 30 del hotel Reina Cristina de Teruel quedó en silencio al filo de las seis de la tarde del sábado 9 de julio. Esperando que en unas horas la alegría de una tarde de triunfo lo inundara todo. Teruel acababa de irrumpir en su fiesta vaquillera. Víctor Barrio ya no volvió.
Al fiel mozo de espadas le temblaban todavía las manos tras recoger entre lágrimas esos objetos que cada tarde de toros acompañaban a su matador. La vuelta a la habitación 30 fue el momento más duro de su vida. Un silencio helador en una noche de fuego, la más amarga despedida.
La habitación 30 fue el último reducto, allí en donde Víctor Barrio veló sus armas. En donde compartió confidencias con sus más fieles, con los que nunca le han abandonado desde que se enfundó el primer traje de luces. Allí se despidió el hombre, de allí salió el torero en busca de subir un peldaño más que le aupara a esa gloria soñada, a esos triunfos que buscaba con ahínco apoyado en Raquel, su mujer.
El destino quiso que el hombre ya no volviera. En la plaza quedó el torero. En su pueblo de Sepúlveda le lloran sus paisanos. Todos son familia, y desde ayer más que nunca.
Dolía el alma ver al mozo de espadas de Víctor Barrio cerrar la puerta de la habitación 30.
Descanse en paz.Pobre chaval
D.E.P. VIVA!!!! LA FIESTA NACIONAL AE!!!!