En recuerdo de un asturiano ilustre: José Manuel Fuente Lavandera, “El Tarangu”
Por José L. Román.- Se cumple ahora el vigésimo aniversario del fallecimiento de José Manuel Fuente Lavandera “El Tarangu”. Un asturiano ilustre en el mundo del ciclismo, que nos hizo vibrar durante la década de 1970 en las tres principales rondas del pedaleo. Por tal motivo, y como gran aficionado a este deporte, mi recuerdo de gratitud y de admiración a esta figura señera que, con sus épicas hazañas en las etapas de montaña, fue capaz de transmitirnos a todos los niños de la época, un mensaje de esperanza, superación y autoestima, con el convencimiento de que todo esfuerzo tiene al final su recompensa.
“El Tarangu” no fue un ciclista cualquiera; bajo mi humilde punto de vista José Manuel Fuente fue todo un héroe no solo en el ciclismo, sino en todos y cada uno de los pasajes de su vida hasta que logró por sí solo alcanzar su sueño. Quiero dejar constancia de que fue un asturiano de raza, con una actitud sana y luchadora, y de cualidades innatas, o sea, hecho de una pasta muy especial.
El 30 de septiembre de 1945, nacía en Limanes el que más tarde sería un referente en el deporte de la bicicleta. Limanes, para el que no lo sepa, es una parroquia del concejo de Siero, en el Principado de Asturias. José Manuel Fuente, “El Tarangu”, vino al mundo en el seno de una familia muy humilde dedicada a las labores agrícolas y ganaderas y, como muchos de los niños asturianos de la época, su aspiración y su meta era conseguir en principio el “Certificado de Estudios Primarios”. A sus catorce años se vio forzado por la situación económica familiar a trabajar para obtener algún dinero y, al mismo tiempo, ayudar a sus padres en las labores del campo. Para él, una jornada de doce horas diarias de trabajo representaba algo muy normal. El trabajo lo soportaba, lo preocupante era su futuro.
Un buen día, pensó que podría hacerse un hueco en el mundo del deporte, y se decantó por la bicicleta. Se colocó a trabajar en un taller metalúrgico, y así consiguió que su padre le comprara su primera máquina, eso sí, de segunda mano. Era una bicicleta de paseo, propiedad del maestro del pueblo; por ella pagaron ciento cincuenta pesetas, de las de entonces. Con aquella máquina comenzó a pedalear todos los días. Al principio solo era una diversión, pero poco a poco fue aumentando su dedicación. A partir de aquí, el ciclismo fue tomando cuerpo en la mente de “El Tarangu”. Comenzaba a vislumbrar un sueño: subir al podio como sus ídolos, Anquetil y Federico Martín Bahamontes,
Aquella primera bicicleta ya no daba más de sí, se le quedaba pequeña. El problema era que José Manuel no disponía de dinero suficiente para adquirir una, que le permitiese entrenar para competir. Cuando quería correr una prueba de competición, tenía que alquilar una bicicleta para la prueba, y pagar un elevado coste.
Por fin, con unos ahorrillos, adquirió otra bicicleta también de segunda mano, y con ella, comenzó a entrenar de forma mucho más seria. Es entonces cuando ya no hay una sola prueba ciclista en los alrededores, en la cual no participase.
Comienza a competir en provincias limítrofes. Se juntaban unos cuantos amigos y se repartían los premios y los gastos. A las carreras que tenían lugar en pueblos cercanos solían ir a bordo de sus bicicletas, pero, si las pruebas se celebraban en otras provincias, facturaban las bicicletas y viajaban en ferrocarril.
La cosa se fue complicando; por una parte tener que cumplir en el taller o lugar de trabajo, y, por otra, su familia, que se negaba a que fuese ciclista. Entre prueba y prueba conoció a José Luis Rio, “Carretillo”, un ciclista aficionado que le ayudó muchísimo. También recibió ayuda del médico de la comarca, llamado Préstamo; éste le daba vitaminas y le brindaba apoyo moral. “Carretillo”, le ayudaba técnicamente transmitiéndole toda su sapiencia, era quien lo llevaba a las carreras, le daba dinero, y trataba de convencer a los padres de “El Tarangu” para que le dejasen competir. A estos dos amigos, decía José Manuel que les debía desde sus comienzos, sus deseos de triunfar.
Llega el momento en que José Manuel Fuente tiene que prestar el servicio militar, pero tampoco quiere cesar en sus entrenamientos. Mientras sus compañeros de cuartel ocupaban las horas de paseo en los bares, él se dedicaba a entrenar. Sus Mandos no le dejaban guardar la bicicleta dentro del acuartelamiento, ni tampoco salir del mismo vestido de ciclista. Tenía que guardar la bicicleta en un bar cercano. Como las horas de paseo eran escasas, si tenía que vestirse de ciclista y después volverse a cambiar de militar, no disponía de tiempo material para los entrenamientos, así que entrenaba vestido con el uniforme del Ejército.
Aunque comenzó su andadura corriendo como amater en el club ciclista ovetense “La Tenderina”, firmó su primer contrato con el equipo “Werner” a razón de tres mil quinientas pesetas. El fichaje se llevó a cabo gracias a Balagué, quien entonces gozaba de cierto prestigio en el ciclismo aficionado, y tuvo a bien presentarlo al director del equipo. Tres mil quinientas pesetas no estaba nada mal; le parecieron al asturiano casi un sueño. Entonces se hubiera conformado simplemente con tener un equipo aun sin cobrar nada, pero el percibir aquel dinero le pareció fabuloso.
En 1970 y contando ya con 24 años de edad, su amigo Julio San Emeterio le brindó la oportunidad de fichar por el equipo “Karpy”. Esto le daba la oportunidad de poder correr con profesionales, y así ver cuáles eran en realidad las posibilidades que podía tener para triunfar dentro de este deporte, pues era precisamente entre ellos donde se podría poner a prueba.
En el equipo “Karpy” comenzó cobrando 4.000 pesetas al mes, participando en la Vuelta a España de aquel año (1970). Se instauraba en nuestra vuelta por única vez el “maillot tigre”, el cual se otorgaba al neoprofesional mejor clasificado. José Manuel Fuente lo consiguió en la primera etapa y no lo abandonó hasta el final de la ronda, la que finalizó clasificado en decimoquinto puesto de la general. Este es el momento en que todos ven en “El Tarangu” un verdadero ciclista. Durante aquella vuelta, los corredores del equipo “Kas” le insinuaron que el director, Langarica, se había fijado en él.
Corría el año 1971 y José Manuel Fuente hace su debut con el equipo “Kas” como profesional. Comienza participando en la Vuelta a Levante, para continuar con la Paris-Niza, Semana Catalana, Vuelta Ibarresa o Pais Vasco, y Vuelta a España. En la Vuelta a España, su misión fue ayudar al equipo, por lo que no brilló con luz propia. A continuación, “El Tarangu” desembarcaba en Italia para correr su primer Giro de Italia. Aquí empezaría a escribir su leyenda. Le llegó su momento en la décima etapa con llegada a Pian del Falco di Sestola. Desde ese momento se puso a puntuar en todos los puertos de montaña posibles, para enfundarse su primer Gran Premio de la Montaña.
Ese mismo año (1971) también correría el Tour de Francia. Las tres grandes vueltas por etapas un mismo año, para un chaval de 25 años, era algo normal en aquellos tiempos. A pesar del cansancio acumulado tras la Vuelta y el Giro, “El Tarangu” consigue llevarse dos etapas en la ronda francesa, superando en las mismas a Merxck, Zoetemelk y Van Impe.
Aunque “El Tarangu” era el tipo de ciclista que enamora a la afición por ser ofensivo y escalador de primer orden, no estaba dotado para la crontrarreloj y era muy dado a sufrir pájaras, lo que hacía que pocos confiaran en que pudiera ganar una gran vuelta por etapas. Era un ciclista peculiar por sus anécdotas, como por ejemplo, aquella que inmortalizó un fotógrafo al captarlo con su cámara, con un cigarrillo en la boca en pleno Giro de Italia.
Con un palmarés amplísimo y habiendo llegado a lo más alto como deportista, José Manuel Fuente nos dejaba a los 50 años de edad un 18 de julio de 1996 en Oviedo, tras luchar contra una pancreatitis. España en general, y Asturias en particular lloraron su muerte. Su raza, su entrega, su honestidad y su espíritu de lucha, enamoraron a la afición española e italiana.
Hoy, en el vigésimo aniversario de su muerte, he tenido a bien compartir con todos ustedes a través de este breve relato de su vida, un recuerdo de gratitud para este asturiano ilustre, español de primera fila ¡Hasta la Gloria, “Tarangu”!